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¿Amor verdadero o sólo deseo?

Los juegos eróticos de las fiestas de pijama

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En la universidad estudiaban todos la carrera de Física, eran compañeros de aula y habían formado un grupo muy cerrado de amigos. Marisa y Carlos se llevaban fatal, tan mal, que cuando quedaban, hacían dos salidas distintas para que no se encontrasen.

Llegó el cumpleaños de Jorge, un chico que lo celebraba siempre en su casa. Duraba toda la tarde y la noche, hasta las nueve o diez de la mañana. Ese, era el único día que conseguían que hubiese paz entre todos.

Después de clase, fueron a su casa, había preparado una gran fiesta, pero nada de drogas. Jorge sabía muy bien que atacaban al cerebro y no quería saber nada de ellas.

Escucharon música, bailaron y decidieron hacer entre ellos un juego erótico después de ponerse el pijama. Habían preparado una ruleta con peticiones. Una, era darse dos besos, otra darse la mano y otra darse un beso de tornillo, no importaba si era chicos con chicos o chicas con chicas.

Accedieron todos a jugar, el anfitrión empezó a girar el péndulo y empezaron a caer besos. A Carmen le tocó uno en plena boca con Daniela. Se levantaron las dos y se dieron, muertas de vergüenza, un ligero pico. Uno de los amigos dijo:

- Un piquito no, debe durar por lo menos un minuto. No pasa nada, estamos entre amigos.

Las dos niñas lo hicieron rojas como un tomate. Otro de los asistentes le dijo a Marisa que le tocaba a ella. Le tocó la ficha “beso de tornillo”. Éste, aposta, llevó controlando el impulso, lo suficiente para que tocase a Carlos, se negó rotundamente hasta que lo hizo.

Los dos jugadores se dieron un apasionante beso. Sintieron una magia muy especial que anularon las tensiones entre ellos. La novia de Carlos, Cecilia, les miraba de reojo con mucho celo.

Al día siguiente, volvieron todos a sus casas, era sábado. Cecilia recibió un SMS de su novio rompiendo con ella, explicándole que se había enamorado de Marisa, pero ella no quería salir con él, bajo ningún concepto. Era novia de Jorge y no quería hacerle daño.

- No puedes salir con tu novio queriéndome a mí – le recriminó Carlos.

- No voy a salir contigo, no te canses - lo contestó Marisa - además, te besé bajo los efectos del alcohol.

Volvieron todos a la rutina de su vida. Carlos utilizó la estrategia de su nuevo amor para volver con Cecilia, le dijo que lo sentía mucho, que estaba borracho y que la quería a ella.

Las relaciones sentimentales de nuestros protagonistas fueron muy tormentosas. El recuerdo de aquel beso siempre planeaba sobre su memoria y dificultaba sus sentimientos.

Después de muchos años, en una reunión de antiguos alumnos, Carlos y Marisa, divorciados los dos, volvieron a repetir una vez más, aquel beso de tornillo, empezaron a salir y a recuperar el tiempo perdido.

Los juegos eróticos de las fiestas de pijama

¿Amor verdadero o sólo deseo?
Esther Videgain
martes, 7 de febrero de 2017, 00:16 h (CET)
En la universidad estudiaban todos la carrera de Física, eran compañeros de aula y habían formado un grupo muy cerrado de amigos. Marisa y Carlos se llevaban fatal, tan mal, que cuando quedaban, hacían dos salidas distintas para que no se encontrasen.

Llegó el cumpleaños de Jorge, un chico que lo celebraba siempre en su casa. Duraba toda la tarde y la noche, hasta las nueve o diez de la mañana. Ese, era el único día que conseguían que hubiese paz entre todos.

Después de clase, fueron a su casa, había preparado una gran fiesta, pero nada de drogas. Jorge sabía muy bien que atacaban al cerebro y no quería saber nada de ellas.

Escucharon música, bailaron y decidieron hacer entre ellos un juego erótico después de ponerse el pijama. Habían preparado una ruleta con peticiones. Una, era darse dos besos, otra darse la mano y otra darse un beso de tornillo, no importaba si era chicos con chicos o chicas con chicas.

Accedieron todos a jugar, el anfitrión empezó a girar el péndulo y empezaron a caer besos. A Carmen le tocó uno en plena boca con Daniela. Se levantaron las dos y se dieron, muertas de vergüenza, un ligero pico. Uno de los amigos dijo:

- Un piquito no, debe durar por lo menos un minuto. No pasa nada, estamos entre amigos.

Las dos niñas lo hicieron rojas como un tomate. Otro de los asistentes le dijo a Marisa que le tocaba a ella. Le tocó la ficha “beso de tornillo”. Éste, aposta, llevó controlando el impulso, lo suficiente para que tocase a Carlos, se negó rotundamente hasta que lo hizo.

Los dos jugadores se dieron un apasionante beso. Sintieron una magia muy especial que anularon las tensiones entre ellos. La novia de Carlos, Cecilia, les miraba de reojo con mucho celo.

Al día siguiente, volvieron todos a sus casas, era sábado. Cecilia recibió un SMS de su novio rompiendo con ella, explicándole que se había enamorado de Marisa, pero ella no quería salir con él, bajo ningún concepto. Era novia de Jorge y no quería hacerle daño.

- No puedes salir con tu novio queriéndome a mí – le recriminó Carlos.

- No voy a salir contigo, no te canses - lo contestó Marisa - además, te besé bajo los efectos del alcohol.

Volvieron todos a la rutina de su vida. Carlos utilizó la estrategia de su nuevo amor para volver con Cecilia, le dijo que lo sentía mucho, que estaba borracho y que la quería a ella.

Las relaciones sentimentales de nuestros protagonistas fueron muy tormentosas. El recuerdo de aquel beso siempre planeaba sobre su memoria y dificultaba sus sentimientos.

Después de muchos años, en una reunión de antiguos alumnos, Carlos y Marisa, divorciados los dos, volvieron a repetir una vez más, aquel beso de tornillo, empezaron a salir y a recuperar el tiempo perdido.

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