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David S. Broder

¿Pro-Reagan vs. anti-Bush?

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WASHINGTON -- Cuando el Congreso se reúne durante los tórridos días del verano de Washington, la rebelión siempre hierve bajo las apariencias. Y efectivamente estalló en un comité de legisladores Demócratas de la Cámara una noche de la semana pasada, provocada por las indiscretas declaraciones del portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs.

Gibbs cometió el terrible error de afirmar en voz alta lo que todos los Demócratas saben seguro, a saber, que la combinación de elevado paro, marea negra en el Golfo de México y un creciente número de bajas en Afganistán ha enfurecido tanto al votante que el control de la Cámara corre grave peligro.

Gibbs era denunciado por decir en entrevista televisiva que los 39 escaños de la cámara que necesitan los Republicanos para convertirse en la mayoría están desde luego en el aire. Por su imprudencia, Gibbs era criticado desde todos los frentes por algunos de aquellos que pueden ser víctimas de tal levantamiento.

El propio presidente se apresuraba a dirigirse al Capitolio para enmendar la situación, pero sigue presente el fermento subyacente. Un asistente de la Casa Blanca me decía, "Ellos (los legisladores) odian con ganas al Senado, pero nosotros les pusimos fácil tener una excusa". El hecho es que los Demócratas están con los nervios a flor de piel -- frustrados por la eficacia de la oposición Republicana que les hace tan difícil aprobar anteproyectos en el Senado, y castigados también por la incapacidad de Washington de solucionar cualquiera de los grandes problemas a los que se enfrenta el país.

Fueron recibidos al regreso de su receso del Día de la Independencia con una encuesta Washington Post-ABC News que concluye que los electores creen, por un margen del 51% frente al 43, que es más importante tener mayoría Republicana en el próximo Congreso que sirva de contrapeso a las políticas del Presidente Obama, en lugar de una mayoría Demócrata para apoyarle.

A menos que Obama sepa dar un vuelco a esa forma de pensar, los Demócratas bien pueden estar abocados a otra derrota contundente como la de 1994.

Se me facilitó con antelación una copia de otra encuesta, encargada ésta por Third Way, un laboratorio de ideas moderado relevante, realizada por el Benenson Strategy Group, que ha trabajado para las campañas anteriores de Obama. Sugiere una posible forma de cambiar la suerte.

Se apoya en reanimar, una vez más, la táctica favorita de Obama en 2008: postularse contra George Bush, incluso si ya no concurre a las elecciones.

Espontáneamente, sólo el 25% de los electores de esta encuesta dice creer que si los Republicanos alcanzan la mayoría, ello marcará el retorno a las políticas económicas de Bush. En comparación, el 65% dice que un Congreso Republicano promoverá "una agenda económica diferente" de la de Bush.

La diferencia es dramática cuando Bush entra en la ecuación. La agenda económica de Obama es preferida antes que la de Bush por un margen del 49% frente al 34%. Pero un enfoque conservador genérico, que contraponga a un líder "que empiece desde cero con ideas nuevas para reducir el tamaño de la administración, bajar los impuestos e impulsar a la economía" derrota al enfoque comprometido con las políticas de Obama, 64% frente al 30.

A falta de cualquier plataforma Republicana clara para las legislativas como el Contrato con América de 1994, es difícil decir lo que harán realmente los Republicanos con la mayoría en el Congreso. Sabemos que han votado en contra -- en contra de todos los proyectos importantes que Obama ha auspiciado para paliar la Gran Recesión y regular el sector financiero y reformar el sistema sanitario.

En una nota que acompaña la encuesta, los autores de Third Way dicen saber que los Republicanos van a replicar el enfoque de Bush de bajar los impuestos y minimizar la regulación pública.

Afirman que al colgar al futuro Congreso Republicano el sambenito del Congreso de Bush, los Demócratas pueden evitar pasar a la oposición. Pero yo no estoy tan seguro. En una pregunta de la encuesta de Third Way relativa a la vía que prefiere el votante para relanzar la creación de empleo en el sector privado y el crecimiento económico -¿nuevas inversiones públicas o bajar los impuestos al sector privado?- bajar los impuestos al sector privado gana 54% frente al 32%. Esto suena a que Ronald Reagan vuelve para derrotar con contundencia a Barack Obama. Tal vez todo lo que los Republicanos tengan que hacer es rechazar la etiqueta Bush y retornar a Reagan para repetir sus triunfos.

¿Pro-Reagan vs. anti-Bush?

David S. Broder
David S. Broder
lunes, 19 de julio de 2010, 23:31 h (CET)
WASHINGTON -- Cuando el Congreso se reúne durante los tórridos días del verano de Washington, la rebelión siempre hierve bajo las apariencias. Y efectivamente estalló en un comité de legisladores Demócratas de la Cámara una noche de la semana pasada, provocada por las indiscretas declaraciones del portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs.

Gibbs cometió el terrible error de afirmar en voz alta lo que todos los Demócratas saben seguro, a saber, que la combinación de elevado paro, marea negra en el Golfo de México y un creciente número de bajas en Afganistán ha enfurecido tanto al votante que el control de la Cámara corre grave peligro.

Gibbs era denunciado por decir en entrevista televisiva que los 39 escaños de la cámara que necesitan los Republicanos para convertirse en la mayoría están desde luego en el aire. Por su imprudencia, Gibbs era criticado desde todos los frentes por algunos de aquellos que pueden ser víctimas de tal levantamiento.

El propio presidente se apresuraba a dirigirse al Capitolio para enmendar la situación, pero sigue presente el fermento subyacente. Un asistente de la Casa Blanca me decía, "Ellos (los legisladores) odian con ganas al Senado, pero nosotros les pusimos fácil tener una excusa". El hecho es que los Demócratas están con los nervios a flor de piel -- frustrados por la eficacia de la oposición Republicana que les hace tan difícil aprobar anteproyectos en el Senado, y castigados también por la incapacidad de Washington de solucionar cualquiera de los grandes problemas a los que se enfrenta el país.

Fueron recibidos al regreso de su receso del Día de la Independencia con una encuesta Washington Post-ABC News que concluye que los electores creen, por un margen del 51% frente al 43, que es más importante tener mayoría Republicana en el próximo Congreso que sirva de contrapeso a las políticas del Presidente Obama, en lugar de una mayoría Demócrata para apoyarle.

A menos que Obama sepa dar un vuelco a esa forma de pensar, los Demócratas bien pueden estar abocados a otra derrota contundente como la de 1994.

Se me facilitó con antelación una copia de otra encuesta, encargada ésta por Third Way, un laboratorio de ideas moderado relevante, realizada por el Benenson Strategy Group, que ha trabajado para las campañas anteriores de Obama. Sugiere una posible forma de cambiar la suerte.

Se apoya en reanimar, una vez más, la táctica favorita de Obama en 2008: postularse contra George Bush, incluso si ya no concurre a las elecciones.

Espontáneamente, sólo el 25% de los electores de esta encuesta dice creer que si los Republicanos alcanzan la mayoría, ello marcará el retorno a las políticas económicas de Bush. En comparación, el 65% dice que un Congreso Republicano promoverá "una agenda económica diferente" de la de Bush.

La diferencia es dramática cuando Bush entra en la ecuación. La agenda económica de Obama es preferida antes que la de Bush por un margen del 49% frente al 34%. Pero un enfoque conservador genérico, que contraponga a un líder "que empiece desde cero con ideas nuevas para reducir el tamaño de la administración, bajar los impuestos e impulsar a la economía" derrota al enfoque comprometido con las políticas de Obama, 64% frente al 30.

A falta de cualquier plataforma Republicana clara para las legislativas como el Contrato con América de 1994, es difícil decir lo que harán realmente los Republicanos con la mayoría en el Congreso. Sabemos que han votado en contra -- en contra de todos los proyectos importantes que Obama ha auspiciado para paliar la Gran Recesión y regular el sector financiero y reformar el sistema sanitario.

En una nota que acompaña la encuesta, los autores de Third Way dicen saber que los Republicanos van a replicar el enfoque de Bush de bajar los impuestos y minimizar la regulación pública.

Afirman que al colgar al futuro Congreso Republicano el sambenito del Congreso de Bush, los Demócratas pueden evitar pasar a la oposición. Pero yo no estoy tan seguro. En una pregunta de la encuesta de Third Way relativa a la vía que prefiere el votante para relanzar la creación de empleo en el sector privado y el crecimiento económico -¿nuevas inversiones públicas o bajar los impuestos al sector privado?- bajar los impuestos al sector privado gana 54% frente al 32%. Esto suena a que Ronald Reagan vuelve para derrotar con contundencia a Barack Obama. Tal vez todo lo que los Republicanos tengan que hacer es rechazar la etiqueta Bush y retornar a Reagan para repetir sus triunfos.

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