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Quienes conducimos solemos comportarnos de modo diferente en nuestro barrio respecto a cuando transitamos por otros lugares. En aquellas calles por las que paseamos como viandantes y cruzamos los pasos de cebra, vemos en persona cómo el tráfico invade y molesta en nuestra faceta de peatones. Sin embargo, al circular en coche por municipios de paso parece que mutamos a conductores descerebrados, regidos sólo por la prisa, que tratan de soslayar a los seres humanos que viajan a pie, como si fuesen entes fantasmagóricos que molestan y deben ser driblados.
Recobremos la lucidez para actuar siempre con "alma de peatón", empatizando con quienes no van rodeados de una armadura metálica y, por ello, son especialmente vulnerables. No dejemos fuera de la carrocería la solidaridad y humanidad de reconocernos como semejantes, sin permitir que las máquinas parezcan que nos controla a nosotros, cuando justamente fueron diseñadas para servirnos y no para amenazarnos.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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