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Etiquetas | Ciclismo / Tour de Francia 2010
Contador pinchó en los últimos metros y el luxemburgués remató a Samuel Sánchez

Primer round para Andy

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Andy Schleck pudo con los españoles. Primero, con Alberto Contador, que no pudo responder al demarraje del corredor del Saxo Bank y le regaló diez segundos. Y después, con Samuel Sánchez, del que se apoderaron los nervios y perdió una oportunidad de oro. Cadel Evans, nuevo líder. Armstrong, KO.


(© EP)


Álvaro Calleja / SIGLO XXI

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Sucedió lo que nadie esperaba. Sucedió lo que no estaba en el guión. 800 metros de tortura para Alberto Contador. 800 metros que dieron alas a Andy, el pequeño de los Schleck, la ternura en persona. 800 metros que valieron diez segundos, los que no significan nada para el de Pinto, los que llenan de moral al de Luxemburgo. Andy lo probó, ataque contundente. Alberto respondió, pero sus piernas hoy no serían sus piernas, las que desprenden alegría, las que parecen imbatibles. No era su día. No era su momento. Pronto lo supo y no se cebó. Contador cayó y Andy creció.

Creció al mismo nivel que aumentaba el nerviosismo de Samuel Sánchez. Su cabeza, a mil por hora, no se decidía, no sabía qué hacer, qué opción elegir, cómo actuar. El asturiano se encontró en una situación inesperada, que no entraba en sus planes para hoy. Frente a frente con la victoria, la que únicamente podía evitar un rival que jugaba para otra liga. Sólo 200 metros para alcanzar la cima de Morzine-Avoriaz, un coloso de 13,6 kilómetros de longitud, de 6,1% de pendiente media. Un panorama perfecto, ideal para emular a Roberto Laiseka, para ser Iban Mayo, para imitar a Mikel Astarloza. Pero hicieron presencia los nervios, le saludaron y acabaron con él. Vinieron los que se dejó en casa cuando marchó hace dos años a Pekín. Vinieron los que se olvidaron de él este año en Arrate. Y no faltaron los habituales de una etapa del Tour de Francia.

Se quedó sin respuesta, con un ojo guiñado mientras decidía si esprintar o no y cargando la recámara de rabia que explotó cuando vio que Andy Schleck le superaba, le quitaba su objetivo secundario, el principal para su equipo. Tuvo el triunfo tan cerca, a una zancada, la que te quita el nerviosismo que invade tu mente, que no permite el movimiento adecuado de tus piernas, de tus brazos, de todo tu cuerpo, que no entendía por qué se le había escapado.

Como tampoco entendía Lance Armstrong lo que estaba viviendo. Sencillamente, porque nunca lo había vivido. “El Tío del Mazo” se ensañó con él. Primero, le lanzó al suelo. Luego, magullado, con el traje rasgado, con sangre sobre su espalda, se quedó y sufrió para acabar desesperado y rajándose de la partida. Después, cuando se estaba despidiendo del Tour, la carrera que dominó durante siete años, la carrera en la que todo iba perfecto, sin un solo fallo, sin un solo error, en compañía de Chris Horner y Janez Brajkovic, se topó con los cuerpos de Iván Velasco, tendido sobre la carretera tras liarse con la bolsa de avituallamiento, y de Egoi Martínez, quienes le hicieron un sandwich y se quedaron con su bici. Ahí Lance ya no era Lance. Lance no tenía prisa por volver a dar pedales. Se lo tomó con paciencia. Llegó a meta a 11 minutos y 45 segundos de Andy. Una situación nueva para él. El fin de una bonita historia. Dice adiós a la general y verá lo que queda de ronda gala desde otro punto de vista, el que nunca ha probado, el de encarar las etapas sin luchar por el triunfo final, sin pelear por un sitio en el podio de París.

Mientras que él caminaba sobre su drama, comprendía que Andy Schleck, Contador, Evans, nuevo líder, Kreuziger, Basso, Menchov, su compañero Leipheimer, Gesink, Samuel, Carlos Sastre, todos los que ocuparon las primeras plazas de la etapa, están a otro nivel, lejos del suyo, tres peleones, los últimos supervivientes de una escapada en la que estuvo Imanol Erviti, un navarro con el alma en San Fermín, luchaban por conseguir su sueño, por llegar a meta antes que nadie, por ganar, por levantar los brazos.

Amaël Moinard, último en caer, quien sufrió durante toda la jornada para acabar demostrando que era el más fuerte, Mario Aerts, el Omega que tiró y tiró sin mirar atrás, sin pedir un solo relevo, y Koos Moerenhout, un holandés de Rabobank, intentaron lo imposible para acabar siendo devorados por el grupo comandado por un Astana que gritaba, que chillaba, con voz potente, que sí son fuertes, que Alberto Contador sí tiene equipo. Tiene lo que nadie pensaba que tenía pero falló en lo que todos creían que no iba a fallar. Trabajo excepcional de Vinokourov, Tiralongo y Dani Navarro al que el madrileño dspuésno pudo hacer bueno.

Los mejores españoles en meta
TOP 3
1. Samuel Sánchez
El asturiano rozó la victoria. Se quedó a centímetros de ella. Segundo puesto para él.
2. Alberto Contador
El de Pinto falló y perdió 10 segundos. Acabó quinto.
3. Carlos Sastre
El abulense estuvo con los mejores, se encontró cómodo y acabó rozando el top 10. 11ª plaza para él.


Primer round para Andy

Contador pinchó en los últimos metros y el luxemburgués remató a Samuel Sánchez
Redacción
domingo, 11 de julio de 2010, 15:36 h (CET)
Andy Schleck pudo con los españoles. Primero, con Alberto Contador, que no pudo responder al demarraje del corredor del Saxo Bank y le regaló diez segundos. Y después, con Samuel Sánchez, del que se apoderaron los nervios y perdió una oportunidad de oro. Cadel Evans, nuevo líder. Armstrong, KO.


(© EP)


Álvaro Calleja / SIGLO XXI

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Sucedió lo que nadie esperaba. Sucedió lo que no estaba en el guión. 800 metros de tortura para Alberto Contador. 800 metros que dieron alas a Andy, el pequeño de los Schleck, la ternura en persona. 800 metros que valieron diez segundos, los que no significan nada para el de Pinto, los que llenan de moral al de Luxemburgo. Andy lo probó, ataque contundente. Alberto respondió, pero sus piernas hoy no serían sus piernas, las que desprenden alegría, las que parecen imbatibles. No era su día. No era su momento. Pronto lo supo y no se cebó. Contador cayó y Andy creció.

Creció al mismo nivel que aumentaba el nerviosismo de Samuel Sánchez. Su cabeza, a mil por hora, no se decidía, no sabía qué hacer, qué opción elegir, cómo actuar. El asturiano se encontró en una situación inesperada, que no entraba en sus planes para hoy. Frente a frente con la victoria, la que únicamente podía evitar un rival que jugaba para otra liga. Sólo 200 metros para alcanzar la cima de Morzine-Avoriaz, un coloso de 13,6 kilómetros de longitud, de 6,1% de pendiente media. Un panorama perfecto, ideal para emular a Roberto Laiseka, para ser Iban Mayo, para imitar a Mikel Astarloza. Pero hicieron presencia los nervios, le saludaron y acabaron con él. Vinieron los que se dejó en casa cuando marchó hace dos años a Pekín. Vinieron los que se olvidaron de él este año en Arrate. Y no faltaron los habituales de una etapa del Tour de Francia.

Se quedó sin respuesta, con un ojo guiñado mientras decidía si esprintar o no y cargando la recámara de rabia que explotó cuando vio que Andy Schleck le superaba, le quitaba su objetivo secundario, el principal para su equipo. Tuvo el triunfo tan cerca, a una zancada, la que te quita el nerviosismo que invade tu mente, que no permite el movimiento adecuado de tus piernas, de tus brazos, de todo tu cuerpo, que no entendía por qué se le había escapado.

Como tampoco entendía Lance Armstrong lo que estaba viviendo. Sencillamente, porque nunca lo había vivido. “El Tío del Mazo” se ensañó con él. Primero, le lanzó al suelo. Luego, magullado, con el traje rasgado, con sangre sobre su espalda, se quedó y sufrió para acabar desesperado y rajándose de la partida. Después, cuando se estaba despidiendo del Tour, la carrera que dominó durante siete años, la carrera en la que todo iba perfecto, sin un solo fallo, sin un solo error, en compañía de Chris Horner y Janez Brajkovic, se topó con los cuerpos de Iván Velasco, tendido sobre la carretera tras liarse con la bolsa de avituallamiento, y de Egoi Martínez, quienes le hicieron un sandwich y se quedaron con su bici. Ahí Lance ya no era Lance. Lance no tenía prisa por volver a dar pedales. Se lo tomó con paciencia. Llegó a meta a 11 minutos y 45 segundos de Andy. Una situación nueva para él. El fin de una bonita historia. Dice adiós a la general y verá lo que queda de ronda gala desde otro punto de vista, el que nunca ha probado, el de encarar las etapas sin luchar por el triunfo final, sin pelear por un sitio en el podio de París.

Mientras que él caminaba sobre su drama, comprendía que Andy Schleck, Contador, Evans, nuevo líder, Kreuziger, Basso, Menchov, su compañero Leipheimer, Gesink, Samuel, Carlos Sastre, todos los que ocuparon las primeras plazas de la etapa, están a otro nivel, lejos del suyo, tres peleones, los últimos supervivientes de una escapada en la que estuvo Imanol Erviti, un navarro con el alma en San Fermín, luchaban por conseguir su sueño, por llegar a meta antes que nadie, por ganar, por levantar los brazos.

Amaël Moinard, último en caer, quien sufrió durante toda la jornada para acabar demostrando que era el más fuerte, Mario Aerts, el Omega que tiró y tiró sin mirar atrás, sin pedir un solo relevo, y Koos Moerenhout, un holandés de Rabobank, intentaron lo imposible para acabar siendo devorados por el grupo comandado por un Astana que gritaba, que chillaba, con voz potente, que sí son fuertes, que Alberto Contador sí tiene equipo. Tiene lo que nadie pensaba que tenía pero falló en lo que todos creían que no iba a fallar. Trabajo excepcional de Vinokourov, Tiralongo y Dani Navarro al que el madrileño dspuésno pudo hacer bueno.

Los mejores españoles en meta
TOP 3
1. Samuel Sánchez
El asturiano rozó la victoria. Se quedó a centímetros de ella. Segundo puesto para él.
2. Alberto Contador
El de Pinto falló y perdió 10 segundos. Acabó quinto.
3. Carlos Sastre
El abulense estuvo con los mejores, se encontró cómodo y acabó rozando el top 10. 11ª plaza para él.


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