De nuevo, Burman, de nuevo, las relaciones familiares y otra vez, una dosis emotiva importante. El arrepentimiento por el tiempo perdido, el tiempo pretérito como acompañante inexorable del tiempo presente y un toque de humor del que nunca se desprende el cine de Burman que le hace desprenderse, en ocasiones, de cierto carácter pretencioso.
Sólo por las interpretaciones de los dos hermanos, Graciela Borges y Antonio Gasalla, que vuelve diez años después a la gran pantalla, tras Almejas y Mejillones (2000), merece la pena un visionado de esta película. En algún sitio leí que hacen de ellos mismos y que por eso sus interpretaciones no tienen el mérito que parece. No entiendo para nada tal comentario. Hacer de uno mismo de manera forzada y ante decenas de técnicos, se me antoja bastante difícil, la verdad. Más incluso que hacer uno de esos personajes con alguna tara mental o psíquica y que tanto gustan a la academia que otorga los premios oscar en los EEUU.
La trama gira en torno a la relación que tienen dos hermanos tras el fallecimiento de su progenitora. Ambos solteros, ambos disfrutan de la soledad, al menos, aparentemente, y entre los dos media un abismo de personalidad, sin embargo. Narrada de manera pausada, pero siempre con elegancia, Dos Hermanos podría decepcionar a los fans de Daniel Burman, ya que no llega ni de lejos a la altura de sus maravillosas El Abrazo Partido o Derecho de Familia, donde la incertidumbre ante un futuro oscuro recorrían las historias.
Algo insustancial en sus diálogos (por qué el cine argentino se empeña en hacer una y otra vez tan locuaces a alguno de sus personajes, hasta el punto de no entenderse lo que dicen), que no avanzan mucho la historia, pero con toques divertidos como el de la escena en la que roban comida del catering mientras siguen su conversación.
Casi todos los directores tienen tropezones más o menos gordos en su carrera. No me atrevería a denominar así a esta nueva película de Daniel Burman, un director que nos cautivó con ese toque de melodramatismo dentro de situaciones tan cinematográficamente interesantes como en El Abrazo Partido. Pero más allá de sus interpretaciones y del toque que siempre otorga a sus películas, Dos Hermanos, queda a medio camino en muchos aspectos. Aunque una predilección personal por Burman haga que el autor de este texto anime a introducirse en el mundo de este par de solitarios irredentos.