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Rodrigo Gil-Sabio

Un respeto a España…

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¡Un respeto a España, por favor! No es momento de críticas ni zarandajas. España ya es un grande entre los grandes, confirmando la Eurocopa 2008 ganada en Austria. Estamos en semifinales, señoras y señores, entre los cuatro mejores del mundo de la constelación de más de 200 países FIFA. Es algo histórico, increíble, ver a Messi llorando en casa, a Cristiano Ronaldo con la mirada perdida, a Kaká y Robinho de vacaciones anticipadas, a Cannavaro pidiendo la jubilación, a Anelka,… Dios sabe dónde estará este gañán ¡Qué locura! Como poco, cuartos del mundo, madre mía, Del Bosque, en qué berenjenal nos estás metiendo…

Adiós Suiza, adiós Honduras, adiós Chile, adiós Portugal, adiós Paraguay. Hola, Alemania, aquí estamos para pararte los pies y para intentar no ser tan bisoños como Argentina e Inglaterra. Si quieres meternos cuatro vas a tener que sufrir mucho ante una España que no son 11, que somos 45 millones de españoles tirando del carro de la ilusión y de la historia.

Es verdad que a los alemanes no se les gana con fuerza y vigor, que en eso están curtidos, sino con arte, con manejo del balón, con desborde, con talento, con cabeza, en definitiva. Del Bosque sabrá si debe jugar Torres o no. Sea como sea, España ya le ha ganado en la última gran final a Alemania bailando a su rival en la última media hora y ahora tiene el premio, nada menos, de poder jugar la primera final de un Mundial, algo sólo al alcance de un par de generaciones por siglo.

Íker, Pujol, Piqué, Ramos, Capdevila, Iniesta, Xabi, Xavi, Villa,… chicos, estáis a un paso de hacer algo único en vuestra vida, alcanzar una final de un Mundial, que es algo bello, donde más de 5.000 millones de personas en el planeta están pendientes. Marcar un gol en ella y ganarla ya debe ser como para contratar escolta policial casi de por vida, algo ya asimilado por mitos vivientes como Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona o Zidane, entre otros.

Tenemos que esperar al miércoles, una noche que puede inundar a esta España en crisis de alegría y gozo por unas horas. Es la fuerza del fútbol, un deporte primitivo a más no poder pero con esa ‘nicotina’ que engancha a las masas y que no distingue de clase social ni condición. Desde el Rey hasta el más pobre de los pobres puede sentir la emoción de un gol, de un título, de un sueño. Porque soñar es gratis, porque Alemania no nos va a quitar 90 minutos de pensar que podemos alcanzar el éxtasis.

Desde aquí, deseo de corazón que España gane el Mundial porque los 23 futbolistas que en Sudáfrica nos representan me hacen sentir orgulloso de un grupo de chavales humilde, profesional y talentoso como nunca. No sé qué pasará, pero para mi han ganado algo más importante que un título y es el respeto por los compañeros, el jugar como un equipo de amigos, el combatir como los 300 espartanos que eran uno solo. Esa es la grandeza de España, esa es la grandeza que tanto temen el resto de potencias del mundo, incluidos los fornidos alemanes, que en las horas previas sueñan con balas rojas pasando por encima de sus cabezas. Y es que todo está en la cabeza. Por tanto, soñemos y hagámoslo realidad el domingo de una puñetera vez.

Un respeto a España…

Rodrigo Gil-Sabio
Rodrigo Gil
lunes, 5 de julio de 2010, 06:08 h (CET)
¡Un respeto a España, por favor! No es momento de críticas ni zarandajas. España ya es un grande entre los grandes, confirmando la Eurocopa 2008 ganada en Austria. Estamos en semifinales, señoras y señores, entre los cuatro mejores del mundo de la constelación de más de 200 países FIFA. Es algo histórico, increíble, ver a Messi llorando en casa, a Cristiano Ronaldo con la mirada perdida, a Kaká y Robinho de vacaciones anticipadas, a Cannavaro pidiendo la jubilación, a Anelka,… Dios sabe dónde estará este gañán ¡Qué locura! Como poco, cuartos del mundo, madre mía, Del Bosque, en qué berenjenal nos estás metiendo…

Adiós Suiza, adiós Honduras, adiós Chile, adiós Portugal, adiós Paraguay. Hola, Alemania, aquí estamos para pararte los pies y para intentar no ser tan bisoños como Argentina e Inglaterra. Si quieres meternos cuatro vas a tener que sufrir mucho ante una España que no son 11, que somos 45 millones de españoles tirando del carro de la ilusión y de la historia.

Es verdad que a los alemanes no se les gana con fuerza y vigor, que en eso están curtidos, sino con arte, con manejo del balón, con desborde, con talento, con cabeza, en definitiva. Del Bosque sabrá si debe jugar Torres o no. Sea como sea, España ya le ha ganado en la última gran final a Alemania bailando a su rival en la última media hora y ahora tiene el premio, nada menos, de poder jugar la primera final de un Mundial, algo sólo al alcance de un par de generaciones por siglo.

Íker, Pujol, Piqué, Ramos, Capdevila, Iniesta, Xabi, Xavi, Villa,… chicos, estáis a un paso de hacer algo único en vuestra vida, alcanzar una final de un Mundial, que es algo bello, donde más de 5.000 millones de personas en el planeta están pendientes. Marcar un gol en ella y ganarla ya debe ser como para contratar escolta policial casi de por vida, algo ya asimilado por mitos vivientes como Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona o Zidane, entre otros.

Tenemos que esperar al miércoles, una noche que puede inundar a esta España en crisis de alegría y gozo por unas horas. Es la fuerza del fútbol, un deporte primitivo a más no poder pero con esa ‘nicotina’ que engancha a las masas y que no distingue de clase social ni condición. Desde el Rey hasta el más pobre de los pobres puede sentir la emoción de un gol, de un título, de un sueño. Porque soñar es gratis, porque Alemania no nos va a quitar 90 minutos de pensar que podemos alcanzar el éxtasis.

Desde aquí, deseo de corazón que España gane el Mundial porque los 23 futbolistas que en Sudáfrica nos representan me hacen sentir orgulloso de un grupo de chavales humilde, profesional y talentoso como nunca. No sé qué pasará, pero para mi han ganado algo más importante que un título y es el respeto por los compañeros, el jugar como un equipo de amigos, el combatir como los 300 espartanos que eran uno solo. Esa es la grandeza de España, esa es la grandeza que tanto temen el resto de potencias del mundo, incluidos los fornidos alemanes, que en las horas previas sueñan con balas rojas pasando por encima de sus cabezas. Y es que todo está en la cabeza. Por tanto, soñemos y hagámoslo realidad el domingo de una puñetera vez.

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