Este fin de semana pasado, unos amigos y yo fuimos a Ágreda con la intención de hacer el Pozo de las truchas por el cañón del río Val. La verdad es que quedamos gratamente impresionados por la
belleza del pueblo y de su entorno.
En la PR-.20. 1, en concreto por el camino de Pataroldán, encontramos a Pablo, el pastor, que amablemente se prestó a contarnos lo más destacado del pueblo. Nos dijo que no podíamos irnos sin ver: el Barrio Moro, San Juan,
La Peña, Los Jardines del Agua, San Miguel, el convento de Sor María de la Cruz. Por cierto−nos comentó−, “¿ustedes sabían que esta Santa se bilocaba? En esos momentos se dice que evangelizaba en Nuevo México, Texas y Arizona, donde era conocida como "la Dama
Azul”…
En fin, después de esta lección, nos despedimos del pastor y proseguimos nuestro camino. Por paisaje seco llegamos a las riberas del Val, donde se hallan árboles como el chopo, el sauce o el nogal, que en curioso contraste acompañan a otras plantas
más mediterráneas como el arce de Montpellier, la aliaga, el escaramujo, el enebro o la encina. El camino pasa cerca de los corrales de Ribota, llega al desvío de la peña del Tío Fresquito y enseguida baja por unas escalinatas a uno de los rincones más abruptos
y recogidos de ese cañón, la cascada del Pozo de las Truchas.
El sendero prosigue casi un par de kilómetros más, y merece la pena seguirlo hasta su fin porque así se puede gozar de un estupendo paseo bajo el bosquete fluvial de chopos cabeceros. Los buitres,
el alimoche, el águila azor perdicera y otras rapaces nos acompañaron en este recorrido. Si siguiésemos el discurrir del río siete kilómetros más llegaríamos al embalse del Val y al pueblo zaragozano de Los Fayos, situado bajo una gran peña de conglomerado.
Es un recorrido fácil de unos 17 km y un desnivel de 250 m, que en 4 horas se puede hacer tranquilamente.