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Kathleen Parker

Feminismo verdadero (o de pega)

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WASHINGTON -- Demostrar las credenciales feministas de una se ha convertido en el último desafío al que se enfrentan las mujeres que aspiran a ocupar un cargo público.

¿Será una feminista "de verdad" que sigue a pies juntillas los dictados de la doctrina feminista tradicional? ¿O será una feminista de imitación, es decir, una mujer que se ha beneficiado del feminismo tradicional, ha alcanzado todo su potencial, pero lamentablemente piensa de forma independiente a propósito de determinados pilares sagrados para el movimiento?

El debate más reciente surgía hace poco cuando tertulianos de ambos extremos de un vacío cada vez más abierto reflexionaban acerca del creciente número de mujeres Republicanas antiabortistas (y antiabortistas en alguna medida) que concurren a unas elecciones. El tira y afloja parece haberse iniciado cuando la feminista Jessica Valenti criticó a Sarah Palin en The Washington Post por declararse feminista.

La implicación: una mujer contraria al aborto no puede ser una feminista de verdad.

Al poco tiempo, Ramesh Ponnuru, editor jefe de la revista National Review y autor de "El partido de la muerte", afirmaba en el New York Times que 2010 es el año de la mujer contraria al aborto, enumerando a todas aquellas en las listas electorales hoy que resultan ser pro-vida.

Entre ellas: Sharron Angle en Nevada, que se presenta contra Harry Reid al Senado estadounidense; la candidata a la gobernación de Carolina del Sur Nikki Haley; la ex consejera delegada de Hewlett-Packard Carly Fiorina, que se alzó con la candidatura Republicana en California para ocupar el escaño del Senado ocupado actualmente por Bárbara Boxer; Susana Martínez, que se convirtió en la candidata de su partido a gobernadora de Nuevo México.

Ver a tantas mujeres realizadas alcanzar la cima de la esfera política, por no mencionar sus profesiones en ciertos casos, debería ser motivo de celebración feminista -- menos por una cosa. Por eso, las feministas de izquierdas de la blogosfera han respondido exánimes, adjetivo que mencionaré sólo para sugerir pasión en lugar de insinuar tendencias preconcebidas, aunque ¿quién puede estar segura?

Todo esto resultaría aburrido si no fuera tan entretenido. En la práctica, es la cruz de la cara oculta del terreno de los supuestos asuntos de la mujer. ¿Puede ser contraria al aborto una feminista, o la cuestión es un oxímoron?

Como cuestión de ortodoxia, sí, pero como cuestión de realidad, en realidad no.

Hemos recorrido un largo camino, nena, y hay más de un tipo de mujer recorriendo valles y llanuras. Pero siempre fue así. Simplemente se trata de que antes no había muchas variedades de mujer en la esfera pública, como señala Ponnuru.

Al principio las feministas eran proabortistas de forma casi universal y hasta la fecha ellas han dominado el debate político. Tener acceso al aborto se entendía como la única forma en que las mujeres podían alcanzar la igualdad con los varones, que hasta hace poco no podían quedarse embarazados.

Vale, aún no pueden, pero por ahora hemos visto a una transexual con barba teniendo hijos -- y los úteros artificiales son inevitables -- de forma que al parecer todo es posible. Buena suerte con eso.

Volviendo al tema, vemos ahora a mujeres que han logrado alcanzar la igualdad con los varones al tiempo que educan a sus hijos, ninguna de forma más explícita que Sarah Palin. A riesgo de cometer una herejía en toda regla, sugeriría que detrás de casi toda mujer-legisladora-consejera delegada de éxito hay... un hombre muy bueno.

El entorno doméstico y profesional de Palin habrían sido imposibles sin el apoyo masculino de un tal Todd Palin. Los hombres de verdad no impiden que sus esposas prosperen.

El motivo de que Palin conmocione de esta forma a las del pelotón del aborto es que parece totalmente satisfecha con su suerte y su elección ideológica. Se pueden encontrar motivos para creer que Palin no debería ser presidenta, pero ser una mujer contraria al aborto no debería ser uno de ellos.

Aunque para mí y para mi generación, parte de la cual está conociendo a sus nietos, esto es historia antigua, es importante repetir algunas de las lecciones aprendidas. La principal entre ellas es que muchas mujeres que han tenido hijos encuentran difícil, por no decir imposible, considerar el aborto como algo más que "la elección" de quitarse de en medio un estorbo.

Yo me encuentro entre ellas, aunque nunca he sido capaz de apoyar la anulación del veredicto del aborto del caso Roe vs. Wade, lo que me hace impopular entre casi todo el mundo. Al margen del debate legal en torno a si el fallo del Supremo fue constitucionalmente adecuado, mi tendencia es lo bastante libertaria para insistir en que el gobierno no debería jugar ningún papel a la hora de determinar lo que cualquiera hace con su cuerpo -- mientras nadie salga herido.

Reserve su "Ahá" para el final, si es tan amable. Evidentemente, una incipiente vida humana es destruida, y por tanto puedo hacer una defensa contra el aborto apoyada en los derechos humanos. Creo que deberíamos todas.

Que otras mujeres, como Palin, quieran volver a enmarcar el debate del aborto en términos feministas nuevos defendiendo la idea de que el aborto perjudica a la mujer por lo que es antifeminista me importa, francamente, un rábano. Y no creo que deba molestar a las feministas de la vieja guardia.

La igualdad, después de todo, significa que todas las mujeres tenemos derecho a elegir.

Feminismo verdadero (o de pega)

Kathleen Parker
Kathleen Parker
jueves, 24 de junio de 2010, 06:15 h (CET)
WASHINGTON -- Demostrar las credenciales feministas de una se ha convertido en el último desafío al que se enfrentan las mujeres que aspiran a ocupar un cargo público.

¿Será una feminista "de verdad" que sigue a pies juntillas los dictados de la doctrina feminista tradicional? ¿O será una feminista de imitación, es decir, una mujer que se ha beneficiado del feminismo tradicional, ha alcanzado todo su potencial, pero lamentablemente piensa de forma independiente a propósito de determinados pilares sagrados para el movimiento?

El debate más reciente surgía hace poco cuando tertulianos de ambos extremos de un vacío cada vez más abierto reflexionaban acerca del creciente número de mujeres Republicanas antiabortistas (y antiabortistas en alguna medida) que concurren a unas elecciones. El tira y afloja parece haberse iniciado cuando la feminista Jessica Valenti criticó a Sarah Palin en The Washington Post por declararse feminista.

La implicación: una mujer contraria al aborto no puede ser una feminista de verdad.

Al poco tiempo, Ramesh Ponnuru, editor jefe de la revista National Review y autor de "El partido de la muerte", afirmaba en el New York Times que 2010 es el año de la mujer contraria al aborto, enumerando a todas aquellas en las listas electorales hoy que resultan ser pro-vida.

Entre ellas: Sharron Angle en Nevada, que se presenta contra Harry Reid al Senado estadounidense; la candidata a la gobernación de Carolina del Sur Nikki Haley; la ex consejera delegada de Hewlett-Packard Carly Fiorina, que se alzó con la candidatura Republicana en California para ocupar el escaño del Senado ocupado actualmente por Bárbara Boxer; Susana Martínez, que se convirtió en la candidata de su partido a gobernadora de Nuevo México.

Ver a tantas mujeres realizadas alcanzar la cima de la esfera política, por no mencionar sus profesiones en ciertos casos, debería ser motivo de celebración feminista -- menos por una cosa. Por eso, las feministas de izquierdas de la blogosfera han respondido exánimes, adjetivo que mencionaré sólo para sugerir pasión en lugar de insinuar tendencias preconcebidas, aunque ¿quién puede estar segura?

Todo esto resultaría aburrido si no fuera tan entretenido. En la práctica, es la cruz de la cara oculta del terreno de los supuestos asuntos de la mujer. ¿Puede ser contraria al aborto una feminista, o la cuestión es un oxímoron?

Como cuestión de ortodoxia, sí, pero como cuestión de realidad, en realidad no.

Hemos recorrido un largo camino, nena, y hay más de un tipo de mujer recorriendo valles y llanuras. Pero siempre fue así. Simplemente se trata de que antes no había muchas variedades de mujer en la esfera pública, como señala Ponnuru.

Al principio las feministas eran proabortistas de forma casi universal y hasta la fecha ellas han dominado el debate político. Tener acceso al aborto se entendía como la única forma en que las mujeres podían alcanzar la igualdad con los varones, que hasta hace poco no podían quedarse embarazados.

Vale, aún no pueden, pero por ahora hemos visto a una transexual con barba teniendo hijos -- y los úteros artificiales son inevitables -- de forma que al parecer todo es posible. Buena suerte con eso.

Volviendo al tema, vemos ahora a mujeres que han logrado alcanzar la igualdad con los varones al tiempo que educan a sus hijos, ninguna de forma más explícita que Sarah Palin. A riesgo de cometer una herejía en toda regla, sugeriría que detrás de casi toda mujer-legisladora-consejera delegada de éxito hay... un hombre muy bueno.

El entorno doméstico y profesional de Palin habrían sido imposibles sin el apoyo masculino de un tal Todd Palin. Los hombres de verdad no impiden que sus esposas prosperen.

El motivo de que Palin conmocione de esta forma a las del pelotón del aborto es que parece totalmente satisfecha con su suerte y su elección ideológica. Se pueden encontrar motivos para creer que Palin no debería ser presidenta, pero ser una mujer contraria al aborto no debería ser uno de ellos.

Aunque para mí y para mi generación, parte de la cual está conociendo a sus nietos, esto es historia antigua, es importante repetir algunas de las lecciones aprendidas. La principal entre ellas es que muchas mujeres que han tenido hijos encuentran difícil, por no decir imposible, considerar el aborto como algo más que "la elección" de quitarse de en medio un estorbo.

Yo me encuentro entre ellas, aunque nunca he sido capaz de apoyar la anulación del veredicto del aborto del caso Roe vs. Wade, lo que me hace impopular entre casi todo el mundo. Al margen del debate legal en torno a si el fallo del Supremo fue constitucionalmente adecuado, mi tendencia es lo bastante libertaria para insistir en que el gobierno no debería jugar ningún papel a la hora de determinar lo que cualquiera hace con su cuerpo -- mientras nadie salga herido.

Reserve su "Ahá" para el final, si es tan amable. Evidentemente, una incipiente vida humana es destruida, y por tanto puedo hacer una defensa contra el aborto apoyada en los derechos humanos. Creo que deberíamos todas.

Que otras mujeres, como Palin, quieran volver a enmarcar el debate del aborto en términos feministas nuevos defendiendo la idea de que el aborto perjudica a la mujer por lo que es antifeminista me importa, francamente, un rábano. Y no creo que deba molestar a las feministas de la vieja guardia.

La igualdad, después de todo, significa que todas las mujeres tenemos derecho a elegir.

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