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David S. Broder

Una advertencia de bocazas

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WASHINGTON -- La impaciencia con la que los Demócratas se lanzaron a explotar las imprudentes declaraciones del Representante de Texas Joe Barton apuntando que BP había sido víctima de una "campaña de extorsión" protagonizada por la Casa Blanca dice todo lo que hace falta saber de su necesidad de cambiar de tema lejos de los problemas a los que se enfrenta la administración Obama.

Desde hace semanas, parece cada vez más probable que los electores se valgan de las legislativas de noviembre para manifestar su descontento con los persistentes efectos de la Gran Recesión, la amenaza de déficits descontrolados, el estancamiento en Afganistán y la presente tragedia del Golfo de México, causando graves pérdidas a los candidatos Demócratas.

A menos. A menos que un Republicano tras otro intervengan en el candelero, impacientes aparentemente por demostrar que al margen de lo malos que parezcan los Demócratas, la oposición podría ser peor.

El desfile de despropósitos que comenzaba con los candidatos del Partido Republicano al Senado (prestados por el movimiento de protesta fiscal) en Kentucky y Nevada cuestionando la opinión generalizada en todo, desde los derechos sociales a la seguridad social, alcanzaba nuevas cotas con la decisión enormemente desafortunada de Barton de salir en defensa de la petrolera más impopular del mundo frente a un asalto a mano armada ficticio.

Barton, veterano defensor de los sectores del gas y el petróleo, salía a la palestra justo después de que el Presidente Obama hubiera logrado la promesa por parte de los ejecutivos de BP de crear un fondo de 20.000 millones de dólares del que compensar a las familias y las empresas perjudicadas por el accidente de su plataforma en mar abierto.

Mientras que todos los demás felicitaban al presidente por lograr el compromiso que dio contenido a la promesa de BP de atender todas las reclamaciones legítimas, Barton distinguía en la transacción una terrible amenaza al sistema de libre empresa, llamándola "extorsión" de estilo Chicago.

Los líderes de la oposición Republicana en el Congreso habían logrado reprimir sin utilizar una mordaza las ocurrencias de un candidato de Kentucky que critica la Ley de Vivienda Asequible de 1968 y un candidato de Nevada que tiene problemas con la Ley de Seguridad Social de 1935.

Pero cuando -- el mismo día en que el consejero delegado de BP hacía patente su torpeza política al burlarse de Republicanos y Demócratas en comparecencia ante el subcomité de energía de la Cámara -- se declaró abogado defensor de las petroleras, era más de lo que podía tolerar hasta la dirección del Partido Republicano.

El secretario de la oposición en la Cámara John Boehner y sus lugartenientes llamaban a cuentas al texano y le ordenaban retractarse y disculparse -- cosa que hizo puntualmente.

Pero no antes de que el portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs hubiera difundido una respuesta de lenguaje cargado en defensa del presidente, acompañada puntualmente por la de todo Demócrata del Congreso con una cámara, fax o teléfono móvil a tiro.

Según su versión, Barton no era solamente un malhechor sino el tipo que había hecho pública la orden secreta Republicana: Salid y contaminad. Nosotros os cubriremos las espaldas.

Barton fue lo mejor que le ha pasado a los Demócratas durante meses. De pronto no les tocaba defender el vertido submarino que no saben cómo detener; estaban vertiendo la acusación de que la oposición está de parte de los malos ejecutivos.

¿Por qué tanta impaciencia? Porque en los últimos días han leído al analista electoral Stuart Rothenberg pronosticar que cinco de sus escaños en el Senado están a punto de caer en manos Republicanas y otros dos que ahora controlan están en el aire. Si los pierden todos, su margen en el Senado se reduce a cuatro escaños.

Un análisis parecido de la composición de la Cámara realizado por los eruditos Alan Abramowitz y Larry Sábato pronostica avances Republicanos de entre 32 a 39 escaños. La última cifra basta para hacer a Boehner presidente de la Cámara, reemplazando a Nancy Pelosi.

Estas cifras cambiarán a medida que avancen las campañas. Pero se puede ver el motivo de que los Demócratas se cebaran con Barton, y de que Boehner y compañía puedan querer repartir bozales entre sus legisladores.

Una advertencia de bocazas

David S. Broder
David S. Broder
lunes, 21 de junio de 2010, 03:14 h (CET)
WASHINGTON -- La impaciencia con la que los Demócratas se lanzaron a explotar las imprudentes declaraciones del Representante de Texas Joe Barton apuntando que BP había sido víctima de una "campaña de extorsión" protagonizada por la Casa Blanca dice todo lo que hace falta saber de su necesidad de cambiar de tema lejos de los problemas a los que se enfrenta la administración Obama.

Desde hace semanas, parece cada vez más probable que los electores se valgan de las legislativas de noviembre para manifestar su descontento con los persistentes efectos de la Gran Recesión, la amenaza de déficits descontrolados, el estancamiento en Afganistán y la presente tragedia del Golfo de México, causando graves pérdidas a los candidatos Demócratas.

A menos. A menos que un Republicano tras otro intervengan en el candelero, impacientes aparentemente por demostrar que al margen de lo malos que parezcan los Demócratas, la oposición podría ser peor.

El desfile de despropósitos que comenzaba con los candidatos del Partido Republicano al Senado (prestados por el movimiento de protesta fiscal) en Kentucky y Nevada cuestionando la opinión generalizada en todo, desde los derechos sociales a la seguridad social, alcanzaba nuevas cotas con la decisión enormemente desafortunada de Barton de salir en defensa de la petrolera más impopular del mundo frente a un asalto a mano armada ficticio.

Barton, veterano defensor de los sectores del gas y el petróleo, salía a la palestra justo después de que el Presidente Obama hubiera logrado la promesa por parte de los ejecutivos de BP de crear un fondo de 20.000 millones de dólares del que compensar a las familias y las empresas perjudicadas por el accidente de su plataforma en mar abierto.

Mientras que todos los demás felicitaban al presidente por lograr el compromiso que dio contenido a la promesa de BP de atender todas las reclamaciones legítimas, Barton distinguía en la transacción una terrible amenaza al sistema de libre empresa, llamándola "extorsión" de estilo Chicago.

Los líderes de la oposición Republicana en el Congreso habían logrado reprimir sin utilizar una mordaza las ocurrencias de un candidato de Kentucky que critica la Ley de Vivienda Asequible de 1968 y un candidato de Nevada que tiene problemas con la Ley de Seguridad Social de 1935.

Pero cuando -- el mismo día en que el consejero delegado de BP hacía patente su torpeza política al burlarse de Republicanos y Demócratas en comparecencia ante el subcomité de energía de la Cámara -- se declaró abogado defensor de las petroleras, era más de lo que podía tolerar hasta la dirección del Partido Republicano.

El secretario de la oposición en la Cámara John Boehner y sus lugartenientes llamaban a cuentas al texano y le ordenaban retractarse y disculparse -- cosa que hizo puntualmente.

Pero no antes de que el portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs hubiera difundido una respuesta de lenguaje cargado en defensa del presidente, acompañada puntualmente por la de todo Demócrata del Congreso con una cámara, fax o teléfono móvil a tiro.

Según su versión, Barton no era solamente un malhechor sino el tipo que había hecho pública la orden secreta Republicana: Salid y contaminad. Nosotros os cubriremos las espaldas.

Barton fue lo mejor que le ha pasado a los Demócratas durante meses. De pronto no les tocaba defender el vertido submarino que no saben cómo detener; estaban vertiendo la acusación de que la oposición está de parte de los malos ejecutivos.

¿Por qué tanta impaciencia? Porque en los últimos días han leído al analista electoral Stuart Rothenberg pronosticar que cinco de sus escaños en el Senado están a punto de caer en manos Republicanas y otros dos que ahora controlan están en el aire. Si los pierden todos, su margen en el Senado se reduce a cuatro escaños.

Un análisis parecido de la composición de la Cámara realizado por los eruditos Alan Abramowitz y Larry Sábato pronostica avances Republicanos de entre 32 a 39 escaños. La última cifra basta para hacer a Boehner presidente de la Cámara, reemplazando a Nancy Pelosi.

Estas cifras cambiarán a medida que avancen las campañas. Pero se puede ver el motivo de que los Demócratas se cebaran con Barton, y de que Boehner y compañía puedan querer repartir bozales entre sus legisladores.

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