¡Qué carita se nos ha quedado a los millones de aficionados españoles tras la derrota ante Suiza en el debut de la selección española en el Mundial de Sudáfrica! Dejando de lado el oportunismo, la condición de favoritos que se nos ha dado por todo el mundo, incluidos por nosotros mismos, no nos viene nada bien, por mucho que algunos proclamen que esta condición nos es favorable.

Y es que suele pasar, cuando nos crecemos demasiado, la caída y el golpe son más dolorosos. El optimismo, totalmente entendible por la trayectoria más reciente del combinado nacional español, no debe cruzar el límite para pasar a la prepotencia. En la Eurocopa todo empezó como un sueño que fue ganando credibilidad a medida que España fue pasando rondas, incluido los nefastos cuartos de final. Sin embargo, en este Campeonato del Mundo partíamos, junto a la sempiterna Brasil, como claros favoritos para conquistar el máximo trofeo internacional.

Además de los inmejorables resultados de la selección española de estos últimos años, con la consecución de la Eurocopa de Austria como colofón, el rival de ayer era propicio para empezar ganando en el Mundial de Sudáfrica. Suiza apenas confiaba en sí misma ante la manifiesta superioridad de España, pero en un campeonato como éste, donde los supuestos favoritos están teniendo muchos problemas para llevarse la victoria, como han sido el caso por ejemplo de Italia, Brasil o Inglaterra, todo puede pasar, como posteriormente y lamentablemente pudimos observar.

El inicio del choque clarificaba lo postulado hasta el momento, la ‘Roja’ plasmaba su superioridad con un dominio casi absoluto en la posesión del balón. Pero en este deporte, si no se mete la pelota en la portería, el resto no vale para nada. La preocupación iba in crescendo a medida que los jugadores de la selección española no sabían finalizar sus ocasiones. Era anecdótico cómo un combinado nacional, que destaca por su instinto goleador, era incapaz de lograr un tanto. Así, se llegó al descanso esperando que en la segunda parte todo cambiase.

Sin embargo, el encuentro siguió con el mismo guión, es decir, poderío aplastante de España ante Suiza, pero sin conseguir materializar las oportunidades. Los minutos transcurrían, pero tarde o temprano el gol tenía que llegar a favor de los españoles. El cambio de Busquets por Torres y el de Iniesta por Navas, se suponía que propiciaría mayor efectividad para lograr un tanto, pero nada cambiaba. Con un adversario como los suizos, que defendían con nueve jugadores, era innecesario mantener a Busquets, Xabi Alonso y Xavi en el centro del campo, pero la filosofía de los pupilos de Del Bosque es más fuerte que cualquier otra cosa.

Y el gol tardó, pero finalmente llegó. Sin embargo, el tanto vino del lado suizo en una de las dos ocasiones que tuvieron los centroeuropeos en el partido. Una jugada llena de despropósitos, probablemente en fuera de juego, terminó en gol para la sorpresa y la decepción de millones de españoles. Pero si tiene algo los españoles en esta Selección, es confianza. Aún quedaban muchos minutos para darle la vuelta al choque, pero hoy no era el día de los jugadores de Del Bosque. Más oportunidades claras erradas y un palo impedían a España cambiar el devenir del encuentro, mientras que Suiza empezaba a creer en la victoria que terminó cayendo de su lado.

Ahora es cuando España debe demostrar que es una clara aspirante al Mundial, sabiendo sobreponerse a este duro varapalo y aprendiendo de los errores ante Suiza. Esta especie de cura de humildad puede venirle muy bien a una selección española que vivía en una nube y que ha aprendido que un campeonato del Mundo es otro cantar.