Sin duda cuando piensas en alguna persona relevante en tu vida coincidirás conmigo en las fantásticas conversaciones que han mantenido y como estas te han enriquecido. Hablar, compartir tus pensamientos, emociones y vivencias con otra persona es importantísimo, el poder del dialogo en las relaciones y en su propio crecimiento personal es básico.
Esto nos lleva a cuidar todo el entorno para favorecer un ambiente propicio que nos lleven a mantener una conversación cara a cara con otra persona. A mi me gusta visualizar la comunicación como una danza especial, con la música de las palabras y el movimiento de dos cuerpos que se expresan. Quizás hoy podría parecer propio de seres de otros tiempos.
Me parece importante centrar nuestra atención en la devaluación que está ocasionando ese formato más pequeño y descafeinado con una baja carga emocional que es el diálogo digital. Como hemos comentado en diferentes ocasiones, los otros, nuestros iguales, esas personas que conforman nuestro mundo, y esas relaciones que potenciamos con los demás que nos llevan a intentar comprenderlos, entenderlos y al mismo tiempo el mitigar esa necesidad casi de supervivencia que nos lleva a querer ser comprendidos y poder así comunicar nuestros pensamientos, emociones, sueños y anhelos.
Es fundamental entender cómo las palabras que conforman nuestros múltiples diálogos dotan de sentido nuestra realidad, generando una conexión con nuestro mundo emocional. Un mundo que cobra sentido en función de las mil y una historias que nos vamos contando y al mismo tiempo han pasado a formar parte de ese nuestro peculiar mundo interior. Ciertamente, cada palabra dicha en un tiempo determinado evoca una emoción, nos produce un sentimiento. Sin duda el dialogo positivo, que va dirigido a generar emociones como la alegría, la esperanza, esas emociones que amplían y transforman nuestro mundo, puesto que nos construyen. Como ves, ese diálogo propio o ese otro que entra a través de las conversaciones que mantengo con los otros nos enriquece y nos aporta valor.
En alguna ocasión me habrás oído comentar que nuestra vida comienza en el capítulo uno de nuestra historia de vida, historia que escribes con palabras que te acarician o desgarran. Y así construimos nuestro presente y proyectamos nuestro futuro, queriendo elegir esas palabras que nos trasladen a nuestro momento actual. Pero al mismo tiempo es fundamental que releas tu historia y escribas en tono de aprendizaje, esos momentos que puedan plantear que tu libro de la vida se haya transformado en un drama constante.
Sin duda alguna, esos diálogos que nos permiten recoger y apreciar nuestro mundo nos van a permitir transformar esas ideas y mensajes negativos. No te pido que los niegues, sino que cuando los conoces tienes un arma en tus manos que te permite aprender a transformarlos, lo que te hace crecer y cambiar en positivo.