Vincenzo Natali es uno de esos directores con un universo propio tan difícil de conseguir; con la capacidad para que nada más ver una secuencia, o mejor dicho audioverla, se sepa que se trata de una producción suya.
Ya se vio en su apasionante primera obra, Cube, realizada como práctica final de carrera de una escuela de cine canadiense y que supuso una sorpresa mundial. No ha crecido demasiado bien, sobre todo por el exceso de ambientación con sintetizadores lo que la sitúa muy claramente en una determinada época. En Cypher , Nothing o su episodio de Paris Je t´aime, agrandó su condición de director especial dentro de la ciencia ficción y el fantástico.
En su última película, “Splice” cuenta la historia de una pareja de científicos protagonizada por Adrien Brody y la polivalente Sarah Polley, que mediante la combinación de ADN humano y animal dan vida a Dren, un espécimen que desarrollará sus aspectos humanos a lo largo del filme.
Funciona en algunos aspectos, sobre todo al principio, siendo la parte más atractiva la del nacimiento y desarrollo primigenio de la criatura. Otros momentos de la película rozan más la convencionalidad, como la ambición de uno de los científicos o la relación que surge entre creadores y creado.
Algunos giros en la historia producen un efecto probablemente diferente al buscado y quizá por eso, el final sea demasiado precipitado en relación a todo lo que va sucediendo anteriormente. Sin embargo, Natali sabe como sonorizar, ambientar e iluminar una película para conseguir la atmósfera que quiere y esto lo hace también en Splice. Siendo la más convencional, consigue otorgar ese ambiente sórdido, oscuro y hasta, por qué no, metálico, en las dos localizaciones de la película.
Mención aparte para el maquillaje y los efectos especiales, que ganaron el premio en el festival de Sitges. Si te gusta el cine de género, disfrutarás y aun más, si lo haces con el universo Natali. Si el fantástico no es lo tuyo, es muy posible que no te hagas fan con su visionado.