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Etiquetas | The Washington Post Writers Group
Kathleen Parker

Líbidos desatados

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WASHINGTON - Cuando hace una eternidad un legislador de Carolina del Sur describía su estado como "demasiado pequeño para ser república y demasiado grande para ser manicomio", podría haber añadido "¡pero tiene el tamaño perfecto para ser un burdel!"

Tal vez sea la humedad del ambiente. Organice un cóctel, deje salir la naturaleza humana y tendrá esa vieja magia negra.

Pero ¿qué les pasa a todos estos mozos que no pueden mantener las manos quietas? ¿Caballerosidad? ¿Masculinidad, lamentablemente?

Las mujeres de estos embrollos románticos son magnolias de acero en los sauces llorones de sus sin duda lamentables (y tal vez prescindibles) frivolidades.

Nadie necesita que le recuerden la lacrimosa confesión de infidelidad del Gobernador Mark Sanford con su compañera argentina. Su ya ex mujer Jenny Sanford ha convertido la traición de él en una industria a pequeña escala del liderazgo femenino. Ha escrito un libro, participado en tertulias televisivas y convertido en la dama ex oficio de la tragedia antes conocida como victimismo.

Soy una mujer, mire qué bien sé llamar a mis abogados.

En un giro de los acontecimientos que sería irónico de no ser tan abrumadoramente repulsivo, la protegida de Sanford y favorita de Jenny a la gobernación, Nikki Haley, esencialmente está siendo tachada de ramera por dos caballeros que afirman haberla "conocido". En política, como en el amor, el momento lo es todo. Estas presuntas citas surgieron aparentemente justo cuando Haley encabezaba la lista Republicana en la cuenta atrás de las primarias del martes.

Haley, casada y madre de dos hijos, ha negado las alegaciones de ambos. Uno de ellos es el antiguo consultor político de Haley, Will Folks, que durante un tiempo también fue director de comunicaciones del Gobernador Sanford. El otro es el lobista Larry Marchant Jr., que hasta hace poco trabajaba para el teniente de la gobernación André Bauer, también aspirante a la gobernación.

Como Folks, Marchant afirma haber mantenido "una relación física inapropiada" con Haley. Sentía que tenía que anunciarlo porque, ¡oye, tenía que hacerlo!

Bauer, que pagó una minuta de 50.000 dólares a Marchant (antes de despedirle), ha desafiado a Haley a someterse al polígrafo para demostrar que ella ha sido fiel a su marido. ¿En serio, Sr. Hawthorne?

Para los profanos, este es el tipo de material jugoso que hace que los guionistas de comedia duerman como lirones. Para los habitantes de Carolina del Sur, los sucesos que están saliendo a la luz son una plaga, un bacilo, una Deepwater Horizon de vergüenza a borbotones.

Hay que decir que los jugadores de esta pequeña telenovela no son iguales. Conozco a Folks desde hace años, un bloguero político que no hace distinciones, y me fío cuando dice que estaba a punto de salir a la luz algo acerca de su presunta relación. Casado hace poco y padre recién estrenado, dice que intentaba hacer el control de daños cuando dio a conocer la aventura.

No condono ni convengo con su decisión, pero no tiene nada que ver con Marchant, cuya confesión anticipada rezuma el interés al que ahora se consigna.

También conozco a Haley y me fío cuando dice que niega las alegaciones. Pero vayamos a la verdad más profunda y preguntemos: ¿En serio es aquí donde queremos que acabe nuestra política? ¿Sólo la gente impecable es aceptable para ocupar un puesto en la administración? En palabras de Bill Bennett en una ocasión: "Si la perfección es nuestro rasero, entonces no va a hablar nadie".

Esta obsesión con la vida privada de la gente, incluyendo los suculentos análisis del matrimonio de Al y Tipper Gore, nos ha convertido en una nación de solteronas marujonas. Que no se ofendan las marujas. Me vengo resistiendo a escribir acerca de la decisión de los Gore de separarse tras 40 años de matrimonio porque, ¿qué voy a saber yo? Mis disculpas a los aludidos, pero el divorcio de Gore no tiene el más remoto impacto sobre mi vida.

A regañadientes decido meterme en la historia de Haley porque en ella hay asuntos que revisten una importancia más genérica. No es sólo política en su peor estado. Es una persecución, una caza de brujas, una violación política.

"Todo lo que sé hacer es pelear", decía Haley telefónicamente el viernes. "Mantener el tipo y conservar la sonrisa en la cara... Me niego a dejar que esto me distraiga".

De mayor preocupación personal que lo que pudiera haber sucedido entre adultos que consienten, aunque poco afortunados, es ¿qué ha pasado con los caballeros? El Sur ha logrado superar los 150 últimos años de vergüenza regional aferrándose a un rasgo admirable de su pasado pre-guerra: el Caballero.

También él está en peligro de extinción. Con notables excepciones, el otrora garante de la virtud de la mujer se ha convertido simplemente en otro fanático del cotilleo.

Tal vez sea herencia de nuestros tiempos egalitarios. Cuando los hombres se dejan llevar por su Oprah interior, llorando y gimiendo igual que colegialas, puede ser momento de que el sexo fuerte marque la pauta.

Líbidos desatados

Kathleen Parker
Kathleen Parker
jueves, 10 de junio de 2010, 01:21 h (CET)
WASHINGTON - Cuando hace una eternidad un legislador de Carolina del Sur describía su estado como "demasiado pequeño para ser república y demasiado grande para ser manicomio", podría haber añadido "¡pero tiene el tamaño perfecto para ser un burdel!"

Tal vez sea la humedad del ambiente. Organice un cóctel, deje salir la naturaleza humana y tendrá esa vieja magia negra.

Pero ¿qué les pasa a todos estos mozos que no pueden mantener las manos quietas? ¿Caballerosidad? ¿Masculinidad, lamentablemente?

Las mujeres de estos embrollos románticos son magnolias de acero en los sauces llorones de sus sin duda lamentables (y tal vez prescindibles) frivolidades.

Nadie necesita que le recuerden la lacrimosa confesión de infidelidad del Gobernador Mark Sanford con su compañera argentina. Su ya ex mujer Jenny Sanford ha convertido la traición de él en una industria a pequeña escala del liderazgo femenino. Ha escrito un libro, participado en tertulias televisivas y convertido en la dama ex oficio de la tragedia antes conocida como victimismo.

Soy una mujer, mire qué bien sé llamar a mis abogados.

En un giro de los acontecimientos que sería irónico de no ser tan abrumadoramente repulsivo, la protegida de Sanford y favorita de Jenny a la gobernación, Nikki Haley, esencialmente está siendo tachada de ramera por dos caballeros que afirman haberla "conocido". En política, como en el amor, el momento lo es todo. Estas presuntas citas surgieron aparentemente justo cuando Haley encabezaba la lista Republicana en la cuenta atrás de las primarias del martes.

Haley, casada y madre de dos hijos, ha negado las alegaciones de ambos. Uno de ellos es el antiguo consultor político de Haley, Will Folks, que durante un tiempo también fue director de comunicaciones del Gobernador Sanford. El otro es el lobista Larry Marchant Jr., que hasta hace poco trabajaba para el teniente de la gobernación André Bauer, también aspirante a la gobernación.

Como Folks, Marchant afirma haber mantenido "una relación física inapropiada" con Haley. Sentía que tenía que anunciarlo porque, ¡oye, tenía que hacerlo!

Bauer, que pagó una minuta de 50.000 dólares a Marchant (antes de despedirle), ha desafiado a Haley a someterse al polígrafo para demostrar que ella ha sido fiel a su marido. ¿En serio, Sr. Hawthorne?

Para los profanos, este es el tipo de material jugoso que hace que los guionistas de comedia duerman como lirones. Para los habitantes de Carolina del Sur, los sucesos que están saliendo a la luz son una plaga, un bacilo, una Deepwater Horizon de vergüenza a borbotones.

Hay que decir que los jugadores de esta pequeña telenovela no son iguales. Conozco a Folks desde hace años, un bloguero político que no hace distinciones, y me fío cuando dice que estaba a punto de salir a la luz algo acerca de su presunta relación. Casado hace poco y padre recién estrenado, dice que intentaba hacer el control de daños cuando dio a conocer la aventura.

No condono ni convengo con su decisión, pero no tiene nada que ver con Marchant, cuya confesión anticipada rezuma el interés al que ahora se consigna.

También conozco a Haley y me fío cuando dice que niega las alegaciones. Pero vayamos a la verdad más profunda y preguntemos: ¿En serio es aquí donde queremos que acabe nuestra política? ¿Sólo la gente impecable es aceptable para ocupar un puesto en la administración? En palabras de Bill Bennett en una ocasión: "Si la perfección es nuestro rasero, entonces no va a hablar nadie".

Esta obsesión con la vida privada de la gente, incluyendo los suculentos análisis del matrimonio de Al y Tipper Gore, nos ha convertido en una nación de solteronas marujonas. Que no se ofendan las marujas. Me vengo resistiendo a escribir acerca de la decisión de los Gore de separarse tras 40 años de matrimonio porque, ¿qué voy a saber yo? Mis disculpas a los aludidos, pero el divorcio de Gore no tiene el más remoto impacto sobre mi vida.

A regañadientes decido meterme en la historia de Haley porque en ella hay asuntos que revisten una importancia más genérica. No es sólo política en su peor estado. Es una persecución, una caza de brujas, una violación política.

"Todo lo que sé hacer es pelear", decía Haley telefónicamente el viernes. "Mantener el tipo y conservar la sonrisa en la cara... Me niego a dejar que esto me distraiga".

De mayor preocupación personal que lo que pudiera haber sucedido entre adultos que consienten, aunque poco afortunados, es ¿qué ha pasado con los caballeros? El Sur ha logrado superar los 150 últimos años de vergüenza regional aferrándose a un rasgo admirable de su pasado pre-guerra: el Caballero.

También él está en peligro de extinción. Con notables excepciones, el otrora garante de la virtud de la mujer se ha convertido simplemente en otro fanático del cotilleo.

Tal vez sea herencia de nuestros tiempos egalitarios. Cuando los hombres se dejan llevar por su Oprah interior, llorando y gimiendo igual que colegialas, puede ser momento de que el sexo fuerte marque la pauta.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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