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Sergio Brosa

Entre el shekel y la libra

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En Palestina se están planteando, como parte de la reafirmación de su soberanía y dentro de las eternas conversaciones de paz y aún augurando un posible fracaso de las mismas, crear su propia moneda, la libra palestina, pues actualmente utilizan normalmente el shekel israelí.

En efecto, Jihad al-Wazir, presidente de la Reserva Federal Palestina se cuestiona que una de las claves para la condición de estado de Palestina, es disponer de la propia moneda que podría estar ligada al dólar o al euro y mantener la correspondiente paridad.

Es claro que la economía palestina es de reducido tamaño, sin embargo no por eso ha dejar de contemplarse una política monetaria propia, como otro aspecto más de su soberanía y no depender precisamente de la moneda de Israel.

Los últimos veinticinco años, los palestinos han estado usando mayoritariamente el shekel y el dinar jordano para sus transacciones comerciales, razón por la que tantean ahora la posibilidad de resucitar la libra como una moneda propia, de las que tienen muestras desde los tiempos de Alejandro Magno.

Sin prisa pero sin pausa, en Cisjordania resurge la nueva moneda palestina en medio de las conversaciones, impulsada por el primer ministro Salam Fayyad para asegurar que los palestinos puedan operar independientemente de Israel si ganasen soberanía en las conversaciones de paz o como una declaración unilateral si las negociaciones no prosperan en dos años.

Fayyad ha estado trabajando para reformar las instituciones gubernamentales, profesionalizar la policía y establecer organismos convencionales, tales como una oficina de estadística.

Por su parte, Wazir, un economista bien visto que cuenta con un amigo, Stanley Fischer, gobernador del Banco de Israel, ha estado trabajando también para crear la independencia económica palestina.

Un banquero central sin banco, no puede usar las herramientas de la política monetaria tradicional para cambiar los tipos de interés, o emitir cédulas del tesoro. En cambio, Wazir se ha ocupado desde 2008 de fortalecer la supervisión de la banca privada, combatir el lavado de dinero e instaurar mecanismos para descubrir cheques incobrables. Establecer una moneda propia, como uno de los más seguros signos de soberanía, es el lógico paso siguiente.

Todas las opciones están abiertas para la adopción de una moneda propia, dijo Wazir, añadiendo que los palestinos están explorando ligar su futura moneda al euro o al dólar, o tal vez, adoptar una de ellas en lugar del shekel.

Como dice Janine Zacharia, incluso con la advertencia, todos los signos indican que los palestinos están listos finalmente para sacar su propia pasta. Las excavadoras abrieron recientemente un agujero en el suelo para el edificio del nuevo Banco Central de Palestina que incluirá cámaras acorazadas específicas.

La idea de una moneda palestina ha sido motivo de controversia durante mucho tiempo con Israel que tiene una economía veinte veces mayor que la de los palestinos de la que han dependido durante décadas. A la salida del proceso de paz de Oslo a primeros de los años 90, los negociadores dejaron de lado la idea porque parecería un signo de independencia demasiado llamativo y económicamente insensato.

En 2000, la última vez que los israelíes y palestinos se comprometieron seriamente a establecer unas conversaciones de paz, un comité de israelíes y palestinos bendijeron la idea antes de que las conversaciones se estancaran. Aún ahora, a pesar de las recientes reformas económicas aceptadas por el Banco Mundial y otros, diplomáticos israelíes permanecen escépticos a que los palestinos puedan abandonar el shekel, porque su economía, argumentan, es demasiado pequeña y se precisa algo para sustentar la moneda. La moneda, afirman, no es como un prefijo telefónico internacional; tener una moneda propia supone disponer de muchos otros instrumentos. Y no tienen lo que se necesita, apostillan.

Arie Arnon, un profesor de economía israelí que participó en un grupo internacional de trabajo investigando aspectos económicos del conflicto, dice que la moneda palestina es uno de los asuntos simbólicos más importantes de la agenda.

Los israelíes dirán que pueden incrementar la inestabilidad de la economía palestina. Pero si yo fuese palestino argumentaría, dijo Arnon, que el daño a la economía palestina desde las medidas de seguridad y bloqueos es más severo que cualquier perjuicio desde la moneda. Lo que hará a la economía depende de cómo los palestinos la gestionarán; están listos para hacerlo. El problema es que Israel no está políticamente preparado.

Entretanto, unos palestinos en la sombra están pensando en qué imagen poner en los billetes de la moneda palestina; se baraja la imagen de Yasser Arafat.

La moneda propia es algo que los independentistas de nuestro entorno parece que no se han cuestionado todavía, en la errónea creencia de que la UE aceptará de buen grado su ingreso en su seno y funcionarán con el euro. Craso error, pues el cliente de la UE es España y no se aceptará una parte de esta como un todo de otra cosa, por lo que ir pensando en la moneda propia sería algo a tener en la agenda.

El diálogo sería chusco: ¿Cuánto valen esas zanahorias…? ¡El manojo 2,30 montillas…! O ¡Sardinas a 9,50 ibarrextes!

Entre el shekel y la libra

Sergio Brosa
Sergio Brosa
domingo, 30 de mayo de 2010, 22:57 h (CET)
En Palestina se están planteando, como parte de la reafirmación de su soberanía y dentro de las eternas conversaciones de paz y aún augurando un posible fracaso de las mismas, crear su propia moneda, la libra palestina, pues actualmente utilizan normalmente el shekel israelí.

En efecto, Jihad al-Wazir, presidente de la Reserva Federal Palestina se cuestiona que una de las claves para la condición de estado de Palestina, es disponer de la propia moneda que podría estar ligada al dólar o al euro y mantener la correspondiente paridad.

Es claro que la economía palestina es de reducido tamaño, sin embargo no por eso ha dejar de contemplarse una política monetaria propia, como otro aspecto más de su soberanía y no depender precisamente de la moneda de Israel.

Los últimos veinticinco años, los palestinos han estado usando mayoritariamente el shekel y el dinar jordano para sus transacciones comerciales, razón por la que tantean ahora la posibilidad de resucitar la libra como una moneda propia, de las que tienen muestras desde los tiempos de Alejandro Magno.

Sin prisa pero sin pausa, en Cisjordania resurge la nueva moneda palestina en medio de las conversaciones, impulsada por el primer ministro Salam Fayyad para asegurar que los palestinos puedan operar independientemente de Israel si ganasen soberanía en las conversaciones de paz o como una declaración unilateral si las negociaciones no prosperan en dos años.

Fayyad ha estado trabajando para reformar las instituciones gubernamentales, profesionalizar la policía y establecer organismos convencionales, tales como una oficina de estadística.

Por su parte, Wazir, un economista bien visto que cuenta con un amigo, Stanley Fischer, gobernador del Banco de Israel, ha estado trabajando también para crear la independencia económica palestina.

Un banquero central sin banco, no puede usar las herramientas de la política monetaria tradicional para cambiar los tipos de interés, o emitir cédulas del tesoro. En cambio, Wazir se ha ocupado desde 2008 de fortalecer la supervisión de la banca privada, combatir el lavado de dinero e instaurar mecanismos para descubrir cheques incobrables. Establecer una moneda propia, como uno de los más seguros signos de soberanía, es el lógico paso siguiente.

Todas las opciones están abiertas para la adopción de una moneda propia, dijo Wazir, añadiendo que los palestinos están explorando ligar su futura moneda al euro o al dólar, o tal vez, adoptar una de ellas en lugar del shekel.

Como dice Janine Zacharia, incluso con la advertencia, todos los signos indican que los palestinos están listos finalmente para sacar su propia pasta. Las excavadoras abrieron recientemente un agujero en el suelo para el edificio del nuevo Banco Central de Palestina que incluirá cámaras acorazadas específicas.

La idea de una moneda palestina ha sido motivo de controversia durante mucho tiempo con Israel que tiene una economía veinte veces mayor que la de los palestinos de la que han dependido durante décadas. A la salida del proceso de paz de Oslo a primeros de los años 90, los negociadores dejaron de lado la idea porque parecería un signo de independencia demasiado llamativo y económicamente insensato.

En 2000, la última vez que los israelíes y palestinos se comprometieron seriamente a establecer unas conversaciones de paz, un comité de israelíes y palestinos bendijeron la idea antes de que las conversaciones se estancaran. Aún ahora, a pesar de las recientes reformas económicas aceptadas por el Banco Mundial y otros, diplomáticos israelíes permanecen escépticos a que los palestinos puedan abandonar el shekel, porque su economía, argumentan, es demasiado pequeña y se precisa algo para sustentar la moneda. La moneda, afirman, no es como un prefijo telefónico internacional; tener una moneda propia supone disponer de muchos otros instrumentos. Y no tienen lo que se necesita, apostillan.

Arie Arnon, un profesor de economía israelí que participó en un grupo internacional de trabajo investigando aspectos económicos del conflicto, dice que la moneda palestina es uno de los asuntos simbólicos más importantes de la agenda.

Los israelíes dirán que pueden incrementar la inestabilidad de la economía palestina. Pero si yo fuese palestino argumentaría, dijo Arnon, que el daño a la economía palestina desde las medidas de seguridad y bloqueos es más severo que cualquier perjuicio desde la moneda. Lo que hará a la economía depende de cómo los palestinos la gestionarán; están listos para hacerlo. El problema es que Israel no está políticamente preparado.

Entretanto, unos palestinos en la sombra están pensando en qué imagen poner en los billetes de la moneda palestina; se baraja la imagen de Yasser Arafat.

La moneda propia es algo que los independentistas de nuestro entorno parece que no se han cuestionado todavía, en la errónea creencia de que la UE aceptará de buen grado su ingreso en su seno y funcionarán con el euro. Craso error, pues el cliente de la UE es España y no se aceptará una parte de esta como un todo de otra cosa, por lo que ir pensando en la moneda propia sería algo a tener en la agenda.

El diálogo sería chusco: ¿Cuánto valen esas zanahorias…? ¡El manojo 2,30 montillas…! O ¡Sardinas a 9,50 ibarrextes!

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