Tilikum, la "orca asesina" más famosa del mundo, ha muerto. Después de más de 34 años de esclavitud en parques marinos, encontró la única manera de salir de ese tanque miserable y finalmente está en paz. Desde el día en que fue arrancado de su hogar en el océano, siendo un bebé, su vida, durante la cual alguna vez pudo explorar en vastas aguas abiertas, fue reducida a nadar en círculos sin fin en un tanque minúsculo de concreto llenado con agua químicamente tratada (tan solo el 0,0001 por ciento del agua que hubiera atravesado en un solo día en la naturaleza). Le quitaron la esperanza y lo enloquecieron, porque tuvo una vida empobrecida, que consistió en realizar trucos sin sentido a cambio de pescado. Tilikum puede haberse ido, pero aún queda esperanza por Katina, Kasatka, Ulises y Corky y todas las orcas en SeaWorld, para que sean trasladadas a santuarios costeros donde puedan brindarles cierta similitud con la vida que les ha sido negada durante tanto tiempo. Si queremos honrar la memoria de Tilikum, debemos garantizar que su muerte sea la última que ocurra dentro de las paredes de SeaWorld.
Hagamos de ello su legado.
