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David S. Broder

Fechas de caducidad política

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WASHINGTON -- Gran parte de la intuición política consiste simplemente en entender y reconocer las prácticas y las materias que son intocables.

Sí, lo sé, a algunas personas el término "intuición política" mismo les parece una contradicción. Para ellos, la verdadera intuición rechaza el compromiso e insiste en la claridad y la disciplina. Para aquellos que entienden que el sistema estadounidense de gobierno de una sociedad libre implica hallar enfoques prácticos a problemas complejos también entienden que la fecha "de caducidad" tiene su aplicación en política.

Por casualidad, los dos partidos pusieron a prueba ese corolario la semana pasada -- en su detrimento. Los Demócratas a través de la polémica surgida a tenor de las informaciones de la iniciativa de la Casa Blanca de ofrecer al Representante Joe Sestak un importante puesto federal para que no abandone las primarias al Senado por Pennsylvania. Y los Republicanos a través de las polémicas declaraciones del candidato de Kentucky al Senado Rand Paul.

Sestak, el congresista de dos legislaturas de la región occidental de Pennsylvania que adornó sus credenciales populistas y rebeldes en lo que tenía pinta de ser un difícil reto frente al veterano de 30 años pero Senador tránsfuga Arlen Specter, anunciaba que alguien intimo del presidente había intentado tentarle con la idea de abandonar sus aspiraciones y aceptar en su lugar un puesto "de alto nivel" en la administración.

Tanto la secretaría de prensa del presidente como su principal asesor político respondieron que se les había garantizado "que no había sucedido nada inapropiado". Su negativa no fue convincente, teniendo en cuenta las circunstancias.

Cuando Specter, abocado a una probable derrota en las primarias Republicanas de este año, se lanzó a las filas Demócratas y les ofreció su apoyo a la legislación económica de Barack Obama, el Presidente le acogió en calidad de garante temporal de una mayoría a prueba de vetos legislativos y le ofreció su apoyo incondicional en la carrera al Senado -- sin recibir respuesta.

Obama tuvo su bautismo político de fuego en Chicago, donde el Partido Demócrata oficiaba sesiones "de candidatos" en las que el anciano alcalde Richard Daley y sus colegas decidían quién era digno del respaldo de la maquinaria para ocupar puestos altos y bajos. Hace sesenta y dos años, en 1948, Jake Arvey, socio político y valedor de Daley, se jactaba de que en un año difícil para los Demócratas, él había lanzado las carreras políticas tanto de Adlai Stevenson como de Paul Douglas "metiéndolos con calzador" en las listas oficiales Demócratas a gobernador y senador.

Pero el hijo de Daley, el actual alcalde Richard M. Daley, ha reconocido que los tiempos han cambiado hasta en Chicago, y en un sistema dominado por las primarias, los electores quieren elegir a los candidatos por sí solos.

Al parecer, algunos miembros de la Casa Blanca no recibieron el aviso, y de esa manera los portavoces del presidente terminaron afirmando implícitamente que el candidato del partido en la carrera al Senado en Pennsylvania mentía -- o confesaban que habían mentido ellos.

No es la única ocasión en la que la Casa Blanca ha sido sorprendida con las manos en la masa interpretando el papel de hampón. Tanto el gobernador de Nueva York como su favorito al Senado han sido objeto de tales manipulaciones -- con el gobernador David Paterson saliendo por la puerta de atrás y la Senadora Kirsten Gillibrand blindada frente a cualquier reto.

Pero en un momento de rebelión popular, es estúpido que la Casa Blanca trate de recrear un régimen político piramidal. Sólo puede conducir a la vergüenza pública.

En Kentucky, hay una moraleja paralela acerca de la locura de debatir temas cerrados. Antes de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, el país llevó a cabo un debate integral en torno al asunto de la discriminación en el sector privado. Lyndon Johnson y los Demócratas ganaron y Barry Goldwater, el candidato de 1964 que votó en contra del anteproyecto por motivos constitucionales, y los Republicanos perdieron.

Restauradores y hosteleros perdieron el derecho a vetar a las minorías; los empresarios ganaron el derecho a comer y dormir donde quisieran. La mayor parte del país pasó página. Pero Paul, libertario, al parecer no recibió esa nota. En una entrevista mantenida la pasada semana tras ganar la candidatura Republicana, dijo que habría encontrado difícil apoyar el Artículo II de ese proyecto de ley, el que amplía las protecciones de los derechos civiles al sector privado.

Cuando estalló la polémica, trató de decir que -- como Goldwater en su momento -- él aborrece el racismo en cualquiera de sus formas pero tiene una interpretación estricta de la Constitución. Sus asesores le sacaron sabiamente de la parrilla televisiva de entrevistas y se negaron a replantear la cuestión.

Si la Casa Blanca fue imprudente al resucitar la estrategia de arreglo de listas electorales de otros tiempos, Paul fue aún más imprudente al reabrir el debate Goldwater de los derechos civiles de 1964. Hay que respetar la fecha de caducidad.

Fechas de caducidad política

David S. Broder
David S. Broder
viernes, 28 de mayo de 2010, 08:03 h (CET)
WASHINGTON -- Gran parte de la intuición política consiste simplemente en entender y reconocer las prácticas y las materias que son intocables.

Sí, lo sé, a algunas personas el término "intuición política" mismo les parece una contradicción. Para ellos, la verdadera intuición rechaza el compromiso e insiste en la claridad y la disciplina. Para aquellos que entienden que el sistema estadounidense de gobierno de una sociedad libre implica hallar enfoques prácticos a problemas complejos también entienden que la fecha "de caducidad" tiene su aplicación en política.

Por casualidad, los dos partidos pusieron a prueba ese corolario la semana pasada -- en su detrimento. Los Demócratas a través de la polémica surgida a tenor de las informaciones de la iniciativa de la Casa Blanca de ofrecer al Representante Joe Sestak un importante puesto federal para que no abandone las primarias al Senado por Pennsylvania. Y los Republicanos a través de las polémicas declaraciones del candidato de Kentucky al Senado Rand Paul.

Sestak, el congresista de dos legislaturas de la región occidental de Pennsylvania que adornó sus credenciales populistas y rebeldes en lo que tenía pinta de ser un difícil reto frente al veterano de 30 años pero Senador tránsfuga Arlen Specter, anunciaba que alguien intimo del presidente había intentado tentarle con la idea de abandonar sus aspiraciones y aceptar en su lugar un puesto "de alto nivel" en la administración.

Tanto la secretaría de prensa del presidente como su principal asesor político respondieron que se les había garantizado "que no había sucedido nada inapropiado". Su negativa no fue convincente, teniendo en cuenta las circunstancias.

Cuando Specter, abocado a una probable derrota en las primarias Republicanas de este año, se lanzó a las filas Demócratas y les ofreció su apoyo a la legislación económica de Barack Obama, el Presidente le acogió en calidad de garante temporal de una mayoría a prueba de vetos legislativos y le ofreció su apoyo incondicional en la carrera al Senado -- sin recibir respuesta.

Obama tuvo su bautismo político de fuego en Chicago, donde el Partido Demócrata oficiaba sesiones "de candidatos" en las que el anciano alcalde Richard Daley y sus colegas decidían quién era digno del respaldo de la maquinaria para ocupar puestos altos y bajos. Hace sesenta y dos años, en 1948, Jake Arvey, socio político y valedor de Daley, se jactaba de que en un año difícil para los Demócratas, él había lanzado las carreras políticas tanto de Adlai Stevenson como de Paul Douglas "metiéndolos con calzador" en las listas oficiales Demócratas a gobernador y senador.

Pero el hijo de Daley, el actual alcalde Richard M. Daley, ha reconocido que los tiempos han cambiado hasta en Chicago, y en un sistema dominado por las primarias, los electores quieren elegir a los candidatos por sí solos.

Al parecer, algunos miembros de la Casa Blanca no recibieron el aviso, y de esa manera los portavoces del presidente terminaron afirmando implícitamente que el candidato del partido en la carrera al Senado en Pennsylvania mentía -- o confesaban que habían mentido ellos.

No es la única ocasión en la que la Casa Blanca ha sido sorprendida con las manos en la masa interpretando el papel de hampón. Tanto el gobernador de Nueva York como su favorito al Senado han sido objeto de tales manipulaciones -- con el gobernador David Paterson saliendo por la puerta de atrás y la Senadora Kirsten Gillibrand blindada frente a cualquier reto.

Pero en un momento de rebelión popular, es estúpido que la Casa Blanca trate de recrear un régimen político piramidal. Sólo puede conducir a la vergüenza pública.

En Kentucky, hay una moraleja paralela acerca de la locura de debatir temas cerrados. Antes de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, el país llevó a cabo un debate integral en torno al asunto de la discriminación en el sector privado. Lyndon Johnson y los Demócratas ganaron y Barry Goldwater, el candidato de 1964 que votó en contra del anteproyecto por motivos constitucionales, y los Republicanos perdieron.

Restauradores y hosteleros perdieron el derecho a vetar a las minorías; los empresarios ganaron el derecho a comer y dormir donde quisieran. La mayor parte del país pasó página. Pero Paul, libertario, al parecer no recibió esa nota. En una entrevista mantenida la pasada semana tras ganar la candidatura Republicana, dijo que habría encontrado difícil apoyar el Artículo II de ese proyecto de ley, el que amplía las protecciones de los derechos civiles al sector privado.

Cuando estalló la polémica, trató de decir que -- como Goldwater en su momento -- él aborrece el racismo en cualquiera de sus formas pero tiene una interpretación estricta de la Constitución. Sus asesores le sacaron sabiamente de la parrilla televisiva de entrevistas y se negaron a replantear la cuestión.

Si la Casa Blanca fue imprudente al resucitar la estrategia de arreglo de listas electorales de otros tiempos, Paul fue aún más imprudente al reabrir el debate Goldwater de los derechos civiles de 1964. Hay que respetar la fecha de caducidad.

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