Nadie sabe por qué razón cuando dos mujeres disputan por el poder suelen ser mucho más crueles, más atravesadas y más perversas que cuando son los hombres quienes se disputan el mando. Las feministas se han empeñado en eso de las cuotas, una forma de establecer una clara discriminación respecto a los que mejor están en condiciones de ocupar un puesto de responsabilidad. Las mismas feministas son las que discriminan a aquellas mujeres que explotan su físico para triunfar en la vida, calificándolas de traidoras a la causa de las mujeres, sin embargo, como tenemos en el caso de la actriz inconformista Merrill Streep, que no dudan en aprovechar la fama que les ha proporcionado su profesión, su palmito y su fama para intentar entrar en otros campos en los que su capacidad de análisis y sus conocimientos quizá no sean lo bastante “brillantes” para atreverse a pontificar sobre temas que quedan muy alejados de su entorno hollywoodense.

En España y en el gobierno presidido por don Mariano Rajoy también se han reunido, bajo la égida del PP, varias mujeres que intentan brillar con luz propia y, en ocasiones, intentando que la propia sirva, a la vez, para oscurecer la de sus posibles adversarias para escalar el poder. La batalla, si así se la puede calificar, de las dos damas más sobresaliente y más conocidas de la formación dirigida por el señor Rajoy, no por haberse producido desde el anonimato del secreto o disimulada por las sonrisas y gestos de complicidad de las dos antagonistas, no ha carecido de todos los elementos que caracterizan la rivalidad “a muerte”. La indirecta, el desplante, la conspiración o la malevolente intriga han campado por sus respetos durante los años en que la señora Dolores de Cospedal o su “amiga” Soraya Sáez de Santamaría, han debido, forzosamente, convivir dentro de las filas de los populares.

Un verdadero maratón que podríamos calificar de resistencia y terquedad por parte de la señora Cospedal y una lección de intrigas, de descalificaciones y de maledicencia a cargo de Soraya, la más beneficiada por Rajoy y la más cercana a él; lo cual le ha proporcionado una considerable ventaja respecto a su menos favorecida antagonista y actual secretaria general del Partido Popular. El currículo de la señora Cospedal no puede ser más brillante y eclipsa, por la calidad, número e importancia de los importantes cargos por los que ha pasado a través de su meteórica carrera política. La vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, también abogada del estado como Cospedal, tiene un currículo que podríamos decir más de carácter técnico que su rival, pero en el aspecto político (hasta que Rajoy creyó darle más responsabilidades) está a muchas leguas de distancia de doña Dolores que lleva años bregando en cargos políticos.

Se puede decir que esta rivalidad, que podríamos calificar de endémica, ha pasado por distintas fases en las que, en ocasiones ha llevado las de ganar la señora Cospedal y otras en las que Soraya ha conseguido anularla. Debemos precisar que, la notable influencia y las misiones que Rajoy ha decidido encomendarle a su patrocinada de un tiempo a esta parte ha inclinado la balanza del lado de la vicepresidenta como se ha demostrado cuando a la señora Cospedal se le ha asignado uno de los ministerios, el de Defensa, que en el aspecto de influencia política se puede considerar light, aunque tenga una gran importancia por radicar en él la misión de velar por la seguridad del país y colaborar en todas las misiones en las que está comprometida nuestra nación en países extranjeros. Puede ser, que, en un futuro indeterminado, sea el Ejército en que deba asumir, como queda explicitado en la Constitución española, la función de valar por la unidad de España si los catalanes deciden continuar en su empeño de romper con el resto de nuestra nación.

No obstante, es evidente que la señora Cospedal resulta ser un hueso duro de roer y es evidente que no se va a declarar vencida por una contrariedad. Lo cierto es que, desde que ha asumido el mando del ministerio, su actividad se puede considerar atípica y febril, algo que resulta inusual en un tipo de funciones de limitado presupuesto, debido a los duros recortes que se han llevado a cabo en la partida de los PGE que afectan al ministerio de Defensa. No sabemos si por azares del Destino o por designios de la Providencia, la señora ministra ha tenido un ramalazo de suerte que ¡Oh designios de los dioses!, a la vez ha representado un tropiezo, tanto para el directo afectado por el tema del Yak42, el señor Trillo, siniestro en el que fallecieron 62 soldados españoles, como para el propio Gobierno español en un momento en que los vientos soplaban a su favor.

Lo cierto es que, la probada habilidad de la señora ministra para manejarse en situaciones complicadas, ha dado por fruto que haya vuelto al primer plano de la actualidad, precisamente por el éxito que ha cosechado al lograr que, las víctimas de aquel siniestro, que llevaban años reclamando contra la opacidad con la que se había tratado aquel tema tan espinoso, hayan decidido allanarse a partir de 0, cuando la señora Cospedal, ha tenido la suficiente mano izquierda para metérselos en el bolsillo. ¿Podrá ignorar Rajoy el buen trabajo de su ministra de Defensa? No lo sabemos, pero lo que sí parece suficientemente evidente es que, la delicada función que le había encomendado a Soraya de dialogar con los independentistas catalanes, para que se avinieran a desistir de su empeño por celebrar el referéndum para poder decidir; no parece que haya tenido el éxito esperado y, las visitas a Barcelona de la vicepresidenta, parece que han quedado en agua de borrajas; al menos en lo que era básico ya que, las cuestiones económicas de las que se pueda hablar, sin un acuerdo sobre la consulta, no tendrían ninguna razón de ser.

¿Significará este tanto que se acaba de apuntar la señora Cospedal, la garantía de que va a seguir en su puesto de secretaria general del PP? o, ¿el equipo de la vicepresidenta, a pesar de la pifia catalana, va a conseguir que el señor Rajoy, un señor desconocido para aquellos que nos fiábamos de él, dispuesto a todo con tal de mantenerse en el Gobierno, siga apoyando la idea de que hay que deshacerse de la expresidenta de la comunidad de Castilla-La Mancha? El desconcierto que se adivina, a pesar de la forma férrea con la que el presidente está llevando a su partido, demuestra que, en el seno del PP se están produciendo diversas corrientes de opinión que difieren de la política actual de los directivos del partido y que parecen alejarse, cada vez más, de los principios fundamentales en los que se han venido apoyando los grupos de afiliados y simpatizantes que, a pesar de las dificultades, han venido votando fielmente a un partido considerando de centro-derecha, ajeno por completo a las formas y objetivos utilizados por la actual dirección del PP.

Nada está cerrado. Como tampoco lo está el que el señor Aznar haya dicho su última palabra respecto a un proyecto distinto para el PP. Tenemos la impresión de que la confianza en Rajoy, a medida que los acontecimientos en política se van sucediendo; que el problema catalán sigue siendo el más importante de los que afectan al país; que temas como la deuda pública parece que se hacen incontrolables y, a pesar de ello, parece que se está cediendo con demandas de la oposición que representan incrementar el gasto público cuando las últimas noticias sobre las pensiones ponen en evidencia que, agotada las reserva que existía para responder del pago de las mensualidades a las clases pasivas, va a ser preciso acudir a la deuda pública para que los pensionistas puedan seguir cobrando, puntualmente, sus respectivas nóminas.

Seguimos creyendo que el señor Rajoy se ha equivocado en elegir a sus consejeros y que, la señora Sáez de Santamaría nos parece no estar los suficientemente bien informada del problema catalán y de que, las soluciones dialogadas ya no son posibles si es que el Gobierno está dispuesto a seguir firme en impedir la famosa consulta por el derecho a decidir. Pero ¿en realidad, estamos seguros de que no acabarán claudicando? Todo puede ser en este país donde parece que todos se están volviendo locos.