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“Para conocer a la gente hay que darle sus quince minutos de fama y ver cómo los usa” Yanny

¿Es C´s un partido oportunista, carente de ideología propia?

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Donde parecía haber un mar en calma, una piscina transparente y un ambiente de unidad, solidaridad y buenas sensaciones, de pronto se empiezan a notar turbulencias, pequeñas en principio, pero, en definitiva, suficientes para ondular la superficie del mar, enturbiar el agua de la piscina y enrarecer aquel ambiente de mutua camaradería y pleno entendimiento. El partido de Ciudadanos, dirigido por el abogado Albert Rivera, es lo que podríamos calificar como una casa empezada por el tejado. No fue, su origen, la expresión de un idealismo político determinado, no fue impulsado por el interés de aplicar un sistema específico de gobierno fuere de derechas, de izquierdas o de cualquier otra tendencia política. Ciudadanos surgió, en Cataluña, como una alternativa ad hoc al lugar que el PP debería haber ocupado en el panorama político de la comunidad catalana y, por cuestiones de todos conocidas, debido a la campaña que, desde el nacionalismo y la extrema izquierda dominantes en aquella región, se convirtió en el chivo expiatorio, el blanco de las críticas que, una gran mayoría de catalanes, proferían en lo que calificaban como una agresión a sus instituciones, una invasión de sus libertades, una usurpación a sus derechos y un ataque contra sus aspiraciones a constituirse en una nación independiente. En definitiva, nada más ni nada menos que: exigir el cumplimiento de la Constitución.

El señor Rivera supo ver, en su día, este espacio que quedaba en Cataluña, correspondiente a aquellos ciudadanos de derechas y de izquierda moderada, que no estaban de acuerdo, los unos, con la radicalidad separatista de la burguesía catalana, representada por CDC, los otros, con la postura independentista y anti-españolista de ERC e IU, incluso por encima de sus postulados de izquierdas. El partido que surgió de la nada, dirigido por Rivera, encontró el apoyo de todos aquellos de derechas moderada que no sentían simpatías por el PP y recogió una gran parte de los socialistas más centrados, disgustados por la actitud del PSC y su dependencia de la organización central del PSOE. Fue un partido que se definió de centro-izquierda pero que, en realidad aglutinó a todos aquellos ciudadanos que no compartían el sentimiento anti-españolista y separatista de las mayorías que formaban el Gobern catalán.

Todos conocemos el peaje que tuvo que pagar el PP del señor Rajoy. Por una parte, la política de recortes, de moderación salarial, de reducción del gasto público y contención del déficit público; que le generó la antipatía de muchos ciudadanos, el desapego de una parte importante de sus votantes y, por otra, la guerra implacable que los partidos de la oposición desencadenaron contra él, viendo la ocasión de acabar con la mayoría que le habían otorgado los españoles en las elecciones del 20N del 2011. Ciudadanos fue el gran beneficiado de esta circunstancia y, seguramente, lo que impulsó a su dirección a presentarse a las elecciones municipales y, posteriormente, a las legislativas de diciembre del 2015. Los buenos resultados y la particularidad del panorama político español, permitieron que, el partido de Rivera que, en otra ocasión, no hubiera tenido la menor posibilidad de entrar en la política nacional, se convirtiera, en las municipales, en indispensable para que el PSOE pudiera gobernar, entre otros lugares en la capital de la nación. Pero fue en las legislativas donde se adjudicó una parte importante de los descontentos con el PP (que perdió tres millones de votantes) y también del PSOE (el resto se pasaron a Podemos o a los comunistas).

En el maremágnum que se produjo ante la indefinición a la que dio lugar la imposibilidad de formar un gobierno; cuando el C´s llegó a aliarse con el PSOE de P.Sánchez, (entonces empeñado en ningunear a Rajoy, el líder que había ganado las elecciones), en lugar de apoyar al partido, el PP, con el que le unían más afinidades, por antipatías personales hacia Rajoy ( llegó a pedir al PP que sacara a don Mariano de la candidatura a presidente, sustituyéndolo por otro); el partido de Ciudadanos se pretendió erigir en árbitro de la contienda entre los dos grandes partidos, imponiendo sus puntos de vista e intentando situarse en la postura de mediador para sacar el mayor provecho de la situación. Pero el PSOE explotó y Sánchez fue defenestrado, siendo sustituido por una gestora presidida por Fernández, lo que le dio un vuelco a la situación de modo que, prescindiendo de Ciudadanos, el PP y el PSOE hicieron un acuerdo de mínimos por el que, a regañadientes, el PSOE se abstuvo en la investidura y salió elegido Rajoy.

Todo el esfuerzo de C´s en vano. Aquella posición de partido imprescindible dejó de existir y, de aquí han empezado a surgir los problemas internos en C´s. Aquel partido que recogió descontentos del PP y del PSOE, empezó a perderlos cuando, el PP, consiguió que muchos de los que le habían abandonado, regresaran al redil, ganando en las últimas elecciones un buen puñado de escaños que, por su parte, perdieron los de C´s. Es obvio que los escaños que C´s había conseguido en el resto de España no los había obtenido por su propuesta ideológica, de la que ha venido careciendo, sino por haberse convertido en un partido “refugio”, en el que muchos esperaron a que se aclarara la situación confusa originada por los resultados electorales de las primeras elecciones del 2015, para posicionarse posteriormente (como hicieron) votando a aquellos partidos con los que les unían lazos más cercanos. ¿Dónde queda el partido de Rivera cuando, en su seno, es evidente que existen serias diferencias entre los miembros de Cataluña y los del resto de España? Era obvio que, como parece que ha empezado a ocurrir, los de Madrid no estén de acuerdo en que, los estatutos del partido, obliguen a que todas las resoluciones o decisiones, tomadas por los miembros de C´s del resto de autonomías, deban pasar, antes de poderse validar, por el cedazo de la central ubicada en Cataluña.

Es cierto que las encuestas les continúan dando votos, pero cada vez en menor cantidad; algo que le sucede también, a pesar de los esfuerzos que viene haciendo la gestora para recuperar la confianza de los votantes, al PSOE, al que todas las encuestas le vienen anunciando una nueva derrota si, en la actualidad, se repitieran las elecciones. Nadie piensa que el puesto de A.Rivera corra, de momento, peligro y todo parece anunciar que saldrá ileso del próximo Congreso del partido; pero esto no quiere decir que no deban afrontarse cambios importantes en la dirección ideológica de la formación y, es muy posible que ello pudiera comportar una revisión de los propios Estatutos fundacionales, dándoles mayor flexibilidad, más facultades a las delegaciones autonómicas para que no se vieran tan mediatizadas desde Barcelona. Lo cierto es que deben decidir en qué lugar piensan situarse dentro del ramillete de posiciones políticas del arco parlamentario, algo que parece querer intentar el señor Rivera, cuando se ha dado cuenta de que, una postura como aquella por la que optaron cuando fundaron Ciudadans, bastante escorada a la izquierda, hoy en día no les favorece porque, este lugar, ya está saturado por formaciones como el PSOE, Podemos e IU, con las que no se pueden comparar ni, evidentemente, les interesa que los pudieran confundir con ellas.

El señor Rivera va a tener que demostrar que tiene autoridad para poner en vereda a aquellos que han empezado a abrir una brecha en la muralla de la ciudadela y, al propio tiempo, tomar aquellas decisiones que permitan que, el actual monolito de la dirección catalana, deje paso a un tipo de dirección que delegue parte de sus funciones, aquellas de tipo más regional y cotidianas, para que las representaciones autonómicas del partido no queden tan encorsetadas como ocurre en la actualidad. Puede que haya llegado el momento en que, esta dictadura, se convierta en una democracia.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos que nuestro mapa político, no sabemos si para bien o para mal, va entrando en una faceta en la que los distintos representantes que ocupan los escaños de nuestro Parlamento, van a tener, aparte de escenificar sus diferencias, de mantener sus opciones políticas y de aceptar las decisiones mayoritarias de la cámara; aprender a ceder, ajustarse a las necesidades de la nación y adaptarse a lo que, desde la UE, se nos pide ya que, en caso contrario, no habrá otra opción ( el arma que le queda al señor Rajoy) que volver a convocar comicios sin que, por desgracia, tengamos la certeza que, de ellos, salga una situación tal que permita al nuevo gobierno salido de las urnas, gobernar sin verse obligado a someterse, continuamente, a las exigencias de la oposición. En caso contrario, es muy posible que, el destino de España sea entrar en una dinámica parecida a la de la actual nación griega o peor.

¿Es C´s un partido oportunista, carente de ideología propia?

“Para conocer a la gente hay que darle sus quince minutos de fama y ver cómo los usa” Yanny
Miguel Massanet
jueves, 5 de enero de 2017, 02:12 h (CET)
Donde parecía haber un mar en calma, una piscina transparente y un ambiente de unidad, solidaridad y buenas sensaciones, de pronto se empiezan a notar turbulencias, pequeñas en principio, pero, en definitiva, suficientes para ondular la superficie del mar, enturbiar el agua de la piscina y enrarecer aquel ambiente de mutua camaradería y pleno entendimiento. El partido de Ciudadanos, dirigido por el abogado Albert Rivera, es lo que podríamos calificar como una casa empezada por el tejado. No fue, su origen, la expresión de un idealismo político determinado, no fue impulsado por el interés de aplicar un sistema específico de gobierno fuere de derechas, de izquierdas o de cualquier otra tendencia política. Ciudadanos surgió, en Cataluña, como una alternativa ad hoc al lugar que el PP debería haber ocupado en el panorama político de la comunidad catalana y, por cuestiones de todos conocidas, debido a la campaña que, desde el nacionalismo y la extrema izquierda dominantes en aquella región, se convirtió en el chivo expiatorio, el blanco de las críticas que, una gran mayoría de catalanes, proferían en lo que calificaban como una agresión a sus instituciones, una invasión de sus libertades, una usurpación a sus derechos y un ataque contra sus aspiraciones a constituirse en una nación independiente. En definitiva, nada más ni nada menos que: exigir el cumplimiento de la Constitución.

El señor Rivera supo ver, en su día, este espacio que quedaba en Cataluña, correspondiente a aquellos ciudadanos de derechas y de izquierda moderada, que no estaban de acuerdo, los unos, con la radicalidad separatista de la burguesía catalana, representada por CDC, los otros, con la postura independentista y anti-españolista de ERC e IU, incluso por encima de sus postulados de izquierdas. El partido que surgió de la nada, dirigido por Rivera, encontró el apoyo de todos aquellos de derechas moderada que no sentían simpatías por el PP y recogió una gran parte de los socialistas más centrados, disgustados por la actitud del PSC y su dependencia de la organización central del PSOE. Fue un partido que se definió de centro-izquierda pero que, en realidad aglutinó a todos aquellos ciudadanos que no compartían el sentimiento anti-españolista y separatista de las mayorías que formaban el Gobern catalán.

Todos conocemos el peaje que tuvo que pagar el PP del señor Rajoy. Por una parte, la política de recortes, de moderación salarial, de reducción del gasto público y contención del déficit público; que le generó la antipatía de muchos ciudadanos, el desapego de una parte importante de sus votantes y, por otra, la guerra implacable que los partidos de la oposición desencadenaron contra él, viendo la ocasión de acabar con la mayoría que le habían otorgado los españoles en las elecciones del 20N del 2011. Ciudadanos fue el gran beneficiado de esta circunstancia y, seguramente, lo que impulsó a su dirección a presentarse a las elecciones municipales y, posteriormente, a las legislativas de diciembre del 2015. Los buenos resultados y la particularidad del panorama político español, permitieron que, el partido de Rivera que, en otra ocasión, no hubiera tenido la menor posibilidad de entrar en la política nacional, se convirtiera, en las municipales, en indispensable para que el PSOE pudiera gobernar, entre otros lugares en la capital de la nación. Pero fue en las legislativas donde se adjudicó una parte importante de los descontentos con el PP (que perdió tres millones de votantes) y también del PSOE (el resto se pasaron a Podemos o a los comunistas).

En el maremágnum que se produjo ante la indefinición a la que dio lugar la imposibilidad de formar un gobierno; cuando el C´s llegó a aliarse con el PSOE de P.Sánchez, (entonces empeñado en ningunear a Rajoy, el líder que había ganado las elecciones), en lugar de apoyar al partido, el PP, con el que le unían más afinidades, por antipatías personales hacia Rajoy ( llegó a pedir al PP que sacara a don Mariano de la candidatura a presidente, sustituyéndolo por otro); el partido de Ciudadanos se pretendió erigir en árbitro de la contienda entre los dos grandes partidos, imponiendo sus puntos de vista e intentando situarse en la postura de mediador para sacar el mayor provecho de la situación. Pero el PSOE explotó y Sánchez fue defenestrado, siendo sustituido por una gestora presidida por Fernández, lo que le dio un vuelco a la situación de modo que, prescindiendo de Ciudadanos, el PP y el PSOE hicieron un acuerdo de mínimos por el que, a regañadientes, el PSOE se abstuvo en la investidura y salió elegido Rajoy.

Todo el esfuerzo de C´s en vano. Aquella posición de partido imprescindible dejó de existir y, de aquí han empezado a surgir los problemas internos en C´s. Aquel partido que recogió descontentos del PP y del PSOE, empezó a perderlos cuando, el PP, consiguió que muchos de los que le habían abandonado, regresaran al redil, ganando en las últimas elecciones un buen puñado de escaños que, por su parte, perdieron los de C´s. Es obvio que los escaños que C´s había conseguido en el resto de España no los había obtenido por su propuesta ideológica, de la que ha venido careciendo, sino por haberse convertido en un partido “refugio”, en el que muchos esperaron a que se aclarara la situación confusa originada por los resultados electorales de las primeras elecciones del 2015, para posicionarse posteriormente (como hicieron) votando a aquellos partidos con los que les unían lazos más cercanos. ¿Dónde queda el partido de Rivera cuando, en su seno, es evidente que existen serias diferencias entre los miembros de Cataluña y los del resto de España? Era obvio que, como parece que ha empezado a ocurrir, los de Madrid no estén de acuerdo en que, los estatutos del partido, obliguen a que todas las resoluciones o decisiones, tomadas por los miembros de C´s del resto de autonomías, deban pasar, antes de poderse validar, por el cedazo de la central ubicada en Cataluña.

Es cierto que las encuestas les continúan dando votos, pero cada vez en menor cantidad; algo que le sucede también, a pesar de los esfuerzos que viene haciendo la gestora para recuperar la confianza de los votantes, al PSOE, al que todas las encuestas le vienen anunciando una nueva derrota si, en la actualidad, se repitieran las elecciones. Nadie piensa que el puesto de A.Rivera corra, de momento, peligro y todo parece anunciar que saldrá ileso del próximo Congreso del partido; pero esto no quiere decir que no deban afrontarse cambios importantes en la dirección ideológica de la formación y, es muy posible que ello pudiera comportar una revisión de los propios Estatutos fundacionales, dándoles mayor flexibilidad, más facultades a las delegaciones autonómicas para que no se vieran tan mediatizadas desde Barcelona. Lo cierto es que deben decidir en qué lugar piensan situarse dentro del ramillete de posiciones políticas del arco parlamentario, algo que parece querer intentar el señor Rivera, cuando se ha dado cuenta de que, una postura como aquella por la que optaron cuando fundaron Ciudadans, bastante escorada a la izquierda, hoy en día no les favorece porque, este lugar, ya está saturado por formaciones como el PSOE, Podemos e IU, con las que no se pueden comparar ni, evidentemente, les interesa que los pudieran confundir con ellas.

El señor Rivera va a tener que demostrar que tiene autoridad para poner en vereda a aquellos que han empezado a abrir una brecha en la muralla de la ciudadela y, al propio tiempo, tomar aquellas decisiones que permitan que, el actual monolito de la dirección catalana, deje paso a un tipo de dirección que delegue parte de sus funciones, aquellas de tipo más regional y cotidianas, para que las representaciones autonómicas del partido no queden tan encorsetadas como ocurre en la actualidad. Puede que haya llegado el momento en que, esta dictadura, se convierta en una democracia.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos que nuestro mapa político, no sabemos si para bien o para mal, va entrando en una faceta en la que los distintos representantes que ocupan los escaños de nuestro Parlamento, van a tener, aparte de escenificar sus diferencias, de mantener sus opciones políticas y de aceptar las decisiones mayoritarias de la cámara; aprender a ceder, ajustarse a las necesidades de la nación y adaptarse a lo que, desde la UE, se nos pide ya que, en caso contrario, no habrá otra opción ( el arma que le queda al señor Rajoy) que volver a convocar comicios sin que, por desgracia, tengamos la certeza que, de ellos, salga una situación tal que permita al nuevo gobierno salido de las urnas, gobernar sin verse obligado a someterse, continuamente, a las exigencias de la oposición. En caso contrario, es muy posible que, el destino de España sea entrar en una dinámica parecida a la de la actual nación griega o peor.

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