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Colaboramos con las crueldades a base de una permisividad más o menos encubierta

Barahúnda Cruel

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La razón no juega al todo o nada, las capacidades de las personas difieren y tampoco coinciden las circunstancias idénticas, sobre todo al ser relacionadas con alguien en concreto. A los menos dotados apenas les podemos recabar leves responsabilidades. Por el contrario, en la medida de una mayor capacidad, las implicaciones aumentan, sus intervenciones y sus repercusiones. Dicha ampliación comporta peligrosas creaciones cuando se extralimita. Con la sola razón hipertrofiada surgen los MONSTRUOS plasmados en el grabado genial de Francisco de Goya. Son figuras simbólicas de la experimentación cotidiana con desgraciadas intervenciones, siempre excesivas, en una progresión alarmante. Es suficiente una ojeada por el recorrido histórico para curarnos del posible asombro. ¡Son tantas las deformidades provocadas! Después de una sobrada palabrería nada aplicada en sus contenidos argumentales, no cesan las apariciones de gente apegada al concepto de VERDAD, que ellos pregonan con aires de absoluto. Si fuera una estricta manifestación personal intrascendente, sería una curiosidad entretenida. Su envergadura peligrosa avanza por una evolución despreciable. Empieza por el error de creer en su clarividencia para el conocimiento de la verdad inalcanzable, pasa al desdén hacia otras ideas; acabando en ejemplos bien conocidos de intransigencias, abusos, agresividad y matanzas.

Al final, la gruesa verdad explícita fragua en las BARBARIDADES provocadas. Casi siempre parten de la ambigüedad o polivalencia inicial de ciertas verdades parciales, valiosas mientras permanezcan moderadas en sus ámbitos. Resulta bárbara la transformación de la visión personal, lógica, en entidades arrolladoras de cuanto rozan en sus andanzas. Bien a través de los trazados económicos, ideas, conceptos o comportamientos sociales. Lo que pudo ser semilla de realidades estupendas, acabó destrozándolas.

Ahora que convivimos con campañas electorales de diverso pelaje, es patente la discordancia entre lo que piensan los voceadores y las realidades acompañantes. Surgen comentarios propiciando ordenamientos para las más peculiares funciones. Vida laboral, pensiones, memoria, ocio, orientación sexual, crencias, trato a los animales; son una muestra. Ocultan como el ORDEN propuesto adolece de dos facetas inconvenientes. El orden flaquea cuando las circunstancias envolventes son inestables, es decir, casi siempre. Y el ordenamiento está orientado a la protección de los poderosos, duchos en meter baza. Pocas veces es una orfanización favorecedora de los elementos individuales corrientes.

Ese orden desequilibrado para el común de las gentes enarbola un claro dirigismo afín a los grandes capitostes. Vengo a resaltar las características divergentes implícita en el denominado orden establecido por auténticos POPULISMOS; controladores de cara a los de abajo y liberador para los instalados en las poltronas. Esto es muy antiguo, los protagonistas de ahora sólo son aprendices, si acaso, aventajados. Kierkegaard lo mencionaba, “No se trata sino del lugar desde el que hay que observar”. Según se observe, los planteamientos no se parecen en nada. El sufrido pueblo de muchos integrantes, urbanitas o camperos, continua con las presiones que los concentra en unos pocos y aprovechados dirigentes.

Pese a las pretensiones de que cualquier tipo de conocimiento lo tenemos accesible, los niveles de desinformación son patentes en gran parte de las actividades emprendidas. Quizá, como causa principal, actuamos baja la confusión informativa de considerar las ALGARABÍAS estruendosas como órganos valorativos y no pocas veces ejecutivos. Aún peores son las maquinaciones en la frialdad de los despachos, desdeñan las sufridas experiencias de las afueras. Ambas constituyen impedimentos importantes para la presencia real, efectiva, de las personas en la sociedad. Desencadenan movidas patentes, con la crueldad paradójica de no contar con los núcleos personales de los participantes engañados en las campañas orquestadas.

Es curioso el reparto de los silencios según las modalidades de crueldad; en ellos están involucrados los sometidos a los desmanes, los indiferentes a cuanto les ocurra a los demás y la ralea de abusadores; asombra el exceso de SILENCIOS con tanta gente de por medio. La callada por respuesta ante los eventos habituales viene motivada por los intereses inconfesables de los aferrados a las posiciones del poder, por la estupidez de grandes mayorías, junto al recluimiento de los damnificados bien por miedo, ignorancia o impotencia. Demasiados factores inductores para pensar en posturas correctoras. El tupido velo perjudica con preferencia y con mayor intensidad a los débiles, atraen las influencias perniciosas, que otros manejan con descaro.

Los TENTÁCULOS de los opresores injustificados son alargados, utilizan cualquier medio domesticable. Las gestiones bancarias utilizan el capital de los demás en inversiones capciosas sólo conocidas por sus dirigentes, ellos extraen los beneficios principales. Los entretenimientos con enormes audiencias sirven de tapadera a sus mentores asociados para maniobras políticas, crematísticas o ideológicas; chirrían en su relación con los candidatos electorales de reciente recuerdo. Se convierte en habitual la utilización de las aglomeraciones para el encubrimiento de unos pocos maniobreros. Parece que las estructuras, leyes e instituciones estuvieran maquinadas para la obstaculización de los anhelos espontáneos elaborados con limpieza de ánimo.

Las azarosas vivencias cotidianas suponen una amplia muestra de miserias resumidas en un denominador común, el de la DESVINCULACIÓN. Los elementos individuales apenas atienden a las contingencias de los que tienen próximos. A los alejados, según convenga. El clamor de la crueldad destaca en las diferentes edades, niños en edad escolar, jóvenes fanatizados, adultos encumbrados perversos y corruptos, intelectuales embrutecedores del sentido de la vida y cómplices, muchos cómplices. La vorágine ahoga los brotes encaminados a mejores colaboraciones, las cuales sólo aparecen como minúsculas islas solitarias. En semejante panorama, las conductas despreciables acogotan.

Hablamos de cambios, renovación y hasta de revoluciones, que no suprimen los desgraciados despropósitos. Los acerbos empeños de una sociedad disgregada apuntan al desdén y los abusos. La cruel comitiva avanza potente y despiadada. Los discordantes son abandonados a su suerte, ignorados, después de haberlos exprimido con saña. Si al menos pudiéramos desprendernos de la crueldad, serían menos escandalosas las relaciones. Mientras, la FRIALDAD atenaza.

Adoptamos una contradicción nefasta. Reprobamos gran parte de las actitudes sociológicas del momento, en una recriminación a una superioridad que ni siquiera hemos definido. Pero olvidamos que no basta el instinto naturalista de dejarse llevar; el pensamiento debe servir para una programación congruente con lo que pretendemos y lo que somos. El conocimiento científico, la técnica, son insuficientes para el buen encauzamiento. Es indigna la PERMISIVIDAD ante los sufrimientos originados, pero las cualidades oportuna las hemos aparcado a favor de otros intereses..

Barahúnda Cruel

Colaboramos con las crueldades a base de una permisividad más o menos encubierta
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 30 de diciembre de 2016, 01:10 h (CET)
La razón no juega al todo o nada, las capacidades de las personas difieren y tampoco coinciden las circunstancias idénticas, sobre todo al ser relacionadas con alguien en concreto. A los menos dotados apenas les podemos recabar leves responsabilidades. Por el contrario, en la medida de una mayor capacidad, las implicaciones aumentan, sus intervenciones y sus repercusiones. Dicha ampliación comporta peligrosas creaciones cuando se extralimita. Con la sola razón hipertrofiada surgen los MONSTRUOS plasmados en el grabado genial de Francisco de Goya. Son figuras simbólicas de la experimentación cotidiana con desgraciadas intervenciones, siempre excesivas, en una progresión alarmante. Es suficiente una ojeada por el recorrido histórico para curarnos del posible asombro. ¡Son tantas las deformidades provocadas! Después de una sobrada palabrería nada aplicada en sus contenidos argumentales, no cesan las apariciones de gente apegada al concepto de VERDAD, que ellos pregonan con aires de absoluto. Si fuera una estricta manifestación personal intrascendente, sería una curiosidad entretenida. Su envergadura peligrosa avanza por una evolución despreciable. Empieza por el error de creer en su clarividencia para el conocimiento de la verdad inalcanzable, pasa al desdén hacia otras ideas; acabando en ejemplos bien conocidos de intransigencias, abusos, agresividad y matanzas.

Al final, la gruesa verdad explícita fragua en las BARBARIDADES provocadas. Casi siempre parten de la ambigüedad o polivalencia inicial de ciertas verdades parciales, valiosas mientras permanezcan moderadas en sus ámbitos. Resulta bárbara la transformación de la visión personal, lógica, en entidades arrolladoras de cuanto rozan en sus andanzas. Bien a través de los trazados económicos, ideas, conceptos o comportamientos sociales. Lo que pudo ser semilla de realidades estupendas, acabó destrozándolas.

Ahora que convivimos con campañas electorales de diverso pelaje, es patente la discordancia entre lo que piensan los voceadores y las realidades acompañantes. Surgen comentarios propiciando ordenamientos para las más peculiares funciones. Vida laboral, pensiones, memoria, ocio, orientación sexual, crencias, trato a los animales; son una muestra. Ocultan como el ORDEN propuesto adolece de dos facetas inconvenientes. El orden flaquea cuando las circunstancias envolventes son inestables, es decir, casi siempre. Y el ordenamiento está orientado a la protección de los poderosos, duchos en meter baza. Pocas veces es una orfanización favorecedora de los elementos individuales corrientes.

Ese orden desequilibrado para el común de las gentes enarbola un claro dirigismo afín a los grandes capitostes. Vengo a resaltar las características divergentes implícita en el denominado orden establecido por auténticos POPULISMOS; controladores de cara a los de abajo y liberador para los instalados en las poltronas. Esto es muy antiguo, los protagonistas de ahora sólo son aprendices, si acaso, aventajados. Kierkegaard lo mencionaba, “No se trata sino del lugar desde el que hay que observar”. Según se observe, los planteamientos no se parecen en nada. El sufrido pueblo de muchos integrantes, urbanitas o camperos, continua con las presiones que los concentra en unos pocos y aprovechados dirigentes.

Pese a las pretensiones de que cualquier tipo de conocimiento lo tenemos accesible, los niveles de desinformación son patentes en gran parte de las actividades emprendidas. Quizá, como causa principal, actuamos baja la confusión informativa de considerar las ALGARABÍAS estruendosas como órganos valorativos y no pocas veces ejecutivos. Aún peores son las maquinaciones en la frialdad de los despachos, desdeñan las sufridas experiencias de las afueras. Ambas constituyen impedimentos importantes para la presencia real, efectiva, de las personas en la sociedad. Desencadenan movidas patentes, con la crueldad paradójica de no contar con los núcleos personales de los participantes engañados en las campañas orquestadas.

Es curioso el reparto de los silencios según las modalidades de crueldad; en ellos están involucrados los sometidos a los desmanes, los indiferentes a cuanto les ocurra a los demás y la ralea de abusadores; asombra el exceso de SILENCIOS con tanta gente de por medio. La callada por respuesta ante los eventos habituales viene motivada por los intereses inconfesables de los aferrados a las posiciones del poder, por la estupidez de grandes mayorías, junto al recluimiento de los damnificados bien por miedo, ignorancia o impotencia. Demasiados factores inductores para pensar en posturas correctoras. El tupido velo perjudica con preferencia y con mayor intensidad a los débiles, atraen las influencias perniciosas, que otros manejan con descaro.

Los TENTÁCULOS de los opresores injustificados son alargados, utilizan cualquier medio domesticable. Las gestiones bancarias utilizan el capital de los demás en inversiones capciosas sólo conocidas por sus dirigentes, ellos extraen los beneficios principales. Los entretenimientos con enormes audiencias sirven de tapadera a sus mentores asociados para maniobras políticas, crematísticas o ideológicas; chirrían en su relación con los candidatos electorales de reciente recuerdo. Se convierte en habitual la utilización de las aglomeraciones para el encubrimiento de unos pocos maniobreros. Parece que las estructuras, leyes e instituciones estuvieran maquinadas para la obstaculización de los anhelos espontáneos elaborados con limpieza de ánimo.

Las azarosas vivencias cotidianas suponen una amplia muestra de miserias resumidas en un denominador común, el de la DESVINCULACIÓN. Los elementos individuales apenas atienden a las contingencias de los que tienen próximos. A los alejados, según convenga. El clamor de la crueldad destaca en las diferentes edades, niños en edad escolar, jóvenes fanatizados, adultos encumbrados perversos y corruptos, intelectuales embrutecedores del sentido de la vida y cómplices, muchos cómplices. La vorágine ahoga los brotes encaminados a mejores colaboraciones, las cuales sólo aparecen como minúsculas islas solitarias. En semejante panorama, las conductas despreciables acogotan.

Hablamos de cambios, renovación y hasta de revoluciones, que no suprimen los desgraciados despropósitos. Los acerbos empeños de una sociedad disgregada apuntan al desdén y los abusos. La cruel comitiva avanza potente y despiadada. Los discordantes son abandonados a su suerte, ignorados, después de haberlos exprimido con saña. Si al menos pudiéramos desprendernos de la crueldad, serían menos escandalosas las relaciones. Mientras, la FRIALDAD atenaza.

Adoptamos una contradicción nefasta. Reprobamos gran parte de las actitudes sociológicas del momento, en una recriminación a una superioridad que ni siquiera hemos definido. Pero olvidamos que no basta el instinto naturalista de dejarse llevar; el pensamiento debe servir para una programación congruente con lo que pretendemos y lo que somos. El conocimiento científico, la técnica, son insuficientes para el buen encauzamiento. Es indigna la PERMISIVIDAD ante los sufrimientos originados, pero las cualidades oportuna las hemos aparcado a favor de otros intereses..

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