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Eduardo Cassano

Lleno de orgullo y satisfacción

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Hace unos días que han operado al Rey, pero que nadie se alarme, parece que no ha sido todo lo grave que en un principio se temía. Es más, la experiencia ha servido para saber, según las propias palabras de Don Juan Carlos, que la sanidad pública de nuestro país es muy buena; creo que dijo algo así que le llena de orgullo y satisfacción. Aunque claro, si tenemos en cuenta que un señor que vive en Madrid ha tenido que ir a Barcelona a operarse, con la cantidad de hospitales que hay en la capital, teniendo en cuenta además la fama que tienen, no deja de ser curioso; por supuesto, también hay quien asegura que en realidad el Rey se ha operado en el extranjero.

Lo que está claro es que Don Juan Carlos no debió esperar varias horas en la sala de urgencias; me cuentan que además tuvo toda la habitación para él solo, aunque ya sería muy raro que además le pusieran la televisión en abierto sin tener que echar monedas para poder verla.

Por lo visto su séquito real ha ocupado dos plantas del hospital, por aquello de la seguridad... que tratándose del Hospital Clínico, no deja de ser inquietante de qué protegían realmente al monarca: yo apuesto a que de los especialistas... aunque también hay que comprenderlos, con esa presión no debió ser fácil operar a una personalidad tan importante.

Mientras tanto, en la sala de espera de urgencias la gente continuaba esperando múltiples horas, algunas de las cuales normalmente se podrían agilizar con un simple pinchazo, que ahorraría tiempo y sufrimiento a los pacientes, en casos como un cólico nefrítico. También acostumbran a desproteger a los pacientes de toda dignidad, con esas batas que dejan el culo al aire, en medio de la frialdad del pasillo por el que transitan de un lado a otro las enfermeras, entre las miradas de tristeza de algunos cuyo final fue ése.

Pero no se crean, el Rey es muy campechano, siempre se ha dicho así, y ha tenido el detalle de pedir la factura, aunque a fin de cuentas la pagaremos entre todos; el por qué yo todavía sigo sin entenderlo muy bien. Supongo que algún día nos lo explicarán, porque lo de preguntar si nos apetece tener a un hombre que -de acuerdo que ya tiene sus años- tiene el valor de decir que está orgulloso de la sanidad pública española, está claro que sólo puede significar dos cosas: que la demencia senil ha llamado a las puertas de palacio, o que entre tanto trabajo de esquiar aquí, navegar allá, algo le ha nublado la razón. O quizás estoy equivocado, y en el hospital le han tratado como a un paciente más, mostrando su culo real por los pasillos y esperando su turno en la sala de urgencias; tal vez dijo lo que dijo para que nunca salgan a la luz los vídeos de las cámaras de seguridad en programas como el ‘Sálvame’.

Lleno de orgullo y satisfacción

Eduardo Cassano
Eduardo Cassano
jueves, 13 de mayo de 2010, 06:11 h (CET)
Hace unos días que han operado al Rey, pero que nadie se alarme, parece que no ha sido todo lo grave que en un principio se temía. Es más, la experiencia ha servido para saber, según las propias palabras de Don Juan Carlos, que la sanidad pública de nuestro país es muy buena; creo que dijo algo así que le llena de orgullo y satisfacción. Aunque claro, si tenemos en cuenta que un señor que vive en Madrid ha tenido que ir a Barcelona a operarse, con la cantidad de hospitales que hay en la capital, teniendo en cuenta además la fama que tienen, no deja de ser curioso; por supuesto, también hay quien asegura que en realidad el Rey se ha operado en el extranjero.

Lo que está claro es que Don Juan Carlos no debió esperar varias horas en la sala de urgencias; me cuentan que además tuvo toda la habitación para él solo, aunque ya sería muy raro que además le pusieran la televisión en abierto sin tener que echar monedas para poder verla.

Por lo visto su séquito real ha ocupado dos plantas del hospital, por aquello de la seguridad... que tratándose del Hospital Clínico, no deja de ser inquietante de qué protegían realmente al monarca: yo apuesto a que de los especialistas... aunque también hay que comprenderlos, con esa presión no debió ser fácil operar a una personalidad tan importante.

Mientras tanto, en la sala de espera de urgencias la gente continuaba esperando múltiples horas, algunas de las cuales normalmente se podrían agilizar con un simple pinchazo, que ahorraría tiempo y sufrimiento a los pacientes, en casos como un cólico nefrítico. También acostumbran a desproteger a los pacientes de toda dignidad, con esas batas que dejan el culo al aire, en medio de la frialdad del pasillo por el que transitan de un lado a otro las enfermeras, entre las miradas de tristeza de algunos cuyo final fue ése.

Pero no se crean, el Rey es muy campechano, siempre se ha dicho así, y ha tenido el detalle de pedir la factura, aunque a fin de cuentas la pagaremos entre todos; el por qué yo todavía sigo sin entenderlo muy bien. Supongo que algún día nos lo explicarán, porque lo de preguntar si nos apetece tener a un hombre que -de acuerdo que ya tiene sus años- tiene el valor de decir que está orgulloso de la sanidad pública española, está claro que sólo puede significar dos cosas: que la demencia senil ha llamado a las puertas de palacio, o que entre tanto trabajo de esquiar aquí, navegar allá, algo le ha nublado la razón. O quizás estoy equivocado, y en el hospital le han tratado como a un paciente más, mostrando su culo real por los pasillos y esperando su turno en la sala de urgencias; tal vez dijo lo que dijo para que nunca salgan a la luz los vídeos de las cámaras de seguridad en programas como el ‘Sálvame’.

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