Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Artículo opinión
Javier Úbeda Ibáñez

Gramsci y el marxismo

|

El marxismo -hay que hacerle cumplida justicia- es algo de más entidad que una simple metodología, en el sentido que este término tiene en el lenguaje realista; es un cuerpo doctrinal, fundado en el dogma del materialismo ateo y la dialéctica de la lucha de clases, y todo auténtico marxista necesita ser consecuente con esta férrea dogmática.

Hace falta decirlo con todo respeto para las personas, pero también con toda claridad, el marxismo no es una simple metodología, es una dogmática fundada en unos principios absolutamente incompatibles con la doctrina de Cristo.

El hombre y su problemática viene a ser, en definitiva, el eje y la clave de la política marxista. Por eso, Antonio Gramsci, que fue uno de los doctrinarios más sagaces, sostuvo que, para la construcción de una humanidad marxista, no bastaba con lograr un cambio en las estructuras económicas. Había que llegar más lejos, hasta la transformación de la sociedad y de la cultura; había que ir todavía más allá y obrar la transformación última y realmente decisiva, la del propio hombre, dándole la vuelta como un calcetín y cambiándole hasta lo que tiene de más íntimo y elemental, que es el sentido común. El marxismo, en suma -según el pensamiento de Gramsci- aspira a vaciar a la persona del sentido común que es fruto de la ley natural y de más de veinte siglos de inspiración cristiana, para injertarle un sentido común nuevo, que le haga reaccionar espontáneamente con arreglo a las categorías y valores del materialismo marxista.

Gramsci y el marxismo

Javier Úbeda Ibáñez
Javier Úbeda
miércoles, 12 de mayo de 2010, 04:16 h (CET)
El marxismo -hay que hacerle cumplida justicia- es algo de más entidad que una simple metodología, en el sentido que este término tiene en el lenguaje realista; es un cuerpo doctrinal, fundado en el dogma del materialismo ateo y la dialéctica de la lucha de clases, y todo auténtico marxista necesita ser consecuente con esta férrea dogmática.

Hace falta decirlo con todo respeto para las personas, pero también con toda claridad, el marxismo no es una simple metodología, es una dogmática fundada en unos principios absolutamente incompatibles con la doctrina de Cristo.

El hombre y su problemática viene a ser, en definitiva, el eje y la clave de la política marxista. Por eso, Antonio Gramsci, que fue uno de los doctrinarios más sagaces, sostuvo que, para la construcción de una humanidad marxista, no bastaba con lograr un cambio en las estructuras económicas. Había que llegar más lejos, hasta la transformación de la sociedad y de la cultura; había que ir todavía más allá y obrar la transformación última y realmente decisiva, la del propio hombre, dándole la vuelta como un calcetín y cambiándole hasta lo que tiene de más íntimo y elemental, que es el sentido común. El marxismo, en suma -según el pensamiento de Gramsci- aspira a vaciar a la persona del sentido común que es fruto de la ley natural y de más de veinte siglos de inspiración cristiana, para injertarle un sentido común nuevo, que le haga reaccionar espontáneamente con arreglo a las categorías y valores del materialismo marxista.

Noticias relacionadas

Un 23 de abril de 1934, según el diario El Mundo de Buenos Aires, la Sociedad de las Naciones había desmentido actos de canibalismo en las tropas bolivianas que combatían en el Chaco. El New York Times había publicado trascendidos que circulaban en La Paz, dando cuenta de que nativos del Chaco, sin ningún respeto,  habían matado y devorado a oficiales bolivianos, en protesta por el reclutamiento forzozo de los pueblos originarios.

Tenemos un país donde miles de personas votan a asesinos. Algo no está bien. Adoctrinados en el odio a España, desde pequeños, votan. El problema es que representan el 0,7% pero influyen en España al 100%. Poco que hacer. Puede ir a peor. Aficiones y aflicciones del personal de allí, allá o acullá; y el de aquí. Por lo que hay y pueda ocurrir, el resultado importa. En el País Vasco sobre todo, también en el resto de España y en la UE.

Las  conductas de riesgo son aquellos comportamientos que implican un efecto placentero inmediato pero carecen de una valoración de las consecuencias posteriores. Es preciso comprender que son los mecanismos cognitivos los que guían al adolescente y joven a la asunción de conductas de riesgo.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto