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Remedios Falaguera

Un buen toque

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«Os están mirando los deportistas de todo el mundo. ¡Sed conscientes de vuestra responsabilidad! No sólo el campeón en el estadio; también el hombre con toda su persona ha de convertirse en un modelo para millones de jóvenes que tienen necesidad de líderes y no de ídolos. Tienen necesidad de hombres que sepan comunicarles el gusto de lo arduo, el sentido de la disciplina, el valor de la honradez y la alegría del altruismo. Vuestro testimonio, coherente y generoso, puede impulsarles a afrontar los problemas de la vida con igual empeño y entusiasmo». Juan Pablo II, con la ocasión de la bendición del Estadio olímpico de Roma, antes del Mundial de 1990.

“Si Ronaldo es Cristiano, Messi es Dios”, alardea con guasa uno de mis hijos, cómo no, fanático profesado del Barça, ante el pulso que mantiene el Real Madrid con el F.C.Barcelona en estas últimas jornadas de la Liga.

Es increíble! Más allá de la técnica y del resultado, somos muchos los españolitos de bien los que nos sentamos frente al televisor con agrado, para ver salir al campo a los jugadores, y disfrutar de estos “dioses del fútbol”.

Pero, no todo es correr detrás de un balón y meter goles. Ni mucho menos. El fútbol es una escuela de vida, una herramienta pedagógica, con un gran valor educativo no solo para los jóvenes y menos jóvenes que seguimos el periplo de los futbolistas como modelos de referencia a los que imitar; sino más bien, para los jugadores y entrenadores profesionales, a los que no les viene mal que les recordemos la responsabilidad educativa, la gran obligación moral, que tiene cada una de sus palabras, cada gesto, y cada mirada, dentro y fuera del campo.
Esta es la razón por la que no viene mal recordar las palabras de Juan Pablo II, en un discurso dirigido a los representantes de la UEFA: “el fútbol se ha convertido en un fenómeno de masas que enfatiza la responsabilidad de aquellos que se ocupan de su organización y promueven la expansión de este deporte tanto a nivel profesional como amateur. Están llamados a no perder nunca de vista las significativas posibilidades educativas que el fútbol puede desarrollar. Por otra parte, los deportistas, especialmente los más famosos, nunca deberían olvidar que se convierten en modelos para el mundo de la juventud. Por ello, es importante que, además de desarrollar sus capacidades deportivas, sean cuidadosos para cultivar esas cualidades humanas y espirituales que harán de ellos auténticos ejemplos positivos ante la opinión pública. Pido que todos los profesionales del mundo del fútbol, desde sus organizadores hasta sus profesionales de la comunicación, unan esfuerzos para asegurar que el fútbol no pierda nunca su genuina característica de actividad deportiva, que no quede sumergida por otras preocupaciones, especialmente las de carácter económico. El Jubileo constituye una oportunidad para que el fútbol se convierta en un motivo auténtico de promoción de la grandeza y de la dignidad del hombre. Por ello, las estructuras que componen la industria del fútbol están llamadas a ser un terreno de auténtica humanidad, en el que los jóvenes sean incitados a aprender los grandes valores de la vida y a difundir las grandes virtudes que constituyen la base de una digna convivencia humana, como la tolerancia, el respeto de la dignidad humana, la paz y la fraternidad”.

Dicho esto, y ahora que nos preparamos para “sufrir” el próximo Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010, no viene mal copiar la oración oficial que la Conferencia Episcopal de Sudáfrica nos propone para dirigirnos estos dias a Jesucristo, “el verdadero atleta de Dios”:

Dios todopoderoso,
creador de todo, mientras personas
de todas las naciones se congregan, con pasión
y entusiasmo para la Copa Mundial de Fútbol 2010, que
nosotros los sudafricanos podamos ser buenos anfitriones, que
nuestros visitantes sean huéspedes bienvenidos y que los jugadores de
todos los equipos sean bendecidos con un buen espíritu deportivo y con
la salud. Que tu Espíritu de equidad, justicia y paz prevalezca entre jugadores
y participantes. Que puedan contribuir, cada uno a su manera, de forma positiva
para la prevención, el control y la lucha contra el crimen y la corrupción, el
vandalismo de cualquier tipo y la explotación y el abuso, sobre todo de
los más vulnerables. Que aquellos que están lejos de sus hogares y
de sus familias encuentren mucha alegría con ocasión de la
celebración del hermoso juego del fútbol y del bello
juego de la vida conforme a Tu plan
para el bien común de todos.
Amén


Un buen toque

Remedios Falaguera
Remedios Falaguera
jueves, 6 de mayo de 2010, 04:18 h (CET)
«Os están mirando los deportistas de todo el mundo. ¡Sed conscientes de vuestra responsabilidad! No sólo el campeón en el estadio; también el hombre con toda su persona ha de convertirse en un modelo para millones de jóvenes que tienen necesidad de líderes y no de ídolos. Tienen necesidad de hombres que sepan comunicarles el gusto de lo arduo, el sentido de la disciplina, el valor de la honradez y la alegría del altruismo. Vuestro testimonio, coherente y generoso, puede impulsarles a afrontar los problemas de la vida con igual empeño y entusiasmo». Juan Pablo II, con la ocasión de la bendición del Estadio olímpico de Roma, antes del Mundial de 1990.

“Si Ronaldo es Cristiano, Messi es Dios”, alardea con guasa uno de mis hijos, cómo no, fanático profesado del Barça, ante el pulso que mantiene el Real Madrid con el F.C.Barcelona en estas últimas jornadas de la Liga.

Es increíble! Más allá de la técnica y del resultado, somos muchos los españolitos de bien los que nos sentamos frente al televisor con agrado, para ver salir al campo a los jugadores, y disfrutar de estos “dioses del fútbol”.

Pero, no todo es correr detrás de un balón y meter goles. Ni mucho menos. El fútbol es una escuela de vida, una herramienta pedagógica, con un gran valor educativo no solo para los jóvenes y menos jóvenes que seguimos el periplo de los futbolistas como modelos de referencia a los que imitar; sino más bien, para los jugadores y entrenadores profesionales, a los que no les viene mal que les recordemos la responsabilidad educativa, la gran obligación moral, que tiene cada una de sus palabras, cada gesto, y cada mirada, dentro y fuera del campo.
Esta es la razón por la que no viene mal recordar las palabras de Juan Pablo II, en un discurso dirigido a los representantes de la UEFA: “el fútbol se ha convertido en un fenómeno de masas que enfatiza la responsabilidad de aquellos que se ocupan de su organización y promueven la expansión de este deporte tanto a nivel profesional como amateur. Están llamados a no perder nunca de vista las significativas posibilidades educativas que el fútbol puede desarrollar. Por otra parte, los deportistas, especialmente los más famosos, nunca deberían olvidar que se convierten en modelos para el mundo de la juventud. Por ello, es importante que, además de desarrollar sus capacidades deportivas, sean cuidadosos para cultivar esas cualidades humanas y espirituales que harán de ellos auténticos ejemplos positivos ante la opinión pública. Pido que todos los profesionales del mundo del fútbol, desde sus organizadores hasta sus profesionales de la comunicación, unan esfuerzos para asegurar que el fútbol no pierda nunca su genuina característica de actividad deportiva, que no quede sumergida por otras preocupaciones, especialmente las de carácter económico. El Jubileo constituye una oportunidad para que el fútbol se convierta en un motivo auténtico de promoción de la grandeza y de la dignidad del hombre. Por ello, las estructuras que componen la industria del fútbol están llamadas a ser un terreno de auténtica humanidad, en el que los jóvenes sean incitados a aprender los grandes valores de la vida y a difundir las grandes virtudes que constituyen la base de una digna convivencia humana, como la tolerancia, el respeto de la dignidad humana, la paz y la fraternidad”.

Dicho esto, y ahora que nos preparamos para “sufrir” el próximo Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010, no viene mal copiar la oración oficial que la Conferencia Episcopal de Sudáfrica nos propone para dirigirnos estos dias a Jesucristo, “el verdadero atleta de Dios”:

Dios todopoderoso,
creador de todo, mientras personas
de todas las naciones se congregan, con pasión
y entusiasmo para la Copa Mundial de Fútbol 2010, que
nosotros los sudafricanos podamos ser buenos anfitriones, que
nuestros visitantes sean huéspedes bienvenidos y que los jugadores de
todos los equipos sean bendecidos con un buen espíritu deportivo y con
la salud. Que tu Espíritu de equidad, justicia y paz prevalezca entre jugadores
y participantes. Que puedan contribuir, cada uno a su manera, de forma positiva
para la prevención, el control y la lucha contra el crimen y la corrupción, el
vandalismo de cualquier tipo y la explotación y el abuso, sobre todo de
los más vulnerables. Que aquellos que están lejos de sus hogares y
de sus familias encuentren mucha alegría con ocasión de la
celebración del hermoso juego del fútbol y del bello
juego de la vida conforme a Tu plan
para el bien común de todos.
Amén


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