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El caso de Maloma Morales encierra en sí toda la contradicción implícita en la “lucha” por el Sahara Libre

Un año secuestrada en el Sahara

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En esta segunda semana de diciembre, se cumplió un año desde que la joven española de origen saharaui Maloma Morales fuera retenida en calidad de secuestrada en nombre de la “lucha” por el “Sahara Libre”.

El 12 de diciembre de 2015, cuando faltaba tan solo una hora para que concluyera su visita a su familia biológica en el campamento de Smara, en territorio argelino, Maloma fue arrebatada a su padre biológico por un grupo de fanáticos que se perdió con ella en la inmensidad del desierto.

Maloma tiene nacionalidad española, y llevaba diez años residiendo en Sevilla. Por estas fechas cumple un año retenida por la fuerza en el desierto argelino.

El caso ha ganado notoriedad e incluso celebridades españolas que habían demostrado en el pasado simpatía por la causa del Polisario, han emitido severas críticas por la cobarde acción. Willy Toledo, popular actor de cine y TV, afirmó que el caso le producía arcadas, tildó a la práctica como “medieval” y a la complicidad del Polisario como indigna. También afirmó que el hecho deslegitima totalmente a la causa saharaui.

La famosa militar española devenida en diputada del PSOE, Zaida Cantera, se sumó a las críticas de Toledo y exigió que Maloma vuelva a España y personalmente diga si se encuentra a gusto en medio del Sahara.

Las gestiones del Ministerio de Exteriores español han sido insuficientes para lograr la liberación de la joven española, a pesar de todos los esfuerzos y el permanente contacto que mantiene con ella. En agosto del año que acaba, dio un mensaje claro de que su deseo es volver a España. Expresó su voluntad en la sede del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados situada en Rabuni (Argelia).

Organizaciones como Human Rights Watch han advertido al Polisario que retener mujeres adultas contra su voluntad es un delito, por encima de tradiciones o nacionalidades que puedan invocarse. Los activistas por los Derechos Humanos afirman que al menos dos mujeres adultas más se encuentran en la misma situación, que en honor a la verdad, es prácticamente la misma que padecen las decenas de miles de personas que son obligados a vivir la ficción de una supuesta “República Arabe Saharaui”.

Estas mujeres adultas secuestradas en ese lugar, parte del territorio que Argelia cede “gentilmente” a sus títeres del Polisario pero que se encuentran a su vez vigilados por la atenta mirada de los militares argelinos, son el testimonio vivo de la falta de atributos de los fanáticos del Polisario para ser reconocidos como miembros de un estado soberano.

Los derechos de estas mujeres fueron violados sin que las “autoridades” responsables puedan llamar al orden a los secuestradores, demostrando la anarquía que reina por aquellos parajes. No puede existir un gobierno, obviamente, cuando los que deciden a la postre son los generales de Argelia.

Tampoco puede existir un estado cuyo territorio sea prestado por un país extranjero, que además debe autorizar a forasteros para ingresar a ese pedazo del desierto, donde tienen confinados a los “saharauis” bajo humillantes condiciones.

La RASD no posee el atributo de población dado que mantiene en esas condiciones a decenas de miles de personas secuestradas, dignos hijos del desierto hoy convertidos en mendigos de la ayuda internacional, para beneficio de una dirigencia corrupta y sus cómplices de las ONG.

El caso de Maloma es sólo una prueba más de todo lo que siempre hemos dicho en esta columna sobre el tema.

Un año secuestrada en el Sahara

El caso de Maloma Morales encierra en sí toda la contradicción implícita en la “lucha” por el Sahara Libre
Luis Agüero Wagner
viernes, 16 de diciembre de 2016, 01:18 h (CET)
En esta segunda semana de diciembre, se cumplió un año desde que la joven española de origen saharaui Maloma Morales fuera retenida en calidad de secuestrada en nombre de la “lucha” por el “Sahara Libre”.

El 12 de diciembre de 2015, cuando faltaba tan solo una hora para que concluyera su visita a su familia biológica en el campamento de Smara, en territorio argelino, Maloma fue arrebatada a su padre biológico por un grupo de fanáticos que se perdió con ella en la inmensidad del desierto.

Maloma tiene nacionalidad española, y llevaba diez años residiendo en Sevilla. Por estas fechas cumple un año retenida por la fuerza en el desierto argelino.

El caso ha ganado notoriedad e incluso celebridades españolas que habían demostrado en el pasado simpatía por la causa del Polisario, han emitido severas críticas por la cobarde acción. Willy Toledo, popular actor de cine y TV, afirmó que el caso le producía arcadas, tildó a la práctica como “medieval” y a la complicidad del Polisario como indigna. También afirmó que el hecho deslegitima totalmente a la causa saharaui.

La famosa militar española devenida en diputada del PSOE, Zaida Cantera, se sumó a las críticas de Toledo y exigió que Maloma vuelva a España y personalmente diga si se encuentra a gusto en medio del Sahara.

Las gestiones del Ministerio de Exteriores español han sido insuficientes para lograr la liberación de la joven española, a pesar de todos los esfuerzos y el permanente contacto que mantiene con ella. En agosto del año que acaba, dio un mensaje claro de que su deseo es volver a España. Expresó su voluntad en la sede del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados situada en Rabuni (Argelia).

Organizaciones como Human Rights Watch han advertido al Polisario que retener mujeres adultas contra su voluntad es un delito, por encima de tradiciones o nacionalidades que puedan invocarse. Los activistas por los Derechos Humanos afirman que al menos dos mujeres adultas más se encuentran en la misma situación, que en honor a la verdad, es prácticamente la misma que padecen las decenas de miles de personas que son obligados a vivir la ficción de una supuesta “República Arabe Saharaui”.

Estas mujeres adultas secuestradas en ese lugar, parte del territorio que Argelia cede “gentilmente” a sus títeres del Polisario pero que se encuentran a su vez vigilados por la atenta mirada de los militares argelinos, son el testimonio vivo de la falta de atributos de los fanáticos del Polisario para ser reconocidos como miembros de un estado soberano.

Los derechos de estas mujeres fueron violados sin que las “autoridades” responsables puedan llamar al orden a los secuestradores, demostrando la anarquía que reina por aquellos parajes. No puede existir un gobierno, obviamente, cuando los que deciden a la postre son los generales de Argelia.

Tampoco puede existir un estado cuyo territorio sea prestado por un país extranjero, que además debe autorizar a forasteros para ingresar a ese pedazo del desierto, donde tienen confinados a los “saharauis” bajo humillantes condiciones.

La RASD no posee el atributo de población dado que mantiene en esas condiciones a decenas de miles de personas secuestradas, dignos hijos del desierto hoy convertidos en mendigos de la ayuda internacional, para beneficio de una dirigencia corrupta y sus cómplices de las ONG.

El caso de Maloma es sólo una prueba más de todo lo que siempre hemos dicho en esta columna sobre el tema.

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