Vivimos tiempos de retos y desafíos, tiempos marcados por la necesaria reforma interna de los propios resortes de la mal llamada sociedad democrática del bienestar , reforma que de manera directa incidirán en los poderes políticos, sociales y judiciales, es decir en los protagonistas directos que participan en la propia salvaguarda de las democracias, de entre estos participes imprescindibles del sistema democrático debemos de pararnos necesariamente en los partidos políticos y sindicatos.
Así en estos ámbitos, los nuevos métodos de participación social de la ciudadanía del siglo XXI, el fenómeno de mundialización y la reforma del propio sistema económico actual unido a las respuestas que los partidos políticos deberán de dar a retos tales como el cambio climático, el fenómeno de sincretismo cultural y el freno a los movimientos de ultraderecha – en auge en los últimos tiempos- son sólo algunos de los desafíos que de manera directa tendrán que ser afrontados por los partidos políticos y sindicatos del Siglo XXI.
No obstante y de manera previa a la construcción de ese proyecto politicosocial progresista que desde el seno de los partidos políticos deberá de construirse en red con la sociedad civil , los partidos políticos tendrán ante sí un reto, un desafío que no será otro que el de la reforma de sus propias estructuras internas de debate, opinión y decisión.
Así en los últimos años y a partir de la retirada de la primera escena política de los lideres políticos y estadísticas que protagonizaron la transición española, nuestro país ha asistido a un modelo desgraciado de stalinización de las estructuras de los propios partidos políticos, estructuras que a través de un modelo de liderazgo a veces sumamente oligárquico, piramidal y en ciertas ocasiones cargado de mesianismo han dejado de lado el debate ideológico y la puesta en marcha de proyectos políticos de transformación social ,para dar paso al simple objetivo de la conquista del poder institucional, teniendo todo ello como consecuencia directa que poco a poco la desafección de la política por la ciudadanía haya sido una realidad cada vez más preocupante. De esta forma y sin bien la conquista del poder institucional debe ser un objetivo clave para cualquier interlocutor político no debe ser menos el deseo de esa conquista para transformar la realidad que rodea a todo político o política, la victoria en las elecciones no de esta forma el fin del camino sino el principio del mismo.
De esta manera este sistema de conquista del poder con el fin último de su toma ha originado que en torno a instituciones de todo tipo se hayan creado como células neuronales de un cuerpo verdaderas redes clientelares de cargos de confianza que como guardia pretoriana sirven en muchas ocasiones de cortapisas a los deseos de debate y aportación de unas bases políticas que reivindican el derecho a participar en el debate político interno y en definitiva en la construcción de esos proyectos que desde la ciudadanía y a través de los partidos políticos sirva para el desarrollo y progreso de las sociedades.
Así las mamparas de la política , aquellas físicas que se levantan en fiestas , ferias y congresos políticos sirven para separar a la “plebe militante” de los “cargos de primera” de los llamados a ser los adalides del liderazgo, aunque el mismo no descanse en un proyecto político consensuado entre las bases y construido desde la generosidad del debate sino del impulso y el deseo de unos pocos , dejando de lado el proyecto construido desde el debate y que debería servir a los lideres políticos como una hoja de ruta a seguir en su día a día.
La política esta llamada como siempre a ser una herramienta imprescindible y el único camino posible para dar respuesta a las necesidades de esas miles de personas que hoy sufren los rigores de una crisis económica, social y política en muchos lugares del planeta, y como antaño será desde el liderazgo político desde el cual se logren esos cambios necesarios que hagan a nuestra sociedad avanzar con paso firme en estos tiempos cargados de desafíos, pero para ello los partidos políticos deberán de dar previamente pasos para reformar sus estructuras y poner al servicio de su propia militancia de bases el debate, la cercanía y apertura de los propios sistemas de elección de sus representantes en las cámaras. Valentía , Liderazgo y Decisión son palabras que hoy se muestran como imprescindibles.