Tal como van las cosas en nuestro mundo, en nuestra sociedad y nuestro entorno, da la impresión que muchas personas-incluso creyentes y bautizados-han perdido su referente ético y moral, en sus comportamientos personales, familiares, y sociales. Hay muchos cristianos solo de nombre, pero de conductas impropias de un cristiano y de lo que esto significa y compromete.
Sin ningún pudor ni vergüenza, se hace alarde de conductas inmorales, que antes se tenían por escandalosas y mal vistas por la entera sociedad. Valgan de ejemplo, entre otros, la masturbación, la práctica de la homosexualidad, la infidelidad, el adulterio, la prostitución, las relaciones sexuales prematrimoniales, el aborto, la pedofilia, la pornografía etc...
Para muchos, por el hecho de vivir en democracia, creen que vale todo en el sexo y que las cosas ya no son como antes. Confunden lo legal con lo moral y justifican en sí mismos y en los demás, cualquier comportamiento, por aberrante que sea o por vivir en una sociedad
permisiva y tolerante. Las conductas no ejemplares de personas relevantes, expuestas a la luz pública, dan pábulo y justificación a conductas desviadas en gentes con nulos o escasos principios éticos o morales. Todo contribuye a la degradación moral de nuestra sociedad. En el obrar humano –a diferencia de los animales - han de estar presentes los referentes éticos. Para un católico su referente moral siempre será la palabra y ejemplo de Jesucristo, el Magisterio oficial de la Iglesia y su propia conciencia, bien formada. Nada de esto ha cambiado ni puede cambiar. Todo, independientemente, de lo que piensen, digan, hagan o propicien los que no profesan nuestra fe cristiana, ni tienen principios éticos de ningún tipo. Aunque sean mayoría.