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Miguel Massanet

El marketing en la matanza de fetos

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La experiencia nos alecciona de la necesidad de mantenerse en guardia ante lo aparentemente inofensivo. No siempre, como afirma el dicho, la cara es el espejo del alma y no son pocas las ocasiones en las que un rostro agradable, angelical y dulce esconde detrás de una apariencia inocente, la misma podredumbre y el mismo espanto que quedó plasmado, oculto tras un paño, en el famoso cuadro retrato de Dorian Grey. No hay nada peor que darle un arma peligrosa a un niño o a una persona que no sabe asumir la responsabilidad de cómo tratarla y, esto es lo que ha sucedido en el Gobierno socialista, tristemente dirigido y peor encauzado por este presidente que nos ha tocado padecer que, no sólo ha resultado de una incapacidad supina para gobernar la nación, sino que, por añadidura, ni siquiera ha tenido la fortuna de saberse rodear de unos colaboradores que le pudieran aconsejar o que se atrevieran a hacerlo, puesto que es difícil desentrañar cual de las dos opciones es la correcta en el caso que nos ocupa.

Pero, cuando se trata de la elección de la señora Bibiana Aído, una niña de casa bien, para ocupar el puesto de ministra en un ministerio fantasma, sin ninguna utilidad aparente –claramente dirigido a ser el órgano por medio del cual se desarrollan las leyes más estrambóticas, mas absurdas, partidistas y, por qué no decirlo, satánicas; capaces de recoger lo peor de la ideología extrema de aquella parte del socialismo, de aquella reserva de agraviados en la que se acumula el odio, el revanchismo, lo peor del feminismo, la amoralidad, el desprecio por la vida y el instinto absolutista y dictatorial, tantos años conservado en las almas ruines de aquellas personas que no supieron perdonar, que se olvidaron de sus propios crímenes y que decidieron hacer de sus vidas un culto imperecedero a la venganza y a la destrucción de todo un sistema moral y ético, contra el cual se levantaron sus antepasados y que, ahora, pretenden destruir ellos –; el señor Rodríguez Zapatero o erró o bien sabía y aceptaba que estaba poniendo un instrumento letal al servicio de sus demonios personales y su reconocido sectarismo partidista.

Lo cierto es que, en un plis plas, su adelantada Bibiana ha sido capaz de poner patas arriba lo que ninguna de sus predecesoras en el feminismo, incluso la conocida precursora y madre de la filosofía feminista, Mary Wollstonecraft, se hubieran atrevido a soñar, ni siquiera en el más avanzado y utópico de sus estados oníricos. La señora Aido, con su carita de mosquita muerta, ha sabido transformar su anodino ministerio de Igualdad en su antónimo o sea, en el ministerio de la Desigualdad, elevando su feminismo militante a la categoría de feminismo excluyente, depredador de hombres, exterminador de fetos y defensor, a ultranza, de unos pretendidos derechos absolutos de la mujer sobre su cuerpo; degradándola de su más digna, hermosa y trascendental función reproductora e imbuyéndola de una seudo filosofía, entre epicúrea y malthusiana, que le hace enfrentarse, en un dechado de osadía, a la propia naturaleza, creadora del cambio y de vida.

Nadie le puede negar, a nuestra joven ministra (quizá demasiado joven para un cargo de tanta responsabilidad y demasiado inexperta para asumir unas decisiones que, evidentemente, han excedido a su capacidad de prever las consecuencias de sus actos), la paternidad o maternidad, si es que se puede llamar así a poner en trance de muerte a seres inocentes que intentan vivir en el seno de sus madres; bajo la picota de una Ley, pretendidamente dictada en de defensa de la salud de las mujeres, pero que, en realidad, no es más que la institución del derecho concedido a todas las mujeres para deshacerse de los resultados de sus prácticas sexuales, sin tener que dar cuenta a nadie de semejante crimen. El amor libre exige, por lo visto, que el goce del sexo no pueda quedar condicionado a la posible aparición del tercero en discordia que, a diferencia de lo que ocurre entre el resto de los seres humanos, quiero decir aquellos a los que se les permite nacer, no tiene derecho a defenderse, argumentar e invocar las leyes cuando se le pretende privar de sus derechos y, en este caso, en el fundamental de todos ellos: el derecho a vivir.

Como no podía resultar de otra manera cuando se trata de una Ley absurda, contraria al sentido común, atentatoria a los principios del Derecho Natural, inmoral, inhumana y propia de personas degeneradas y sádicas; las consecuencias no han tardado en llegar y, la primera de ellas, aparte del enriquecimiento que supondrá para los médicos y clínicas abortistas y todas las industrias que giran en torno al aprovechamiento de placentas y los propios despojos de las victimas de esta matanza; se vienen manifestando en la frivolidad con la que parece que se está tratando el tema por una parte de nuestra sociedad, especialmente entre determinados sectores juveniles – me puedo imaginar que aquellos que puedan pertenecer a estos “selectos” grupos de practicantes del botellón; el amor y el sexo libre practicado en público, en los suelos de discotecas; los consumidores de cocaína y hachís y aquellos que han decidido formar parte del colectivo “ ni, ni” – en los que parece que se ha hecho imprescindible tratar de facilitar a las jóvenes, no ayudas para que puedan sobrellevar el embarazo, ni atención médica gratuita a las madres gestantes, ni albergues o trabajos para solucionar sus necesidades más perentorias; sino, todo lo contrario, como parece que está ocurriendo en Andalucía donde, al parecer, desde la propia Junta de Andalucía ofrecen “rebajas”, si señores, packs de ayudas para que las jóvenes de entre 14 y 30 años para puedan abortar libremente, con una rebaja considerable en los gastos que ello comporta..

El marketing, la publicidad, ya no es patrimonio exclusivo de las grandes superficies de ventas o de los espectáculos públicos, porque ahora ya ha entrado en la política e irrumpe con fuerza para facilitar la práctica en serie de infanticidios, usando para ello el impulso, el gancho publicitario: “Señora, señorita, practique usted el sexo con toda tranquilidad. Si queda embarazada no sufra, acuda a la Junta de Andalucía, donde recibirá un vale por un descuento de un 20% en sus gastos de aborto, que podrá canjear por un servicio de matasanos completo. Eso sí, los restos de placenta y del feto, no entran en el trato”. Si quiere usted información solo debe molestarse en dirigirse al Instituto Andaluz de la Juventud, dependiente de la Consejería de igualdad, donde se le indicará donde puede usted dirigirse y, mediante la sola exhibición del carné joven, obtendrá un 20% en “los servicios de interrupción voluntaria del embarazo y ecografía…”. Lo mismo ocurre con las farmacias que expiden la píldora “del día después” donde los jóvenes serán agraciados con sendos descuentos. Lo malo de toda esta parafernalia es que, aún estando en crisis, aún con 4`5 millones de desempleados, a pesar de que ya tenemos más de un millón de personas que no percibe ayuda alguna de la Administración; hete aquí a lo que destina nuestro Gobierno socialista los impuestos de los españoles. ¡A facilitar el degüello de los santos inocentes! No, señores, no quisiera yo que, cuando me presente ante San Pedro, tuviera que exhibir semejante salvoconducto.

El marketing en la matanza de fetos

Miguel Massanet
Miguel Massanet
domingo, 11 de abril de 2010, 08:42 h (CET)
La experiencia nos alecciona de la necesidad de mantenerse en guardia ante lo aparentemente inofensivo. No siempre, como afirma el dicho, la cara es el espejo del alma y no son pocas las ocasiones en las que un rostro agradable, angelical y dulce esconde detrás de una apariencia inocente, la misma podredumbre y el mismo espanto que quedó plasmado, oculto tras un paño, en el famoso cuadro retrato de Dorian Grey. No hay nada peor que darle un arma peligrosa a un niño o a una persona que no sabe asumir la responsabilidad de cómo tratarla y, esto es lo que ha sucedido en el Gobierno socialista, tristemente dirigido y peor encauzado por este presidente que nos ha tocado padecer que, no sólo ha resultado de una incapacidad supina para gobernar la nación, sino que, por añadidura, ni siquiera ha tenido la fortuna de saberse rodear de unos colaboradores que le pudieran aconsejar o que se atrevieran a hacerlo, puesto que es difícil desentrañar cual de las dos opciones es la correcta en el caso que nos ocupa.

Pero, cuando se trata de la elección de la señora Bibiana Aído, una niña de casa bien, para ocupar el puesto de ministra en un ministerio fantasma, sin ninguna utilidad aparente –claramente dirigido a ser el órgano por medio del cual se desarrollan las leyes más estrambóticas, mas absurdas, partidistas y, por qué no decirlo, satánicas; capaces de recoger lo peor de la ideología extrema de aquella parte del socialismo, de aquella reserva de agraviados en la que se acumula el odio, el revanchismo, lo peor del feminismo, la amoralidad, el desprecio por la vida y el instinto absolutista y dictatorial, tantos años conservado en las almas ruines de aquellas personas que no supieron perdonar, que se olvidaron de sus propios crímenes y que decidieron hacer de sus vidas un culto imperecedero a la venganza y a la destrucción de todo un sistema moral y ético, contra el cual se levantaron sus antepasados y que, ahora, pretenden destruir ellos –; el señor Rodríguez Zapatero o erró o bien sabía y aceptaba que estaba poniendo un instrumento letal al servicio de sus demonios personales y su reconocido sectarismo partidista.

Lo cierto es que, en un plis plas, su adelantada Bibiana ha sido capaz de poner patas arriba lo que ninguna de sus predecesoras en el feminismo, incluso la conocida precursora y madre de la filosofía feminista, Mary Wollstonecraft, se hubieran atrevido a soñar, ni siquiera en el más avanzado y utópico de sus estados oníricos. La señora Aido, con su carita de mosquita muerta, ha sabido transformar su anodino ministerio de Igualdad en su antónimo o sea, en el ministerio de la Desigualdad, elevando su feminismo militante a la categoría de feminismo excluyente, depredador de hombres, exterminador de fetos y defensor, a ultranza, de unos pretendidos derechos absolutos de la mujer sobre su cuerpo; degradándola de su más digna, hermosa y trascendental función reproductora e imbuyéndola de una seudo filosofía, entre epicúrea y malthusiana, que le hace enfrentarse, en un dechado de osadía, a la propia naturaleza, creadora del cambio y de vida.

Nadie le puede negar, a nuestra joven ministra (quizá demasiado joven para un cargo de tanta responsabilidad y demasiado inexperta para asumir unas decisiones que, evidentemente, han excedido a su capacidad de prever las consecuencias de sus actos), la paternidad o maternidad, si es que se puede llamar así a poner en trance de muerte a seres inocentes que intentan vivir en el seno de sus madres; bajo la picota de una Ley, pretendidamente dictada en de defensa de la salud de las mujeres, pero que, en realidad, no es más que la institución del derecho concedido a todas las mujeres para deshacerse de los resultados de sus prácticas sexuales, sin tener que dar cuenta a nadie de semejante crimen. El amor libre exige, por lo visto, que el goce del sexo no pueda quedar condicionado a la posible aparición del tercero en discordia que, a diferencia de lo que ocurre entre el resto de los seres humanos, quiero decir aquellos a los que se les permite nacer, no tiene derecho a defenderse, argumentar e invocar las leyes cuando se le pretende privar de sus derechos y, en este caso, en el fundamental de todos ellos: el derecho a vivir.

Como no podía resultar de otra manera cuando se trata de una Ley absurda, contraria al sentido común, atentatoria a los principios del Derecho Natural, inmoral, inhumana y propia de personas degeneradas y sádicas; las consecuencias no han tardado en llegar y, la primera de ellas, aparte del enriquecimiento que supondrá para los médicos y clínicas abortistas y todas las industrias que giran en torno al aprovechamiento de placentas y los propios despojos de las victimas de esta matanza; se vienen manifestando en la frivolidad con la que parece que se está tratando el tema por una parte de nuestra sociedad, especialmente entre determinados sectores juveniles – me puedo imaginar que aquellos que puedan pertenecer a estos “selectos” grupos de practicantes del botellón; el amor y el sexo libre practicado en público, en los suelos de discotecas; los consumidores de cocaína y hachís y aquellos que han decidido formar parte del colectivo “ ni, ni” – en los que parece que se ha hecho imprescindible tratar de facilitar a las jóvenes, no ayudas para que puedan sobrellevar el embarazo, ni atención médica gratuita a las madres gestantes, ni albergues o trabajos para solucionar sus necesidades más perentorias; sino, todo lo contrario, como parece que está ocurriendo en Andalucía donde, al parecer, desde la propia Junta de Andalucía ofrecen “rebajas”, si señores, packs de ayudas para que las jóvenes de entre 14 y 30 años para puedan abortar libremente, con una rebaja considerable en los gastos que ello comporta..

El marketing, la publicidad, ya no es patrimonio exclusivo de las grandes superficies de ventas o de los espectáculos públicos, porque ahora ya ha entrado en la política e irrumpe con fuerza para facilitar la práctica en serie de infanticidios, usando para ello el impulso, el gancho publicitario: “Señora, señorita, practique usted el sexo con toda tranquilidad. Si queda embarazada no sufra, acuda a la Junta de Andalucía, donde recibirá un vale por un descuento de un 20% en sus gastos de aborto, que podrá canjear por un servicio de matasanos completo. Eso sí, los restos de placenta y del feto, no entran en el trato”. Si quiere usted información solo debe molestarse en dirigirse al Instituto Andaluz de la Juventud, dependiente de la Consejería de igualdad, donde se le indicará donde puede usted dirigirse y, mediante la sola exhibición del carné joven, obtendrá un 20% en “los servicios de interrupción voluntaria del embarazo y ecografía…”. Lo mismo ocurre con las farmacias que expiden la píldora “del día después” donde los jóvenes serán agraciados con sendos descuentos. Lo malo de toda esta parafernalia es que, aún estando en crisis, aún con 4`5 millones de desempleados, a pesar de que ya tenemos más de un millón de personas que no percibe ayuda alguna de la Administración; hete aquí a lo que destina nuestro Gobierno socialista los impuestos de los españoles. ¡A facilitar el degüello de los santos inocentes! No, señores, no quisiera yo que, cuando me presente ante San Pedro, tuviera que exhibir semejante salvoconducto.

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