WASHINGTON - El Día del Censo fue un gran día en la sede del Consejo Nacional de La Raza, no sólo porque era el último día de la iniciativa de reducción de la subestimación crónica de los residentes hispanos sino porque marca un momento en que los latinos de Estados Unidos pueden alcanzar la muestra definitiva de su creciente presencia política.
La minoría más grande y de mayor crecimiento se encuentra este año en una postura anómala. En algunos aspectos, su presencia nunca ha sido mayor, con la elección de Sonia Sotomayor al Supremo demostrando que una barrera histórica más se ha derrumbado frente al talento y la ambición de la comunidad hispanoparlante.
Pero como me recordaba Janet Murguía, la veterana organizadora política y ex asesora de la Casa Blanca Clinton que preside La Raza, "Mientras el asunto de la inmigración siga abierto, nos sentiremos amenazados".
Las señales diversas que reciben los hispanos de la comunidad en general, oscilando entre los elogios a la primera mujer hispana que ocupa un puesto en el alto tribunal y la amenazante retórica nativista de Tom Tancredo en la convención de activistas fiscales, han dado lugar a una reacción casi esquizofrénica entre los líderes y los electorados latinos.
Aunque celebran los avances que se han registrado en cuestiones tan vitales como la sanidad, la asistencia infantil o la educación fruto de su alianza con Barack Obama, les preocupa la reacción que perciben contra la inmigración ilegal y la creciente distancia entre su propia comunidad y la mayoría de los representantes Republicanos.
Es una tónica característicamente incómoda, a pesar de la impresión de que poseen un poder político presente y creciente.
Ese poder político descansa en última instancia en sus filas, lo que es el motivo de que el censo haya estado tan presente en la mente de líderes latinos como Murguía y Eric Rodríguez, un vicepresidente de La Raza. El mismo día, el jueves, que les entrevisté, el Pew Hispanic Center facilitaba una encuesta de electores latinos que demuestra que mayorías claras tanto de hispanos oriundos como inmigrantes están seguros de que los resultados del censo benefician a su comunidad.
Esto es importante porque los funcionarios del censo llevan años luchando - y en especial este año - para superar el miedo de los latinos a facilitar información completa sobre sí mismos a los funcionarios del censo. Las garantías de que las respuestas serán confidenciales y no serán facilitadas a las autoridades de inmigración ni a otros funcionarios potencialmente amenazantes son recibidas con escepticismo. Al no facilitar información al Estado, los hispanos reducen el flujo de fondos públicos a sus ciudades y Estados, y hasta se niegan representación en el Congreso y las legislaturas.
La superación de esos miedos ha sido un importante objetivo para La Raza y otros colectivos hispanos civiles y activistas, y para la propia Oficina del Censo. Sin tener las cifras exactas, está claro que la presencia y la influencia de los latinos solo puede crecer a medida que los nuevos resultados del censo sean contabilizados.
En un artículo reciente, Ronald Brownstein señala en el National Journal que entre 1993, primer año de la administración Clinton, y hoy, el número de distritos de la Cámara cuyas minorías suponen al menos el 30% de la población casi se ha duplicado, pasando de 109 a 205 -- casi la mitad de la Cámara de Representantes.
La mayor parte de ese incremento es atribuible a los hispanos, porque la población afroamericana está creciendo a ritmos muy inferiores. Como decía a Brownstein el Congresista Xavier Becerra, Demócrata de California, "Si usted está en un distrito que no está muy acostumbrado a ver mucha diversidad, la norma ahora es que se verá. Y no se puede ignorar. Ese es el rostro de América mañana".
Según las últimas previsiones de la Oficina del Censo, Texas será la gran ganadora de los nuevos escaños en la Cámara, con cuatro nuevos distritos. Se pronostican incrementos del número de escaños en Arizona, Utah, Washington, Florida, Georgia y Carolina del Sur. Cuántos de esos distritos serán controlados o influenciados por los hispanos dependerá de quién trace los límites y la forma en que se construyan. Pero la mayoría de esos estados, y Texas en particular, han experimentado un gran crecimiento de su población hispana.
Los cambios que hemos visto hasta ahora - y las polémicas que han suscitado - serán probablemente superados por los que están en el tintero.