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Baloncesto
Etiquetas | Real Madrid | Euroliga | UNICS KAZÁN
El certero tirador blanco sirvió en bandeja el triunfo, ante un correoso Unics Kazán, justo el día en el que se convirtió en el extranjero con más encuentros (364 como Bullock) en la historia del club

Carroll deshiela al Real Madrid (89-75)

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Se avecinaba un encuentro sin excesiva exigencia. Ni física ni mental. Y se acabó resolviendo un compromiso con susto. El Real Madrid pasó de carecer de adversario a encontrarse un serio obstáculo. De empezar a labrarse el camino de manera cómoda se pasó a sudar en abundancia. Finalmente, se embolsó una trabajada victoria ante el Unics Kazán. Quizá fue consecuencia de un calendario tan cargado, como el solventado en semanas anteriores. Había cansancio. O se pensó en tenerlo todo atado con cierta antelación. O se depende en demasía de los puntos de Llull cuando nadie más suma. Cosas de esta Euroliga.



Pareció ser suficiente el mantener una velocidad de crucero mientras enfrente se ofrecían comodidades: defensa blanda, ataque inconsistente y sin obstaculizar las tan características transiciones rápidas del Real Madrid. Los indicios conducían a vivir una noche plácida. El primer cuarto se cerró con un 25-17, escaso margen a tenor del juego desarrollado por unos y otros. El Real Madrid, centrado y dibujando sus cánones de baloncesto eficaz y alegre; el Kazán, tan timorato en defensa como inconsistente y dudoso en ataque. En tan sólo seis minutos se deducen estas conclusiones: 17-10. Y después de un correcalles sin sentido: 19-10. El cuarto se maquilló con el mencionado 25-17 (Maciulis, pletórico, con 9 puntos). Las sensaciones, no obstante, eran abismales. Tanto como ese baloncesto entre jóvenes y profesionales. Bien lo sabe Doncic. El imberbe madridista se volvió a llevar un golpe. De los que hacen daño. Es también parte de su rápido aprendizaje.

Carroll y Reyes, históricos
Con el horizonte despejado y soleado, el Real Madrid se desconectó, como si quisiera abrir tiempo a los actos festivos. Sí, actos festivos. Los hubo. Y con historia. Reyes se convirtió en el quinto anotador en la historia de la Euroliga, con 2.496 puntos; y Carroll, en el extranjero con más encuentros en la historia del Real Madrid, con 364 partidos y compartiendo momentáneamente este honor con Bullock. Estos homenajes atascaron al Real Madrid; amén de un subida defensiva rusa. Entró en calor. Y ni el aporte de un entonado Randolph (de un 30-24 se pasó a un 36-27) impidió que al descanso estuviera en el electrónico un apretado 40-37; que no en valoración global entre ambos bloques: 50-31. Y hasta el reloj se puso en contra al sonar antes de tiempo. Impidió que valiera la canasta del partido: un triple clásico de Llull. Esta vez desde más allá del medio campo.

La congestión no se solventó en los vestuarios. El Real Madrid continúo sin ver con nitidez. ¿Cansancio? Quizá ¿Solvencia? Posiblemente. Hoy por hoy, son superiores a los rusos, carentes, incluso, de un buen fondo de armario. ¿Dependencia de Llull? Muy seguro. El base no estaba brillando como de costumbre. Y eso se nota. Luego, prendida la mecha, y casi atado el partido por Carroll, el de Mahón sumó y sumó (de 6 puntos en tres cuartos a sellar 8 puntos en un santiamén). Tanto que una canasta de Langford situó al Kazán en lo alto del marcador: 42-43. Fueron unos instantes, lo que tardó Rudy Fernández en asumir responsabilidades: 5 puntos consecutivos y 50-45. No fue el único. Apareció Hunter, con sus 8 puntos, y un batallador Reyes (brillante en la anotación con 16 puntos). El Real Madrid volvió a mandar e incluso tomar unos metros de ventaja al finalizar el tercer acto: 62-55.

Golpe certero
No llevaba su noche. Y eso que era una noche con sabor a historia. Y despertó, claro que despertó. Carroll anotó 9 puntos consecutivos (sólo llevaba 2) y puso en órbita al Real Madrid: 71-59. Máxima ventaja. Ni esa buena segunda parte de Langford y Parakhouski mantuvieron más la intriga. Carroll, el francotirador del perímetro, ese jugador al que la afición blanca coreó en la Caja Mágica cuando aún era grancanario, cerró el encuentro cómo y cuándo quiso. Se dio su particular homenaje. Aún quedaron siete minutos. Nada ya cambió. El Real Madrid supo moverse, Llull hizo de Llull (8 puntos de corrido) y mantenerse con metros. Cerró otro triunfo. Lo cerró Carroll.

Carroll deshiela al Real Madrid (89-75)

El certero tirador blanco sirvió en bandeja el triunfo, ante un correoso Unics Kazán, justo el día en el que se convirtió en el extranjero con más encuentros (364 como Bullock) en la historia del club
Rafael Merino
jueves, 24 de noviembre de 2016, 22:36 h (CET)
Se avecinaba un encuentro sin excesiva exigencia. Ni física ni mental. Y se acabó resolviendo un compromiso con susto. El Real Madrid pasó de carecer de adversario a encontrarse un serio obstáculo. De empezar a labrarse el camino de manera cómoda se pasó a sudar en abundancia. Finalmente, se embolsó una trabajada victoria ante el Unics Kazán. Quizá fue consecuencia de un calendario tan cargado, como el solventado en semanas anteriores. Había cansancio. O se pensó en tenerlo todo atado con cierta antelación. O se depende en demasía de los puntos de Llull cuando nadie más suma. Cosas de esta Euroliga.



Pareció ser suficiente el mantener una velocidad de crucero mientras enfrente se ofrecían comodidades: defensa blanda, ataque inconsistente y sin obstaculizar las tan características transiciones rápidas del Real Madrid. Los indicios conducían a vivir una noche plácida. El primer cuarto se cerró con un 25-17, escaso margen a tenor del juego desarrollado por unos y otros. El Real Madrid, centrado y dibujando sus cánones de baloncesto eficaz y alegre; el Kazán, tan timorato en defensa como inconsistente y dudoso en ataque. En tan sólo seis minutos se deducen estas conclusiones: 17-10. Y después de un correcalles sin sentido: 19-10. El cuarto se maquilló con el mencionado 25-17 (Maciulis, pletórico, con 9 puntos). Las sensaciones, no obstante, eran abismales. Tanto como ese baloncesto entre jóvenes y profesionales. Bien lo sabe Doncic. El imberbe madridista se volvió a llevar un golpe. De los que hacen daño. Es también parte de su rápido aprendizaje.

Carroll y Reyes, históricos
Con el horizonte despejado y soleado, el Real Madrid se desconectó, como si quisiera abrir tiempo a los actos festivos. Sí, actos festivos. Los hubo. Y con historia. Reyes se convirtió en el quinto anotador en la historia de la Euroliga, con 2.496 puntos; y Carroll, en el extranjero con más encuentros en la historia del Real Madrid, con 364 partidos y compartiendo momentáneamente este honor con Bullock. Estos homenajes atascaron al Real Madrid; amén de un subida defensiva rusa. Entró en calor. Y ni el aporte de un entonado Randolph (de un 30-24 se pasó a un 36-27) impidió que al descanso estuviera en el electrónico un apretado 40-37; que no en valoración global entre ambos bloques: 50-31. Y hasta el reloj se puso en contra al sonar antes de tiempo. Impidió que valiera la canasta del partido: un triple clásico de Llull. Esta vez desde más allá del medio campo.

La congestión no se solventó en los vestuarios. El Real Madrid continúo sin ver con nitidez. ¿Cansancio? Quizá ¿Solvencia? Posiblemente. Hoy por hoy, son superiores a los rusos, carentes, incluso, de un buen fondo de armario. ¿Dependencia de Llull? Muy seguro. El base no estaba brillando como de costumbre. Y eso se nota. Luego, prendida la mecha, y casi atado el partido por Carroll, el de Mahón sumó y sumó (de 6 puntos en tres cuartos a sellar 8 puntos en un santiamén). Tanto que una canasta de Langford situó al Kazán en lo alto del marcador: 42-43. Fueron unos instantes, lo que tardó Rudy Fernández en asumir responsabilidades: 5 puntos consecutivos y 50-45. No fue el único. Apareció Hunter, con sus 8 puntos, y un batallador Reyes (brillante en la anotación con 16 puntos). El Real Madrid volvió a mandar e incluso tomar unos metros de ventaja al finalizar el tercer acto: 62-55.

Golpe certero
No llevaba su noche. Y eso que era una noche con sabor a historia. Y despertó, claro que despertó. Carroll anotó 9 puntos consecutivos (sólo llevaba 2) y puso en órbita al Real Madrid: 71-59. Máxima ventaja. Ni esa buena segunda parte de Langford y Parakhouski mantuvieron más la intriga. Carroll, el francotirador del perímetro, ese jugador al que la afición blanca coreó en la Caja Mágica cuando aún era grancanario, cerró el encuentro cómo y cuándo quiso. Se dio su particular homenaje. Aún quedaron siete minutos. Nada ya cambió. El Real Madrid supo moverse, Llull hizo de Llull (8 puntos de corrido) y mantenerse con metros. Cerró otro triunfo. Lo cerró Carroll.

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