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Francisco Montesano

El caso de Luis Sarmiento: ¿Justicia o venganza?

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Si en algo he dejado creer es en las casualidades. Tantos años de enjuagues políticos me han demostrado que las mismas son mayormente obra de la causalidad.

Esta semana, en medio de un nuevo show mediático, amparándose en la "verdad y la justicia", el gobierno produjo otro escándalo que lo enfrentó a los jueces. Sucedió luego de que la Gendarmería dispusiera detener al padre de María José Sarmiento, la jueza que falló contra las aspiraciones del oficialismo en el resonado caso de las reservas. Luis Sarmiento, un coronel retirado de 85 años, fue acusado por un juez federal de Misiones de participar en secuestros, torturas y asesinatos durante la dictadura.

La jueza Sarmiento conjeturó que el mismo era una presión en su contra y dijo: "Yo lo asocio con el fallo y creo que es una presión, pero no voy a ceder", afirmó. La Casa Rosada, a través del Secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, le recomendó a la magistrada "que vaya al psicólogo", una respuesta inapropiada para un funcionario principalmente por su carencia de argumentación.

Pero, ¿cuál es el limite entre venganza y justicia? La venganza es el daño inflingido a una persona como respuesta a otro recibido de ella. En el ser humano es frecuente hacer uso de la venganza y, envalentonados por aquello de ojo por ojo, enseguida estamos urdiendo la forma de devolver el perjuicio recibido y, por no ser menos, con intereses.

Existen innumerables formas de llevar a cabo la venganza, pero existen tres típicas, a saber: los que devuelven el golpe en el momento, los que esperan la oportunidad pero sin planear nada y aquellos que empiezan a planearla con gran frialdad, estudiando bien el método y momento de la realización, donde prima mas la forma para hacer sufrir lo más que se pueda al causante que el motivo mismo.

Clasificarlas resulta aun mas sencillo: las clases de venganzas dependen del carácter del vengador. Están las muy crueles, las tontas y las mal confeccionadas, ya que el daño termina por recaer en quien la ejecuta.

No deja de ser cierto que la visión y posición de los protagonistas influye sobre su juicio, que en muchos casos pueden tomar por venganza lo que otros ven como justicia.

Una reflexión del abogado español Marcos Ana, histórico militante del PCE y luchador infatigable por las libertades y la democracia en España, podría ayudarnos.

En agosto de 2008, el mencionado expresaba: "A finales del año pasado se proclamó una Ley de la Memoria Histórica que, pese a algunas insuficiencias, incluye avances positivos y reparaciones impostergables frente a los opositores, que pretendían, augurando como siempre los peores presagios, imponernos un olvido inaceptable. Fuimos muy generosos en la Transición. Renunciamos a muchos derechos y acordamos una amnistía general para que la democracia llevara la paz y la seguridad a todos los españoles. Ese espíritu ya estaba, desde muchos años antes, en la política de reconciliación nacional que propiciamos los comunistas.

Pero no hay que confundir la amnistía con la amnesia, ni la venganza con la justicia. No se puede olvidar ni cercenar ese periodo de la Historia de nuestro país. Conocerlo y estudiarlo es la mejor vacuna para que no se repita y para proteger la libertad y la vida de las generaciones futuras.

Ahora, a partir de esa Ley de la Memoria Histórica, que debemos ir mejorando, se abre la tarea oficial, y pública, de vigilar su aplicación".

Interesante pensamiento, más si procede de alguien que sufriera en carne propia la cárcel y la tortura en la dictadura Española... durante más de dos décadas.

El caso de Luis Sarmiento: ¿Justicia o venganza?

Francisco Montesano
Francisco Montesano
viernes, 26 de marzo de 2010, 03:19 h (CET)
Si en algo he dejado creer es en las casualidades. Tantos años de enjuagues políticos me han demostrado que las mismas son mayormente obra de la causalidad.

Esta semana, en medio de un nuevo show mediático, amparándose en la "verdad y la justicia", el gobierno produjo otro escándalo que lo enfrentó a los jueces. Sucedió luego de que la Gendarmería dispusiera detener al padre de María José Sarmiento, la jueza que falló contra las aspiraciones del oficialismo en el resonado caso de las reservas. Luis Sarmiento, un coronel retirado de 85 años, fue acusado por un juez federal de Misiones de participar en secuestros, torturas y asesinatos durante la dictadura.

La jueza Sarmiento conjeturó que el mismo era una presión en su contra y dijo: "Yo lo asocio con el fallo y creo que es una presión, pero no voy a ceder", afirmó. La Casa Rosada, a través del Secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, le recomendó a la magistrada "que vaya al psicólogo", una respuesta inapropiada para un funcionario principalmente por su carencia de argumentación.

Pero, ¿cuál es el limite entre venganza y justicia? La venganza es el daño inflingido a una persona como respuesta a otro recibido de ella. En el ser humano es frecuente hacer uso de la venganza y, envalentonados por aquello de ojo por ojo, enseguida estamos urdiendo la forma de devolver el perjuicio recibido y, por no ser menos, con intereses.

Existen innumerables formas de llevar a cabo la venganza, pero existen tres típicas, a saber: los que devuelven el golpe en el momento, los que esperan la oportunidad pero sin planear nada y aquellos que empiezan a planearla con gran frialdad, estudiando bien el método y momento de la realización, donde prima mas la forma para hacer sufrir lo más que se pueda al causante que el motivo mismo.

Clasificarlas resulta aun mas sencillo: las clases de venganzas dependen del carácter del vengador. Están las muy crueles, las tontas y las mal confeccionadas, ya que el daño termina por recaer en quien la ejecuta.

No deja de ser cierto que la visión y posición de los protagonistas influye sobre su juicio, que en muchos casos pueden tomar por venganza lo que otros ven como justicia.

Una reflexión del abogado español Marcos Ana, histórico militante del PCE y luchador infatigable por las libertades y la democracia en España, podría ayudarnos.

En agosto de 2008, el mencionado expresaba: "A finales del año pasado se proclamó una Ley de la Memoria Histórica que, pese a algunas insuficiencias, incluye avances positivos y reparaciones impostergables frente a los opositores, que pretendían, augurando como siempre los peores presagios, imponernos un olvido inaceptable. Fuimos muy generosos en la Transición. Renunciamos a muchos derechos y acordamos una amnistía general para que la democracia llevara la paz y la seguridad a todos los españoles. Ese espíritu ya estaba, desde muchos años antes, en la política de reconciliación nacional que propiciamos los comunistas.

Pero no hay que confundir la amnistía con la amnesia, ni la venganza con la justicia. No se puede olvidar ni cercenar ese periodo de la Historia de nuestro país. Conocerlo y estudiarlo es la mejor vacuna para que no se repita y para proteger la libertad y la vida de las generaciones futuras.

Ahora, a partir de esa Ley de la Memoria Histórica, que debemos ir mejorando, se abre la tarea oficial, y pública, de vigilar su aplicación".

Interesante pensamiento, más si procede de alguien que sufriera en carne propia la cárcel y la tortura en la dictadura Española... durante más de dos décadas.

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