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Edward Schumacher-Matos

Cuando "no" falla al país

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BOSTON - El Senador Lindsey Graham ha sido un legislador atento y constructivo desde hace mucho. Pero el Republicano de Carolina del Sur hizo unas declaraciones la semana pasada que manifiestan el motivo de que Washington pierda la confianza de la opinión pública y de que su partido en concreto pierda el sentido del deber.

Graham se había unido al Senador Demócrata de Nueva York Charles Schumer para presentar un razonable esbozo de reforma migratoria que, aunque no tan histórica como la reforma sanitaria recién aprobada, puede tener el mismo impacto sobre quienes somos como país.

Luego Graham amenazó con distanciarse de su propia propuesta. "Si el proyecto de reforma sanitaria sale adelante este fin de semana, eso anula, en mi opinión, cualquier posibilidad de que la reforma de la inmigración supere el trámite del Senado este año", dijo.

Los legisladores Republicanos no tienen desde luego el monopolio de la preferencia del cinismo sobre la legislación. Pero rara vez se ha planteado hasta tal extremo y con tan pocos rodeos por parte de un partido entero. Los Republicanos de la Cámara y el Senado han cerrado filas en su petulancia tras perder la votación de la sanidad, con la intención de negarse abiertamente a trabajar con los Demócratas en las muchas cuestiones cruciales a las que se enfrenta un país en guerra y recuperado un poco de la recesión profunda.

O la reforma de la inmigración, por ejemplo, es necesaria o no es necesaria. Graham cree que sí. Casi 11 millones de inmigrantes están en este país sin permiso legal de residencia ni papeles de entrada. Entonces, ¿qué justifica que Graham se distancie de una resolución, tan indignado como pueda estar comprensiblemente por la reforma sanitaria?

Del mismo modo, el desempleo sigue siendo cerca del 10 por ciento. El sistema financiero sigue siendo frágil. Los soldados estadounidenses siguen muriendo en Irak y Afganistán. Irán todavía está tratando de construir una bomba nuclear.

En algún momento la política debe terminar y la responsabilidad debe comenzar. Nosotros elegimos a nuestros líderes para que trabajen juntos bregando con los desafíos difíciles a los que se enfrenta el país, no para que actúen igual que el niño mimado del recreo que coge su balón y se marcha a casa porque no va ganando.

La opinión generalizada ha consistido los últimos días en decir que el Presidente Barack Obama sacrificó la posibilidad de que el bipartidismo sacara adelante la reforma sanitaria. Pero eso tiene otra lectura. ¿Quién dice que ahora los Republicanos tienen derecho, por indignación, a sacrificar el interés de la nación en otros terrenos?

Obama fue criticado con razón en el último año por aparentar estar tan concentrado en la reforma sanitaria que no estaba abordando públicamente el empleo y la economía lo suficiente. Ahora los líderes Republicanos de la Cámara y el Senado, irónicamente, están prometiendo hacer lo contrario.

La regulación financiera, por ejemplo, ha terminado reducida a diferencias técnicas en su mayoría para la gran mayoría de estadounidenses y legisladores. Incluso Alan Greenspan, el libertario ex gobernador de la Reserva Federal, se ha unido a los demás arquitectos del sector financiero del presente sistema averiado para pedir mayor regulación pública.

Sin embargo, Mitch McConnell, Secretario de la oposición en el Senado, ha impuesto la disciplina de partido en lo que debería ser una cuestión no partidista. Los Republicanos del Comité de Actividades Bancarias del Senado presentaban la semana pasada más de 200 enmiendas al actual anteproyecto de reforma financiera como táctica de acoso, cambiando de estrategia el lunes siguiente para retirar las enmiendas y no ofrecer nada que pudiera considerarse su aportación.

Si los Republicanos pueden inducir a los medios a centrarse únicamente en los enfrentamientos partidistas, entonces puede que los votantes no noten una frivolidad tan hipócrita. Pero esto no lo convierte en algo correcto.

Curiosamente, gran parte de la legislación a la que ahora se oponen los Republicanos se basa en sus ideas, una reflexión de lo mucho que se ha desplazado Washington hacia la derecha desde la década de los 60.

Vea la inmigración. La propuesta Graham-Schumer - que Obama y los líderes Demócratas dicen poder apoyar -- hace hincapié en el uso de las fuerzas del orden e incluye un programa de trabajadores temporales que las empresas quieren pero del que los electores Demócratas como los sindicatos, las iglesias de izquierdas y las organizaciones humanitarias desconfían.

La propuesta se basa en el cumplimiento inflexible y cada vez más eficaz de la ley que la administración Obama ha retomado de la administración Republicana del Presidente George W. Bush. Graham y Schumer añade una verdadera innovación: un carné de la seguridad social con datos biométricos a prueba de falsificaciones que se expendería a todos los estadounidenses.

Una manera de detener eficazmente los futuros flujos de ilegales sería así plausible. A los inmigrantes sin papeles que ya residen aquí se les ofrecería la legalización condicionada, también apoyada por empresas e iglesias evangélicas de filiación Republicana. Sólo una minoría populista se opone.

Hay a la vista un acuerdo en inmigración. ¿Rematarán los Republicanos? ¿O seguirán movilizados en su negativa?

Cuando "no" falla al país

Edward Schumacher-Matos
Edward Schumacher-Matos
viernes, 26 de marzo de 2010, 03:13 h (CET)
BOSTON - El Senador Lindsey Graham ha sido un legislador atento y constructivo desde hace mucho. Pero el Republicano de Carolina del Sur hizo unas declaraciones la semana pasada que manifiestan el motivo de que Washington pierda la confianza de la opinión pública y de que su partido en concreto pierda el sentido del deber.

Graham se había unido al Senador Demócrata de Nueva York Charles Schumer para presentar un razonable esbozo de reforma migratoria que, aunque no tan histórica como la reforma sanitaria recién aprobada, puede tener el mismo impacto sobre quienes somos como país.

Luego Graham amenazó con distanciarse de su propia propuesta. "Si el proyecto de reforma sanitaria sale adelante este fin de semana, eso anula, en mi opinión, cualquier posibilidad de que la reforma de la inmigración supere el trámite del Senado este año", dijo.

Los legisladores Republicanos no tienen desde luego el monopolio de la preferencia del cinismo sobre la legislación. Pero rara vez se ha planteado hasta tal extremo y con tan pocos rodeos por parte de un partido entero. Los Republicanos de la Cámara y el Senado han cerrado filas en su petulancia tras perder la votación de la sanidad, con la intención de negarse abiertamente a trabajar con los Demócratas en las muchas cuestiones cruciales a las que se enfrenta un país en guerra y recuperado un poco de la recesión profunda.

O la reforma de la inmigración, por ejemplo, es necesaria o no es necesaria. Graham cree que sí. Casi 11 millones de inmigrantes están en este país sin permiso legal de residencia ni papeles de entrada. Entonces, ¿qué justifica que Graham se distancie de una resolución, tan indignado como pueda estar comprensiblemente por la reforma sanitaria?

Del mismo modo, el desempleo sigue siendo cerca del 10 por ciento. El sistema financiero sigue siendo frágil. Los soldados estadounidenses siguen muriendo en Irak y Afganistán. Irán todavía está tratando de construir una bomba nuclear.

En algún momento la política debe terminar y la responsabilidad debe comenzar. Nosotros elegimos a nuestros líderes para que trabajen juntos bregando con los desafíos difíciles a los que se enfrenta el país, no para que actúen igual que el niño mimado del recreo que coge su balón y se marcha a casa porque no va ganando.

La opinión generalizada ha consistido los últimos días en decir que el Presidente Barack Obama sacrificó la posibilidad de que el bipartidismo sacara adelante la reforma sanitaria. Pero eso tiene otra lectura. ¿Quién dice que ahora los Republicanos tienen derecho, por indignación, a sacrificar el interés de la nación en otros terrenos?

Obama fue criticado con razón en el último año por aparentar estar tan concentrado en la reforma sanitaria que no estaba abordando públicamente el empleo y la economía lo suficiente. Ahora los líderes Republicanos de la Cámara y el Senado, irónicamente, están prometiendo hacer lo contrario.

La regulación financiera, por ejemplo, ha terminado reducida a diferencias técnicas en su mayoría para la gran mayoría de estadounidenses y legisladores. Incluso Alan Greenspan, el libertario ex gobernador de la Reserva Federal, se ha unido a los demás arquitectos del sector financiero del presente sistema averiado para pedir mayor regulación pública.

Sin embargo, Mitch McConnell, Secretario de la oposición en el Senado, ha impuesto la disciplina de partido en lo que debería ser una cuestión no partidista. Los Republicanos del Comité de Actividades Bancarias del Senado presentaban la semana pasada más de 200 enmiendas al actual anteproyecto de reforma financiera como táctica de acoso, cambiando de estrategia el lunes siguiente para retirar las enmiendas y no ofrecer nada que pudiera considerarse su aportación.

Si los Republicanos pueden inducir a los medios a centrarse únicamente en los enfrentamientos partidistas, entonces puede que los votantes no noten una frivolidad tan hipócrita. Pero esto no lo convierte en algo correcto.

Curiosamente, gran parte de la legislación a la que ahora se oponen los Republicanos se basa en sus ideas, una reflexión de lo mucho que se ha desplazado Washington hacia la derecha desde la década de los 60.

Vea la inmigración. La propuesta Graham-Schumer - que Obama y los líderes Demócratas dicen poder apoyar -- hace hincapié en el uso de las fuerzas del orden e incluye un programa de trabajadores temporales que las empresas quieren pero del que los electores Demócratas como los sindicatos, las iglesias de izquierdas y las organizaciones humanitarias desconfían.

La propuesta se basa en el cumplimiento inflexible y cada vez más eficaz de la ley que la administración Obama ha retomado de la administración Republicana del Presidente George W. Bush. Graham y Schumer añade una verdadera innovación: un carné de la seguridad social con datos biométricos a prueba de falsificaciones que se expendería a todos los estadounidenses.

Una manera de detener eficazmente los futuros flujos de ilegales sería así plausible. A los inmigrantes sin papeles que ya residen aquí se les ofrecería la legalización condicionada, también apoyada por empresas e iglesias evangélicas de filiación Republicana. Sólo una minoría populista se opone.

Hay a la vista un acuerdo en inmigración. ¿Rematarán los Republicanos? ¿O seguirán movilizados en su negativa?

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