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Hay que evitar el hecho de estar situados en la escena de la histeria colectiva

No deberíamos condicionar nuestras acciones a raíz de la amenaza de atentados terroristas

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¿Deberíamos condicionar nuestras acciones a raíz de la amenaza de atentados terroristas? Me muestro en contra de la cuestión planteada y pretendo justificarlo en base a tres razones: en primer lugar, porque es imposible predecir o adelantarse al hecho; en segundo lugar, porque hay peligros más probables que no condicionan apenas nuestras acciones; y en tercer lugar, porque hay que evitar el hecho de estar situados en la escena de la histeria colectiva.

La primera conclusión fundamental es que se desconoce cuándo y dónde sucederá un atentado, y en consecuencia, no se puede adoptar una conducta preventiva destinada a la evitación. El azar es su característica por excelencia. En algún instante podía haber en el imaginario colectivo la sensación de que lo más probable es que ocurriera en grandes ciudades o zonas de mucho turismo. No obstante, hay ejemplos, como el de Normandía del 26 de julio del 2016, que demuestran que puede acontecer en cualquier lugar. Ni siquiera es válido el argumento que proclama que es más probable en determinadas zonas que en otras. Así pues, no deberíamos condicionar nuestras acciones por la amenaza de un posible atentado terrorista por el siguiente motivo: es imposible predecir o adelantarse al hecho.

Por otro lado, en el planeta Tierra hay una multitud de peligros que pueden provocar la finalización de nuestra vida -no pretendo lanzar un mensaje catastrofista-. Algunos ejemplos son: tener un accidente de coche, padecer un accidente de tren, ser atacado por un animal que pueda atentar contra nuestra vida, recibir el fuerte impacto de un objeto inesperado, etc. En resumen, cada día hay una gran variedad de riesgos. De hecho, muchos de ellos son más probables que sucedan en comparación a un atentado terrorista, y sin embargo, nuestra percepción de amenaza es mucho menor.

En cuanto al tercer argumento, es muy relevante tener en cuenta la temática de la histeria colectiva. Modular nuestros comportamientos por la amenaza de un atentado terrorista implica situarse en el terreno de la alarma colectiva. Esto no genera una vivencia tranquila y sana de la vida, más bien al contrario, se produce un temor y terror permanente. El miedo al delito debe intentar rebajarse para lograr el desarrollo vital con completa normalidad. Y es que, de lo contrario, los potenciales terroristas estarán logrando sus objetivos: el pánico colectivo y la renuncia a planes vitales por temor.

En el terreno de la histeria colectiva ocurren circunstancias como las del día 2 de agosto del 2016 en Platja d'Aro. En este municipio de la provincia de Gerona hubo una situación de caos increíble como consecuencia del pensamiento global de que se estaba produciendo un atentado. Realmente no fue cierto, pero la sensación de pánico, las avalanchas en determinadas zonas y las crisis de ansiedad que sufrieron algunas personas no pueden ser realidades que perduren en el tiempo.

No deberíamos condicionar nuestras acciones a raíz de la amenaza de atentados terroristas

Hay que evitar el hecho de estar situados en la escena de la histeria colectiva
Cude
martes, 22 de noviembre de 2016, 00:19 h (CET)
¿Deberíamos condicionar nuestras acciones a raíz de la amenaza de atentados terroristas? Me muestro en contra de la cuestión planteada y pretendo justificarlo en base a tres razones: en primer lugar, porque es imposible predecir o adelantarse al hecho; en segundo lugar, porque hay peligros más probables que no condicionan apenas nuestras acciones; y en tercer lugar, porque hay que evitar el hecho de estar situados en la escena de la histeria colectiva.

La primera conclusión fundamental es que se desconoce cuándo y dónde sucederá un atentado, y en consecuencia, no se puede adoptar una conducta preventiva destinada a la evitación. El azar es su característica por excelencia. En algún instante podía haber en el imaginario colectivo la sensación de que lo más probable es que ocurriera en grandes ciudades o zonas de mucho turismo. No obstante, hay ejemplos, como el de Normandía del 26 de julio del 2016, que demuestran que puede acontecer en cualquier lugar. Ni siquiera es válido el argumento que proclama que es más probable en determinadas zonas que en otras. Así pues, no deberíamos condicionar nuestras acciones por la amenaza de un posible atentado terrorista por el siguiente motivo: es imposible predecir o adelantarse al hecho.

Por otro lado, en el planeta Tierra hay una multitud de peligros que pueden provocar la finalización de nuestra vida -no pretendo lanzar un mensaje catastrofista-. Algunos ejemplos son: tener un accidente de coche, padecer un accidente de tren, ser atacado por un animal que pueda atentar contra nuestra vida, recibir el fuerte impacto de un objeto inesperado, etc. En resumen, cada día hay una gran variedad de riesgos. De hecho, muchos de ellos son más probables que sucedan en comparación a un atentado terrorista, y sin embargo, nuestra percepción de amenaza es mucho menor.

En cuanto al tercer argumento, es muy relevante tener en cuenta la temática de la histeria colectiva. Modular nuestros comportamientos por la amenaza de un atentado terrorista implica situarse en el terreno de la alarma colectiva. Esto no genera una vivencia tranquila y sana de la vida, más bien al contrario, se produce un temor y terror permanente. El miedo al delito debe intentar rebajarse para lograr el desarrollo vital con completa normalidad. Y es que, de lo contrario, los potenciales terroristas estarán logrando sus objetivos: el pánico colectivo y la renuncia a planes vitales por temor.

En el terreno de la histeria colectiva ocurren circunstancias como las del día 2 de agosto del 2016 en Platja d'Aro. En este municipio de la provincia de Gerona hubo una situación de caos increíble como consecuencia del pensamiento global de que se estaba produciendo un atentado. Realmente no fue cierto, pero la sensación de pánico, las avalanchas en determinadas zonas y las crisis de ansiedad que sufrieron algunas personas no pueden ser realidades que perduren en el tiempo.

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