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Mario López

La importancia democrática del IVA

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El debate sobre la subida del IVA ha resultado ser la más grave y trascendental manifestación de lo que da de sí nuestro sistema para abordar la solución a los más graves problemas de índole económico a los que nos tenemos que enfrentar los ciudadanos de este país. Está muy bien eso de discutir si es mejor o peor subir o no el IVA. ¿Qué hay de malo en darle vueltas a la cabeza acerca de la colonia que debo echarme cuando llevo un año sin lavarme? ¿El hedor corporal mejora con una buena colonia?

A mí me parece que no, que en vez de disimular el fétido aroma de tu cuerpo lo que se consigue es crear otro aún más nauseabundo; pero en esto, como en todo, habrá infinidad de pareceres. Unos opinan que al subir el IVA se recauda más y hay otros que opinan lo contrario. Y lo más seguro es que los dos tengan razón, porque al final lo mismo da que nos da lo mismo. En cualquier caso, ¿vamos a resolver nuestra precariedad económica y nuestras desigualdades endémicas con la subida del IVA? Ahí sí que, definitivamente, podemos estar todos de acuerdo: NO. Entonces, ¿cuál es la importancia del IVA? ¿Por qué se ha cobrado tan extraordinario protagonismo? Pues muy sencillo, porque es de las pocas cosas de nuestra economía de las que se puede discutir y eso nos hace sentirnos muy demócratas. Nos llena de tanto vigor democrático, nos pone tan en razón, que podemos cantarle las cuarenta a los hermanos Castro, Evo Morales y Hugo Chávez, así, al alimón, sin que se nos caigan los palos del sombrajo ni la cara de vergüenza. Todos sabemos que nuestros problemas se arreglaban, en un pispás, metiendo en vereda a los agentes que nos los han causado, pero eso es algo que no está contemplado en nuestra democracia, de la misma manera que los hermanos Castro no contemplan negociar con sus disidentes. ¿Cuáles son más perversos, los tabús de nuestra democracia o los de la dictadura de los Castro? Si fuera disidente cubano diría que los de la dictadura castrista, pero como soy parado español no dudo en decir que los de nuestra democracia. Y, por encima de mi situación personal, lo que no admite la menor controversia es que un país que no se tiene permitido modificar un sistema económico que mantiene a más de nueve millones de personas por debajo del umbral de la pobreza no tiene la menor legitimidad para llamarse democrático. Así que, una de dos, o le metemos mano a los paraísos fiscales, a las multinacionales, a la banca, a las grandes fortunas, al mercado laboral y a los políticos corruptos o tendremos que asumir que vivimos en una dictadura. Y no una dictadura cualquiera, militar, fascista o comunista. No, algo mucho peor, una dictadura ciega, cínica, provista de toda la parafernalia para escenificar la tragicomedia de la democracia ausente. Una dictadura de unos cuantos que, al no visualizarse, carece de arreglo posible. Es decir, una dictadura canalla. Pues que suba y baje el IVA indistintamente. A mí, me trae absolutamente al fresco.

La importancia democrática del IVA

Mario López
Mario López
domingo, 21 de marzo de 2010, 10:14 h (CET)
El debate sobre la subida del IVA ha resultado ser la más grave y trascendental manifestación de lo que da de sí nuestro sistema para abordar la solución a los más graves problemas de índole económico a los que nos tenemos que enfrentar los ciudadanos de este país. Está muy bien eso de discutir si es mejor o peor subir o no el IVA. ¿Qué hay de malo en darle vueltas a la cabeza acerca de la colonia que debo echarme cuando llevo un año sin lavarme? ¿El hedor corporal mejora con una buena colonia?

A mí me parece que no, que en vez de disimular el fétido aroma de tu cuerpo lo que se consigue es crear otro aún más nauseabundo; pero en esto, como en todo, habrá infinidad de pareceres. Unos opinan que al subir el IVA se recauda más y hay otros que opinan lo contrario. Y lo más seguro es que los dos tengan razón, porque al final lo mismo da que nos da lo mismo. En cualquier caso, ¿vamos a resolver nuestra precariedad económica y nuestras desigualdades endémicas con la subida del IVA? Ahí sí que, definitivamente, podemos estar todos de acuerdo: NO. Entonces, ¿cuál es la importancia del IVA? ¿Por qué se ha cobrado tan extraordinario protagonismo? Pues muy sencillo, porque es de las pocas cosas de nuestra economía de las que se puede discutir y eso nos hace sentirnos muy demócratas. Nos llena de tanto vigor democrático, nos pone tan en razón, que podemos cantarle las cuarenta a los hermanos Castro, Evo Morales y Hugo Chávez, así, al alimón, sin que se nos caigan los palos del sombrajo ni la cara de vergüenza. Todos sabemos que nuestros problemas se arreglaban, en un pispás, metiendo en vereda a los agentes que nos los han causado, pero eso es algo que no está contemplado en nuestra democracia, de la misma manera que los hermanos Castro no contemplan negociar con sus disidentes. ¿Cuáles son más perversos, los tabús de nuestra democracia o los de la dictadura de los Castro? Si fuera disidente cubano diría que los de la dictadura castrista, pero como soy parado español no dudo en decir que los de nuestra democracia. Y, por encima de mi situación personal, lo que no admite la menor controversia es que un país que no se tiene permitido modificar un sistema económico que mantiene a más de nueve millones de personas por debajo del umbral de la pobreza no tiene la menor legitimidad para llamarse democrático. Así que, una de dos, o le metemos mano a los paraísos fiscales, a las multinacionales, a la banca, a las grandes fortunas, al mercado laboral y a los políticos corruptos o tendremos que asumir que vivimos en una dictadura. Y no una dictadura cualquiera, militar, fascista o comunista. No, algo mucho peor, una dictadura ciega, cínica, provista de toda la parafernalia para escenificar la tragicomedia de la democracia ausente. Una dictadura de unos cuantos que, al no visualizarse, carece de arreglo posible. Es decir, una dictadura canalla. Pues que suba y baje el IVA indistintamente. A mí, me trae absolutamente al fresco.

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