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Kathleen Parker

El rey del país de la piruleta y el pueblo de pan de jengibre

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WASHINGTON - Revisando por encima esa fábula del país de la piruleta que es la legislación de reforma sanitaria, una se siente tentada de tararear algunos compases de "Let Me Call You Sweetheart".

Qué chollazo. Para los que cortan el bacalao, me refiero. Para el contribuyente estadounidense no tanto, a quien han engañado pensando que los sobornos blandos han sido desterrados del sistema.

No sólo siguen presentes, sino que son más rentables y (BEG ITAL)peores(END ITAL), como nos dio permiso para decir el poeta. Y la legislación "de reforma" sanitaria es, en consecuencia, miles de millones más cara.

Sí, historia (más o menos) es el soborno Nelson, ofrecido al Senador de Nebraska Ben Nelson cuando su imprescindible voto 60 necesitó algo de persuasión. En cristiano, Nelson ya no es especial. En vez de eso, ahora todos tienen trato preferente. Todos los estados tendrán ahora su propio soborno Nelson. Y todo es hermoso tal como está.

Originalmente Nelson había logrado la financiación federal del 100 por ciento de la ampliación del Medicaid de Nebraska - a perpetuidad - entre otras perlas ocultas a beneficio de las aseguradoras locales. Cuando los demás estados se quejaron del trato desigual recibido, el Presidente Obama y el Congreso "lo arreglaron" elevando la aportación federal de Medicaid en todos los estados hasta 2017, fecha a partir de la cual el importe desciende.

El acuerdo de Nelson habría pasado casi desapercibido si no hubiera sido por su importante protagonismo en la votación del Senado el pasado diciembre. El valor de lo originalmente negociado para Nebraska -- alrededor de 100 millones de dólares -- no parece mucho entre las cantidades billonarias que se barajan, pero el precio de "arreglar" las cosas se calcula en decenas de miles de millones, según un lobista de la sanidad que me ha hecho los cálculos.

Otras muestras de aprecio que siguen dentro del proyecto de ley incluyen partidas especiales para Florida ("Gatorade"), Louisiana ("La Compra de Louisiana"), Nevada, Montana, Wyoming, Dakota del Norte y Utah ("Los Estados de la Frontera"). Es muy posible que haya más, y la plantilla del Capitolio, que va a trabajar a diario con café cargado, lupas y viseras de contable, está haciendo la criba de los montones de palabrería.

Hartos, podríamos admitir que se trata de, bueno, la política de siempre. ¿Pero no se suponía que íbamos a acabar con este tipo de acuerdos a puerta cerrada? ¿Dónde está la transparencia de la Tierra Prometida?

Durante el encuentro sanitario del mes pasado, el Senador John McCain tuvo la audacia de agitar - "con respeto" - el fantasma de la opacidad y los "desagradables" pactos, mientras Obama recordó a su antiguo adversario presidencial que la campaña había terminado. Lo cual no es cierto exactamente, pero vale.

Los esfuerzos por sacar adelante (BEG ITAL)cualquier(END ITAL) reforma sanitaria del Congreso son implacables, sin importar lo mucho que los estadounidenses se opongan. Todas las razones son conocidas y comprendidas, al menos políticamente. Pero desafía la comprensión cómo cualquier congresista puede burlarse de esta opinión al tiempo que negocia caros acuerdos en lugar de buscar todas las formas posibles de rebajar el gasto y reducir la probabilidad de unos impuestos exorbitantes. No es que todo esto sea gratuito.

En su favor, Obama reconoció que McCain tiene razón en un escrito dirigido al Congreso después del encuentro, observando que se han añadido ciertas cláusulas a la legislación que no deberían de haberse añadido. Su propia propuesta no incluye la prestación de Medicare Advantage mencionada por McCain que concede prestaciones adicionales a Florida, entre otros estados. El presidente también mencionó que su plan elimina el sistema de cubrirse el riñón que tiene Nebraska (el término no es suyo) "reemplazándolo con partidas de fondos federales destinadas a todos los estados para la ampliación de Medicaid".

¿Más justo? Claro, pero a un precio alucinante para el contribuyente. Para corregir un error de 100 millones de dólares, vamos a gastar decenas de miles de millones.

Durante todo el proceso de la sanidad, el modus operandi de los Demócratas ha consistido en ofrecer un trato zalamero y luego, cuando son sorprendidos, duplicar la oferta en lugar de cambiar de rumbo. El impuesto a las pólizas de salud de lujo que se propone para costear el proyecto es otro ejemplo de manual. Impuesta por el presidente e inicialmente aprobada por el Senado, la legislación fiscal fue interpretada ampliamente como forma eficaz de rebajar los costes. Pero entonces los sindicatos desenterraron el hacha de guerra y todo el mundo se echó atrás. El impuesto será pospuesto hasta 2018.

¿Y el precio del compromiso de unión? Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el impuesto original habría ahorrado a las arcas públicas 149.000 millones de dólares entre 2013 y 2019. En el marco tributario aplazado, los ahorros descienden hasta apenas 65.000 millones, una pérdida neta para el erario público de 84.000 millones de dólares.

Con independencia de lo que diga la Oficina Presupuestaria en los próximos días acerca de la presente legislación, nadie puede afirmar que el proyecto es tan austero como debería ser. Una cucharadita de azúcar puede edulcorar una medicina amarga, pero hasta el rey del país de la piruleta y su pueblo de jengibre se empachaban de dulces.

El rey del país de la piruleta y el pueblo de pan de jengibre

Kathleen Parker
Kathleen Parker
viernes, 12 de marzo de 2010, 09:04 h (CET)
WASHINGTON - Revisando por encima esa fábula del país de la piruleta que es la legislación de reforma sanitaria, una se siente tentada de tararear algunos compases de "Let Me Call You Sweetheart".

Qué chollazo. Para los que cortan el bacalao, me refiero. Para el contribuyente estadounidense no tanto, a quien han engañado pensando que los sobornos blandos han sido desterrados del sistema.

No sólo siguen presentes, sino que son más rentables y (BEG ITAL)peores(END ITAL), como nos dio permiso para decir el poeta. Y la legislación "de reforma" sanitaria es, en consecuencia, miles de millones más cara.

Sí, historia (más o menos) es el soborno Nelson, ofrecido al Senador de Nebraska Ben Nelson cuando su imprescindible voto 60 necesitó algo de persuasión. En cristiano, Nelson ya no es especial. En vez de eso, ahora todos tienen trato preferente. Todos los estados tendrán ahora su propio soborno Nelson. Y todo es hermoso tal como está.

Originalmente Nelson había logrado la financiación federal del 100 por ciento de la ampliación del Medicaid de Nebraska - a perpetuidad - entre otras perlas ocultas a beneficio de las aseguradoras locales. Cuando los demás estados se quejaron del trato desigual recibido, el Presidente Obama y el Congreso "lo arreglaron" elevando la aportación federal de Medicaid en todos los estados hasta 2017, fecha a partir de la cual el importe desciende.

El acuerdo de Nelson habría pasado casi desapercibido si no hubiera sido por su importante protagonismo en la votación del Senado el pasado diciembre. El valor de lo originalmente negociado para Nebraska -- alrededor de 100 millones de dólares -- no parece mucho entre las cantidades billonarias que se barajan, pero el precio de "arreglar" las cosas se calcula en decenas de miles de millones, según un lobista de la sanidad que me ha hecho los cálculos.

Otras muestras de aprecio que siguen dentro del proyecto de ley incluyen partidas especiales para Florida ("Gatorade"), Louisiana ("La Compra de Louisiana"), Nevada, Montana, Wyoming, Dakota del Norte y Utah ("Los Estados de la Frontera"). Es muy posible que haya más, y la plantilla del Capitolio, que va a trabajar a diario con café cargado, lupas y viseras de contable, está haciendo la criba de los montones de palabrería.

Hartos, podríamos admitir que se trata de, bueno, la política de siempre. ¿Pero no se suponía que íbamos a acabar con este tipo de acuerdos a puerta cerrada? ¿Dónde está la transparencia de la Tierra Prometida?

Durante el encuentro sanitario del mes pasado, el Senador John McCain tuvo la audacia de agitar - "con respeto" - el fantasma de la opacidad y los "desagradables" pactos, mientras Obama recordó a su antiguo adversario presidencial que la campaña había terminado. Lo cual no es cierto exactamente, pero vale.

Los esfuerzos por sacar adelante (BEG ITAL)cualquier(END ITAL) reforma sanitaria del Congreso son implacables, sin importar lo mucho que los estadounidenses se opongan. Todas las razones son conocidas y comprendidas, al menos políticamente. Pero desafía la comprensión cómo cualquier congresista puede burlarse de esta opinión al tiempo que negocia caros acuerdos en lugar de buscar todas las formas posibles de rebajar el gasto y reducir la probabilidad de unos impuestos exorbitantes. No es que todo esto sea gratuito.

En su favor, Obama reconoció que McCain tiene razón en un escrito dirigido al Congreso después del encuentro, observando que se han añadido ciertas cláusulas a la legislación que no deberían de haberse añadido. Su propia propuesta no incluye la prestación de Medicare Advantage mencionada por McCain que concede prestaciones adicionales a Florida, entre otros estados. El presidente también mencionó que su plan elimina el sistema de cubrirse el riñón que tiene Nebraska (el término no es suyo) "reemplazándolo con partidas de fondos federales destinadas a todos los estados para la ampliación de Medicaid".

¿Más justo? Claro, pero a un precio alucinante para el contribuyente. Para corregir un error de 100 millones de dólares, vamos a gastar decenas de miles de millones.

Durante todo el proceso de la sanidad, el modus operandi de los Demócratas ha consistido en ofrecer un trato zalamero y luego, cuando son sorprendidos, duplicar la oferta en lugar de cambiar de rumbo. El impuesto a las pólizas de salud de lujo que se propone para costear el proyecto es otro ejemplo de manual. Impuesta por el presidente e inicialmente aprobada por el Senado, la legislación fiscal fue interpretada ampliamente como forma eficaz de rebajar los costes. Pero entonces los sindicatos desenterraron el hacha de guerra y todo el mundo se echó atrás. El impuesto será pospuesto hasta 2018.

¿Y el precio del compromiso de unión? Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el impuesto original habría ahorrado a las arcas públicas 149.000 millones de dólares entre 2013 y 2019. En el marco tributario aplazado, los ahorros descienden hasta apenas 65.000 millones, una pérdida neta para el erario público de 84.000 millones de dólares.

Con independencia de lo que diga la Oficina Presupuestaria en los próximos días acerca de la presente legislación, nadie puede afirmar que el proyecto es tan austero como debería ser. Una cucharadita de azúcar puede edulcorar una medicina amarga, pero hasta el rey del país de la piruleta y su pueblo de jengibre se empachaban de dulces.

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