A tres días de que empiece la Fórmula 1, venía convencidísima a hablar de Fernando Alonso, de su nuevo año en Ferrari y de la ilusión que a todos los españoles nos está invadiendo esperando algo grande del asturiano. El problema es que viendo lo del Real Madrid ayer, es imposible que hoy se hable de otro tema.

El Madrid y el madridismo empezaron este año ilusionados, esperanzados y convencidos de que por fin se le haría sombra al Barcelona. Pues estamos a 11 de marzo y lo único que han hecho es el ridículo. Primero cayendo eliminados de la Copa del Rey ante el Alcorcón de 2ª B, y ahora diciendo adiós a la Champions en octavos.

Se cumplían ayer 6 años de la última vez que el Madrid había alcanzado los cuartos por última vez y ahora tendrán que esperar a que se cumplan 7 para tener otra vez la opción de pasar de octavos. Tanta inversión realizó Florentino que parece que quiso comprar la Copa de Europa y resulta que se equivocó. Eso no se compra, se gana con jugadores que sientan los colores y con entrenadores que tengan la confianza de su público y de su directiva.

Eso precisamente es lo que le falta a este equipo. Los jugadores no sienten los colores, parece que solo sienten los billetes en el bolsillo. Y del entrenador hoy ya se habla de echarle para que pase a formar parte de esa lista de innumerables entrenadores madridistas que echaron a la calle por no cumplir los objetivos.

Ayer las cosas no encajaron. No lo hizo Kaká con sus compañeros sobre el terreno de juego, tampoco Higuaín que falló ocasiones a diestro y siniestro y de Arbeloa en defensa mejor no hablo. Y como siempre se acabó recurriendo a Guti. El “14” parece la pieza comodín de este Real Madrid. Raúl salió tarde, muy tarde, demasiado para uno de los pocos jugadores que aunque no esté en su mujer momento lucha como el que más.

El holandés Van der Vaart empezó en el banquillo, algo inexplicable para muchos aficionados después de ver el partido que hizo la pasada jornada de Liga. El caso es que los 250 millones de Floren no arreglaron el desastre merengue. Las cosas no están bien por la Casa Blanca y no es para menos, esto es una vergüenza de equipo.