La voluntariosa Vicepresidenta Segunda del Gobierno, superministra económica, en su afán por reconducir la crisis económica y financiera por la que sigue surfeando España con olas ya tamaño galerna y sin visos de que el temporal amaine sino más bien devenga en tsunami, propone al resto de partidos del arco parlamentario convenir un acuerdo de mínimos que permita la recuperación del crecimiento económico y la creación de empleo, como expone en la carta que acompaña la propuesta del Gobierno.

En efecto, Elena Salgado invita a los partidos a buscar “el acuerdo más amplio posible: el que reúna más puntos de coincidencia y el que reúna más apoyos de los grupos políticos.”

Puesto que la carta se trata de un documento político y todo lo político merece ser analizado al microscopio para descartar cualquier virus conocido y confiar en que no contenga virus nuevos, la propuesta, a primera vista contiene dos objetivos coincidentes, tal vez solapados o independientes. A saber: más puntos de coincidencia y más apoyos de los grupos políticos. Con qué se quedará la Vicepresidenta Segunda ¿con la mejor de las dos opciones o con una amalgama de ambas? No creo que resulte ser muy cicatero plantearse tal disyuntiva, pues cabe pensar que tanto el documento de base como la carta de acompañamiento habrán sido cuidadosamente redactados, corregidos, editados y remitidos a sus destinatarios, de modo y manera que cavilar sobre ello no ha de resultar baladí.

Por lo que al documento de base remitido, al que se refiere Elena Salgado como el “guión que desarrolla los cuatro ejes que anunció el Presidente del Gobierno en su comparecencia del pasado día 17 en el Pleno del Congreso” contiene, unas medidas prioritarias para la creación de empleo y la reactivación del crédito: A) Potenciar la rehabilitación de viviendas; B) Facilitar la rehabilitación estructural e impulsar la eficiencia energética; C) Financiación de VPO (vivienda de protección oficial) y; D) Reactivación del crédito y de la liquidez a la PYMES y autónomos.

Lo cierto es que se queda uno perplejo al leer la propuesta que por fin han de consensuar todos los partidos para generar empleo. ¿Es eso todo lo que se les ha ocurrido a los técnicos ministeriales, asesores y colaboradores varios sin graduación definida? Estamos perdidos pues.

El impulso para la rehabilitación de viviendas tiene una doble vertiente. Por un lado, consiste en que todas las obras tendrán un IVA del 8% Y se pregunta la gente quién ha pagado el IVA de la reforma de su cocina, el baño o el cuarto de los niños en los últimos años.

Por otra parte, hay una reducción del 10% del IRPF para contribuyentes de rentas inferiores a 33.007,2 euros (singular guarismo representativo de renta de las personas físicas que la Agencia Tributaria maneja en su resolución de 11 de diciembre de 2008 sobre la retención aplicable en su fuente) por los costes de las obras que se destinen a la rehabilitación energética, las instalaciones de suministros o la accesibilidad para personas con movilidad reducida, con el límite de 12.000 euros por vivienda. De manera que hay que olvidar cambiar de nuevo el baño, la cocina o el cuarto de los niños, pues eso no entra en el impulso por la rehabilitación de viviendas. En cualquier caso, cambiar qué cocina o baño cuesta menos de 12.000.

La rehabilitación estructural e impulsar la eficiencia energética a efectos de IVA, no afecta a los particulares sino al parque de viviendas en el centro urbano de las ciudades y administraciones públicas.

La financiación de las VPO debería estar incluido en una política global de vivienda que no existe; ni lo hizo Carme Chacón ni lo ha hecho Beatriz Corredor.

Y la reactivación del crédito y de la liquidez a las PYMES y autónomos creíamos que estaba ya en marcha cuando el Gobierno inyectó varios miles de millones de euros a las entidades financieras. De manera que si entonces no funcionó con dinero fresco, no se sabe muy bien cómo ha de funcionar ahora sin dinero. ¿A través del ICO? ¿Que se nutrirá de fondos del Tesoro? ¿Las evaluaciones de riesgo las harán la entidades de crédito? ¿A qué precio? ¿A qué velocidad si no han de beneficiarse luego de prestar ellas el dinero? Está todo muy en veremos.

Pero los cuatro ejes de actuación fundamentales son: A) Medidas para mejorar la competitividad de la economía española y fomentar la creación de empleo. Es necesario reforzar la competitividad en nuestro tejido productivo, aprovechando nuestras potencialidades y eliminando algunos de sus estrangulamientos, dice el documento. Los estrangulamientos son las trabas burocráticas ¿Ahora se percata el Gobierno que no son sino un freno a la competitividad? Pues nunca es tarde si la dicha es mucha; a ver si se alivian los trámites burocráticos para todo que con tanto intervencionismo este país no puede avanzar.

B) Política industrial para impulsar la renovación del modelo productivo. Parece que el Gobierno sigue creyendo que el modelo productivo se genera por real decreto. Si nuestros gobernantes tuviesen experiencia empresarial sabrían cómo se generan los modelos productivos; es el propio entramado industrial que se adapta a los cambios del mercado o se anticipa a ellos. Y en el mejor de los casos, se genera la propia demanda con productos y servicios innovadores que en ningún caso ha generado el Gobierno.

C) Cumplimiento del Plan de consolidación fiscal para asegurar la reducción del déficit público. Eso sí es buena cosa, pero los entendidos calculan que no va a recuperarse más de 1.000 millones de euros que todo y con ser una bonita cifra, está lejos de los 50.000 millones primeros que el Gobierno se ha comprometido a reducir.

Y D) Sistema financiero: estabilidad, morosidad, acceso al crédito. Estabilidad del sistema financiero fundamentado en las fusiones de bancos y cajas. Morosidad de las administraciones públicas que es fiel reflejo de las trabas al normal desarrollo empresarial que a su vez propicia gran parte de la morosidad empresarial. Más promoción del ICO que ha de ser el salvador financiero del tejido productivo del país.

Finalmente, el documento aporta un Mix Energético a 2020, con una potencia instalada en la que las renovables crecerán un 87,67% seguramente a base de la “prima” o subvención que las haga rentables; prima que se incorpora al recibo de la luz, claro, quién lo va a pagar sino.