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Opinión
Etiquetas | Cataluña | Soberanismo
Comunistas y extremistas ponen los primeros jalones de un país de régimen marxista

Empieza la balcanización de Cataluña

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Ante la más completa inopia de los partidos llamados constitucionalistas, Cataluña empieza a dar pasos encaminados, a diferencia de lo que esperaban los nacionalistas catalanes, a comenzar con la transformación, en sanedrín comunista, de la ciudad de Barcelona, la capital de la autonomía catalana; una urbe en la que se empiezan a implantar, ante el asombro de una parte de sus ciudadanos, las medidas limitativas de las libertades ciudadanas, las restricciones propias de gobiernos totalitarios y los impuestos y tasas municipales con los que se quieren aherrojar a quienes tienen negocios, propiedades inmobiliarias, empresas turísticas u otras posesiones que, hasta el presente, no eran objeto de gravámenes especiales. La señora Colau, como representante de la izquierda más radical, armada del poder que le confiere ser la dueña de la alcaldía de Barcelona y dispuesta a, mientras nadie se tome en serio todos los desmanes que viene cometiendo, seguir apretando las tuercas a cualquier ciudadano al que considere que disponga de una renta por encima de lo que ella, autora y ejecutora de sus propias veleidades sobre lo que representa lujo y lo que no, estime que son ganancias que merezcan que el hacha del fisco municipal se cebe en ellas, para convertirlas en botín para cubrir la frivolidades igualitarias de las que ha venido presumiendo desde que se le dio mando.

Si empezó su recorrido como alcaldesa, promulgando una moratoria sobre el turismo, una obsesión que ha venido causando importantes disgustos a todos los que, en alguna forma, están relacionados con tan importante y lucrativo negocio para Cataluña y, en especial, para la misma ciudad de Barcelona; no ha dejado de tomar decisiones que, de alguna forma, ponen el acento en dos temas principales. Por una parte, poner límites a las actividades de los negocios que ejercen sus operaciones en la ciudad catalana, como se ha visto en su obsesión por limitar el número de terrazas en las calles y plazas de la ciudad sin tener en cuenta y, si lo ha hecho, sin importarle un bledo que, en la mayoría de los casos, esas mesas y sillas situadas en las aceras de la ciudad sean la fuente principal de ingresos para restaurantes, cafés y bares, a los que pertenecen. Por otra parte, iniciando un aumento de tasas municipales, gravámenes y sanciones, cuyo principal objetivo consiste en aumentar la recaudación de las arcas municipales.

Las prohibiciones circulatorias, sin preocuparse del daño que pueda ocasionar a quienes han conseguido autorización para vender y explotar determinados vehículos, como es el caso de estos prácticos, poco voluminosos y divertidos vehículos de dos ruedas, Segway Personal Transporter (Segway PT - trasportador personal) un vehículo de transporte ligero giroscópico eléctrico, con autobalanceo controlado por ordenador. Un tipo de transporte práctico que no causa polución ni peligro para los viandantes, debido a que su velocidad no pasa de los 15Km/h. Para mayor INRI, resulta que la señora alcaldesa ha decidido que, un vehículo que todos los niños han venido utilizando desde antes de que, quien escribe este comentario, llegara a este mundo, el clásico patinete, tampoco van a poder circular porque, según el criterio obtuso de los regidores municipales, puede constituir un “peligroso” estorbo para los transeúntes; algo que parece que no quisieron tomar en cuenta cuando permitieron el carril bici por las aceras de la ciudad, apenas separado por una estrecha franja pintada en el suelo, de los peatones que se veían amenazados por algunos ciclistas que se creían que circulaban por un velódromo en lugar de un estrecho carril entre ciudadanos.

Esta misma señora se creyó autorizada para poner impuestos sobre los pisos desocupados y no ha tenido inconveniente en permitir que grupos de okupas hayan venido ocupando, con plena indemnidad y amparados por grupos de la CUP y sin que la policía municipal hiciera esfuerzo alguno para que los desalojaran de un edificio de un banco quebrado y cuando, por fin, lo abandonaron, se les facilitaron otros locales para que pudieran seguir ejerciendo, sin problemas, sus actividades ilegales. Es algo curioso el que, mientras la señora Colau intenta sancionar a los bancos que tienen viviendas sin ocupar, fruto de la crisis de la burbuja inmobiliaria que les obligo a quedárselas por la falta de pago de sus hipotecas, hemos conocido, a través de la prensa que la Generalitat dispone de 200 pisos de protección oficial ocupados. Son viviendas destinadas a familias vulnerables que no pueden usarlas debido a que dentro viven sin permiso algunos usuarios. Ahora, los responsables, se quejan de que, los procedimientos abiertos, pueden durar entre 4 y 13 meses o, en casos especiales, 23 meses el conseguir el desalojo de los actuales ocupantes. ¿Cómo se puede entender que se les hayan colado de matute 200 personas sin que ningún funcionario se haya dado cuenta de ello y, en consecuencia, la ocupación se haya prolongado más de lo debido? Cuando han querido remediar el entuerto, se han dado cuenta de que precisan de una orden judicial para poder hacerlo. Incompetencia tras incompetencia y, mientras tanto, someter a la ciudadanía a una presión tributaria (recordemos que, en Cataluña, es donde el ciudadano soporta la mayor presión fiscal de toda España) que, de seguir por este camino, se va a convertir en insoportable e incautatoria.

Cataluña se ha convertido en una verdadera pesadilla para los ciudadanos españoles que viven en ella. Por muchas amenazas que vengan del TC, o del mismo gobierno del Estado, lo cierto es que el proceso de implantación de los métodos comunistas sigue su rumbo, la cuestión del camino hacia el separatismo no se ha frenado en absoluto y, tampoco, estamos seguros de que los miembros del Parlamento catalán, que fueron encausados por desobediencia y prevaricación, acaben recibiendo la inhabilitación que se pide para ellos, debido a que, el TC, ha decidido tomárselo con calma lo que, para cualquier observador medianamente avispado, significa que, si dejan pasar el tiempo y la solución llega por otro lado, el tribunal se evita el tener que tomar la responsabilidad de haber sido él quien aplicó la sanción correspondiente.

El señor Puigdemont, como Sancho en la ínsula Barataria, se ha tomado en serio lo de que Cataluña es una nación independiente y le ha enviado un telegrama de felicitación (quién lo hubiera pensado después de que lo puso de chupa de dómine sólo unos días antes de su inesperada elección) al señor Trump: "Mis felicitaciones a @realDonaldTrump. Espero que la larga relación entre nuestras naciones continúe creciendo en los próximos años". Si no se tratase de una boutade del señor presidente de la Generalitat, que se descalifica por sí misma y demuestra lo fuera de la realidad que, este grupo de secesionistas catalanes, se encuentra y el ridículo que están haciendo por todos los países con los que intentan llegar a acuerdos donde, sistemáticamente, han sido ninguneados y humillados, como le ha ocurrido a su flamante “ministro de asuntos exteriores” señor Romeva, muy puesto en su ficticio ministerio, pero incapaz de que ninguna autoridad extranjera le haga el más mínimo caso, cuando se presenta como enviado “plenipotenciario” de la “nación catalana”.

En todo caso, no vemos que la recientemente nombrada, por el señor Rajoy, para ocuparse de las cuestiones territoriales, la señora Sáez de Santamaría, haya tenido mucha prisa en llamar al orden al señor Puigdemont para que no se extralimite en sus funciones y se limite a ejercer su cargo de presidente de una comunidad española, que nada tiene de nación ni, por supuesto, goce de la más mínima capacidad para presentarse, ante el nuevo presidente de los EE.UU,ll2 de igual a igual, como si, este fatuo personaje, pudiera ejercer, como pretende, de jefe de estado. No entendemos como, ante semejantes desplantes, los señores de Ciudadanos, tan sensibles ante cualquier pretensión de los catalanes de22 saltarse la Constitución, no hayan sido los primeros a exigir al señor Rajoy que, de una vez por todas, se dedique a poner orden en Cataluña; antes de que, los medios judiciales, los paños calientes y la señora Santamaría fracasen de nuevo frente a la incomprensión, autosuficiencia y odio que han erigido estos señores en contra de España, y se requiera que, el Estado español, se vea obligado a recurrir a medidas más extremas y, con toda probabilidad, más duras y traumáticas.

O así es como, señores, desde el punto de vista de un ciudadano de a pie, sentimos que, una vez más, España se ve amenazada desde dentro, desde nuestras propias comunidades y desde nuestras instituciones autonómicas; abiertamente, sin rodeos y enfrentándose a nuestra Constitución desde dos frentes, el comunismo y el separatismo que, es muy posible, llegaran a unirse para acabar con el orden, la unidad y la seguridad de la nación española y de sus ciudadanos; mientras, quienes debieran actuar han decidido que ahora toca emplear la diplomacia, las concesiones, las buenas formas y el entreguismo para, como van a gobernar en minoría, evitar que los catalanes se enfaden y acaben por mandarnos a freír espárragos. Sí señores, este es el panorama: un gobierno del PP débil, unos Ciudadanos que quieren a toda costa, simular que son importantes y unas izquierdas que amenazan con echarlo todo a rodar, a la menor ocasión propicia que se les presente. ¡Pues vamos bien, señores!

Empieza la balcanización de Cataluña

Comunistas y extremistas ponen los primeros jalones de un país de régimen marxista
Miguel Massanet
sábado, 12 de noviembre de 2016, 12:07 h (CET)
Ante la más completa inopia de los partidos llamados constitucionalistas, Cataluña empieza a dar pasos encaminados, a diferencia de lo que esperaban los nacionalistas catalanes, a comenzar con la transformación, en sanedrín comunista, de la ciudad de Barcelona, la capital de la autonomía catalana; una urbe en la que se empiezan a implantar, ante el asombro de una parte de sus ciudadanos, las medidas limitativas de las libertades ciudadanas, las restricciones propias de gobiernos totalitarios y los impuestos y tasas municipales con los que se quieren aherrojar a quienes tienen negocios, propiedades inmobiliarias, empresas turísticas u otras posesiones que, hasta el presente, no eran objeto de gravámenes especiales. La señora Colau, como representante de la izquierda más radical, armada del poder que le confiere ser la dueña de la alcaldía de Barcelona y dispuesta a, mientras nadie se tome en serio todos los desmanes que viene cometiendo, seguir apretando las tuercas a cualquier ciudadano al que considere que disponga de una renta por encima de lo que ella, autora y ejecutora de sus propias veleidades sobre lo que representa lujo y lo que no, estime que son ganancias que merezcan que el hacha del fisco municipal se cebe en ellas, para convertirlas en botín para cubrir la frivolidades igualitarias de las que ha venido presumiendo desde que se le dio mando.

Si empezó su recorrido como alcaldesa, promulgando una moratoria sobre el turismo, una obsesión que ha venido causando importantes disgustos a todos los que, en alguna forma, están relacionados con tan importante y lucrativo negocio para Cataluña y, en especial, para la misma ciudad de Barcelona; no ha dejado de tomar decisiones que, de alguna forma, ponen el acento en dos temas principales. Por una parte, poner límites a las actividades de los negocios que ejercen sus operaciones en la ciudad catalana, como se ha visto en su obsesión por limitar el número de terrazas en las calles y plazas de la ciudad sin tener en cuenta y, si lo ha hecho, sin importarle un bledo que, en la mayoría de los casos, esas mesas y sillas situadas en las aceras de la ciudad sean la fuente principal de ingresos para restaurantes, cafés y bares, a los que pertenecen. Por otra parte, iniciando un aumento de tasas municipales, gravámenes y sanciones, cuyo principal objetivo consiste en aumentar la recaudación de las arcas municipales.

Las prohibiciones circulatorias, sin preocuparse del daño que pueda ocasionar a quienes han conseguido autorización para vender y explotar determinados vehículos, como es el caso de estos prácticos, poco voluminosos y divertidos vehículos de dos ruedas, Segway Personal Transporter (Segway PT - trasportador personal) un vehículo de transporte ligero giroscópico eléctrico, con autobalanceo controlado por ordenador. Un tipo de transporte práctico que no causa polución ni peligro para los viandantes, debido a que su velocidad no pasa de los 15Km/h. Para mayor INRI, resulta que la señora alcaldesa ha decidido que, un vehículo que todos los niños han venido utilizando desde antes de que, quien escribe este comentario, llegara a este mundo, el clásico patinete, tampoco van a poder circular porque, según el criterio obtuso de los regidores municipales, puede constituir un “peligroso” estorbo para los transeúntes; algo que parece que no quisieron tomar en cuenta cuando permitieron el carril bici por las aceras de la ciudad, apenas separado por una estrecha franja pintada en el suelo, de los peatones que se veían amenazados por algunos ciclistas que se creían que circulaban por un velódromo en lugar de un estrecho carril entre ciudadanos.

Esta misma señora se creyó autorizada para poner impuestos sobre los pisos desocupados y no ha tenido inconveniente en permitir que grupos de okupas hayan venido ocupando, con plena indemnidad y amparados por grupos de la CUP y sin que la policía municipal hiciera esfuerzo alguno para que los desalojaran de un edificio de un banco quebrado y cuando, por fin, lo abandonaron, se les facilitaron otros locales para que pudieran seguir ejerciendo, sin problemas, sus actividades ilegales. Es algo curioso el que, mientras la señora Colau intenta sancionar a los bancos que tienen viviendas sin ocupar, fruto de la crisis de la burbuja inmobiliaria que les obligo a quedárselas por la falta de pago de sus hipotecas, hemos conocido, a través de la prensa que la Generalitat dispone de 200 pisos de protección oficial ocupados. Son viviendas destinadas a familias vulnerables que no pueden usarlas debido a que dentro viven sin permiso algunos usuarios. Ahora, los responsables, se quejan de que, los procedimientos abiertos, pueden durar entre 4 y 13 meses o, en casos especiales, 23 meses el conseguir el desalojo de los actuales ocupantes. ¿Cómo se puede entender que se les hayan colado de matute 200 personas sin que ningún funcionario se haya dado cuenta de ello y, en consecuencia, la ocupación se haya prolongado más de lo debido? Cuando han querido remediar el entuerto, se han dado cuenta de que precisan de una orden judicial para poder hacerlo. Incompetencia tras incompetencia y, mientras tanto, someter a la ciudadanía a una presión tributaria (recordemos que, en Cataluña, es donde el ciudadano soporta la mayor presión fiscal de toda España) que, de seguir por este camino, se va a convertir en insoportable e incautatoria.

Cataluña se ha convertido en una verdadera pesadilla para los ciudadanos españoles que viven en ella. Por muchas amenazas que vengan del TC, o del mismo gobierno del Estado, lo cierto es que el proceso de implantación de los métodos comunistas sigue su rumbo, la cuestión del camino hacia el separatismo no se ha frenado en absoluto y, tampoco, estamos seguros de que los miembros del Parlamento catalán, que fueron encausados por desobediencia y prevaricación, acaben recibiendo la inhabilitación que se pide para ellos, debido a que, el TC, ha decidido tomárselo con calma lo que, para cualquier observador medianamente avispado, significa que, si dejan pasar el tiempo y la solución llega por otro lado, el tribunal se evita el tener que tomar la responsabilidad de haber sido él quien aplicó la sanción correspondiente.

El señor Puigdemont, como Sancho en la ínsula Barataria, se ha tomado en serio lo de que Cataluña es una nación independiente y le ha enviado un telegrama de felicitación (quién lo hubiera pensado después de que lo puso de chupa de dómine sólo unos días antes de su inesperada elección) al señor Trump: "Mis felicitaciones a @realDonaldTrump. Espero que la larga relación entre nuestras naciones continúe creciendo en los próximos años". Si no se tratase de una boutade del señor presidente de la Generalitat, que se descalifica por sí misma y demuestra lo fuera de la realidad que, este grupo de secesionistas catalanes, se encuentra y el ridículo que están haciendo por todos los países con los que intentan llegar a acuerdos donde, sistemáticamente, han sido ninguneados y humillados, como le ha ocurrido a su flamante “ministro de asuntos exteriores” señor Romeva, muy puesto en su ficticio ministerio, pero incapaz de que ninguna autoridad extranjera le haga el más mínimo caso, cuando se presenta como enviado “plenipotenciario” de la “nación catalana”.

En todo caso, no vemos que la recientemente nombrada, por el señor Rajoy, para ocuparse de las cuestiones territoriales, la señora Sáez de Santamaría, haya tenido mucha prisa en llamar al orden al señor Puigdemont para que no se extralimite en sus funciones y se limite a ejercer su cargo de presidente de una comunidad española, que nada tiene de nación ni, por supuesto, goce de la más mínima capacidad para presentarse, ante el nuevo presidente de los EE.UU,ll2 de igual a igual, como si, este fatuo personaje, pudiera ejercer, como pretende, de jefe de estado. No entendemos como, ante semejantes desplantes, los señores de Ciudadanos, tan sensibles ante cualquier pretensión de los catalanes de22 saltarse la Constitución, no hayan sido los primeros a exigir al señor Rajoy que, de una vez por todas, se dedique a poner orden en Cataluña; antes de que, los medios judiciales, los paños calientes y la señora Santamaría fracasen de nuevo frente a la incomprensión, autosuficiencia y odio que han erigido estos señores en contra de España, y se requiera que, el Estado español, se vea obligado a recurrir a medidas más extremas y, con toda probabilidad, más duras y traumáticas.

O así es como, señores, desde el punto de vista de un ciudadano de a pie, sentimos que, una vez más, España se ve amenazada desde dentro, desde nuestras propias comunidades y desde nuestras instituciones autonómicas; abiertamente, sin rodeos y enfrentándose a nuestra Constitución desde dos frentes, el comunismo y el separatismo que, es muy posible, llegaran a unirse para acabar con el orden, la unidad y la seguridad de la nación española y de sus ciudadanos; mientras, quienes debieran actuar han decidido que ahora toca emplear la diplomacia, las concesiones, las buenas formas y el entreguismo para, como van a gobernar en minoría, evitar que los catalanes se enfaden y acaben por mandarnos a freír espárragos. Sí señores, este es el panorama: un gobierno del PP débil, unos Ciudadanos que quieren a toda costa, simular que son importantes y unas izquierdas que amenazan con echarlo todo a rodar, a la menor ocasión propicia que se les presente. ¡Pues vamos bien, señores!

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