Vivimos un tiempo difícil, la conjura climatológica de Eolo y Poseidon han puesto en jaque los cultivos y las infraestructuras de nuestro país, de esta forma Andalucía esta sufriendo el peor temporal de los últimos 120 años de su historia. El drama humano de la impotencia en la mirada de quienes lo han perdido todo por las torrenciales lluvias se ha convertido en una estampa matutina de los telediarios de nuestro país , y es que el azote de las inclemencias del tiempo a afectado en gran parte a los que menos tienen, a esas familias humildes que cada día se enfrentan a la difícil situación económica que azota la estadísticas con un aumento del paro y una mayor precariedad laboral en una población joven preparada pero con una pérdida progresiva en sus derechos salariales, haciendo buena la frase de " A perro flaco todo se le vuelven pulgas".
Ahora cuando los frutales de la Vega del Guadalquivir se encuentran cubiertos por el Fango y el Agua y la pérdida de más de 500.000 jornales en el campo occidental Andaluz son una cruenta realidad, tal vez cabría preguntarse si no es necesario desde ya una transformación de la política hidráulica en nuestro país, una reforma activa de las infraestructuras que permita una mayor acumulación de agua en la red de pantanos nacionales , máxime cuando ese cambio climático que ya hoy como indica el IPCC es una realidad que en los próximos años nos presentara grandes temporadas de aguas torrenciales y sequías extremas.
Así y si bien los daños ocasionados en las infraestructuras generales y los cultivos han sido y serán sumamente cuantiosos lo será aún más si cabe el drama de esos miles de jornaleros y jornaleras de Andalucía que debajo de los ríos y afluentes del Guadalquivir ven enterrada la fuente principal de subsistencia económica de su ya bien maltrecha económica doméstica, así frente a esta conjura ideada por Eolo y Poseidon que nos ha vuelto a poner una vez más de manifiesto que la naturaleza no tiene ni fronteras ni barreras en su carta de visita en formato de cambio climático deberemos de poner en marcha una necesaria política de apoyo a la reconstrucción de todas esas realidades económicas y sociales que la nieve, el granizo , el viento y la lluvia han dejado varadas en la cuneta de la desesperación.