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Edward Schumacher-Matos

Los latinos ni están ni se les espera

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WASHINGTON - Los latinos están fuera de sí. Es una sensación de impotencia.

La inmigración no es su prioridad - el empleo sí - pero sí es la inquietud definitoria, la que la mayoría de los latinos utilizan para distinguir a los que están a favor de su comunidad de los que están en su contra.

El ochenta y siete por ciento de los latinos ni siquiera consideraría votar a un candidato que abogara por expulsar a la mayoría de los inmigrantes sin papeles, según la encuesta realizada el año pasado por Sergio Bendixen. El sesenta y nueve por ciento decía conocer personalmente a algún sin papeles. Muchos son sus padres o madres, hermanos o hermanas.

Sin embargo, el Presidente Obama y el Congreso bajo control Demócrata están dejando atrás cualquier reforma integral de la inmigración este año. El presidente dedicó una oración a la cuestión en su discurso del estado de la nación. La reforma migratoria es difícil y no cuenta con la urgencia del plan de estímulo económico o legislación de reforma de la sanidad.

Pero con las elecciones legislativas en noviembre, los latinos no tienen a quién recurrir. Los Republicanos - cuya ala privada condujo históricamente al partido a apoyar la inmigración - se encuentran ahora a merced de populistas y detractores fiscales. El Partido Republicano se rebeló contra su propio presidente pro-inmigrantes, George W. Bush, y persigue una estrategia de desgaste encaminada a expulsar a los casi 11 millones de inmigrantes sin papeles del país.

Los Republicanos siguen un rumbo suicida contra tendencias demográficas inmutables. Los hispanos constituyen más del 15 por ciento de la población hoy y serán casi el 30 por ciento en 2050, cuando ellos y sus aliados asiáticos y afroamericanos superen a los blancos, según el Pew Research Center.

Como escribía el año pasado Richard Nadler, el difunto tertuliano conservador: "Quienes se oponen a la reforma integral de inmigración se cruzan de brazos ante una bomba demográfica de relojería... Si la reforma migratoria es el mal que los partidarios de dejarlo todo en manos de las fuerzas del orden dicen que es, no van a necesitar un muro fronterizo con México, sino múltiples barreras para dividir California, Arizona, Nuevo México, Texas, Nevada, Colorado, Florida, Nueva York y Nueva Jersey del resto de la nación".

Pero la razón no satisface a los latinos hoy. Después de años de decantarse por Republicanos de corte Bush que elogiaban la importancia tanto de los inmigrantes como de las familias, votaron abrumadoramente a Obama para acabar frustrados. En lugar de votar a los Republicanos en noviembre, muchos optarán por quedarse en casa.

El Representante Luís Gutiérrez, el Demócrata de Illinois cuyo proyecto de reforma integral de la inmigración cuenta con el respaldo de la mayoría de los grupos hispanos y los colectivos pro-inmigración, llegó a poner límites. Declaró al servicio de prensa mexicano Notimex que si la administración no impulsa la inmigración antes del 21 de marzo, los latinos "van a tener que trasladar la idea a un castigo electoral no acudiendo a votar" en noviembre.

La amenaza no es gratuita. El voto latino, que creció un 64 por ciento de 2000 a 2008, ayudó a encumbrar a Obama en diferentes estados. El colectivo pro-inmigrantes America's Voice acaba de difundir un informe que detalla que los latinos componen más de la cuarta parte de la población en 79 distritos electorales y más de un cuarto de los votantes en 40.

El informe observa que si parte de los latinos decepcionados se quedan en sus casas en noviembre, ello podría alterar los resultados en 40 comicios reñidos, incluyendo ocho escaños del Senado, 29 de la Cámara y tres gobernaciones.

Entre ellos se encuentran los escaños ocupados actualmente o hace poco por los Demócratas Harry Reid en Nevada, Bárbara Boxer en California, Ken Salazar en Colorado y Obama en Illinois. Dos de los escaños del Senado están ocupados por Republicanos moderados, John McCain en Arizona, y Mel Martines en Florida. El voto hispano puede ser decisivo en las elecciones a la gobernación más reñidas en California, Texas y Colorado.

La decepción entre los latinos es comprensible. Pero al igual que sería contraproducente para los hispanos no registrarse en el censo de abril, como algunos tertulianos radiofónicos defienden en protesta contra la sospechosa subestimación de los latinos, también sería contraproducente no votar.

Los demás temas que preocupan a los hispanos - la economía, la sanidad, la dos guerras del país - están también presentes. Los latinos tienen que hacer que su voz se escuche en las urnas.

La comunidad debe seguir presionando por la reforma migratoria. La regularización de los inmigrantes sin papeles y el programa de trabajador invitado acarrearían beneficios económicos tangibles a todos los estadounidenses y ayudarían a restablecer el orden en la inmigración. Sin embargo, Gutiérrez y demás deben pensar esto: el líder sabio aguarda con paciencia el momento político oportuno para lanzar un ataque total. Ese momento es ahora, no.

Los latinos ni están ni se les espera

Edward Schumacher-Matos
Edward Schumacher-Matos
sábado, 20 de febrero de 2010, 09:14 h (CET)
WASHINGTON - Los latinos están fuera de sí. Es una sensación de impotencia.

La inmigración no es su prioridad - el empleo sí - pero sí es la inquietud definitoria, la que la mayoría de los latinos utilizan para distinguir a los que están a favor de su comunidad de los que están en su contra.

El ochenta y siete por ciento de los latinos ni siquiera consideraría votar a un candidato que abogara por expulsar a la mayoría de los inmigrantes sin papeles, según la encuesta realizada el año pasado por Sergio Bendixen. El sesenta y nueve por ciento decía conocer personalmente a algún sin papeles. Muchos son sus padres o madres, hermanos o hermanas.

Sin embargo, el Presidente Obama y el Congreso bajo control Demócrata están dejando atrás cualquier reforma integral de la inmigración este año. El presidente dedicó una oración a la cuestión en su discurso del estado de la nación. La reforma migratoria es difícil y no cuenta con la urgencia del plan de estímulo económico o legislación de reforma de la sanidad.

Pero con las elecciones legislativas en noviembre, los latinos no tienen a quién recurrir. Los Republicanos - cuya ala privada condujo históricamente al partido a apoyar la inmigración - se encuentran ahora a merced de populistas y detractores fiscales. El Partido Republicano se rebeló contra su propio presidente pro-inmigrantes, George W. Bush, y persigue una estrategia de desgaste encaminada a expulsar a los casi 11 millones de inmigrantes sin papeles del país.

Los Republicanos siguen un rumbo suicida contra tendencias demográficas inmutables. Los hispanos constituyen más del 15 por ciento de la población hoy y serán casi el 30 por ciento en 2050, cuando ellos y sus aliados asiáticos y afroamericanos superen a los blancos, según el Pew Research Center.

Como escribía el año pasado Richard Nadler, el difunto tertuliano conservador: "Quienes se oponen a la reforma integral de inmigración se cruzan de brazos ante una bomba demográfica de relojería... Si la reforma migratoria es el mal que los partidarios de dejarlo todo en manos de las fuerzas del orden dicen que es, no van a necesitar un muro fronterizo con México, sino múltiples barreras para dividir California, Arizona, Nuevo México, Texas, Nevada, Colorado, Florida, Nueva York y Nueva Jersey del resto de la nación".

Pero la razón no satisface a los latinos hoy. Después de años de decantarse por Republicanos de corte Bush que elogiaban la importancia tanto de los inmigrantes como de las familias, votaron abrumadoramente a Obama para acabar frustrados. En lugar de votar a los Republicanos en noviembre, muchos optarán por quedarse en casa.

El Representante Luís Gutiérrez, el Demócrata de Illinois cuyo proyecto de reforma integral de la inmigración cuenta con el respaldo de la mayoría de los grupos hispanos y los colectivos pro-inmigración, llegó a poner límites. Declaró al servicio de prensa mexicano Notimex que si la administración no impulsa la inmigración antes del 21 de marzo, los latinos "van a tener que trasladar la idea a un castigo electoral no acudiendo a votar" en noviembre.

La amenaza no es gratuita. El voto latino, que creció un 64 por ciento de 2000 a 2008, ayudó a encumbrar a Obama en diferentes estados. El colectivo pro-inmigrantes America's Voice acaba de difundir un informe que detalla que los latinos componen más de la cuarta parte de la población en 79 distritos electorales y más de un cuarto de los votantes en 40.

El informe observa que si parte de los latinos decepcionados se quedan en sus casas en noviembre, ello podría alterar los resultados en 40 comicios reñidos, incluyendo ocho escaños del Senado, 29 de la Cámara y tres gobernaciones.

Entre ellos se encuentran los escaños ocupados actualmente o hace poco por los Demócratas Harry Reid en Nevada, Bárbara Boxer en California, Ken Salazar en Colorado y Obama en Illinois. Dos de los escaños del Senado están ocupados por Republicanos moderados, John McCain en Arizona, y Mel Martines en Florida. El voto hispano puede ser decisivo en las elecciones a la gobernación más reñidas en California, Texas y Colorado.

La decepción entre los latinos es comprensible. Pero al igual que sería contraproducente para los hispanos no registrarse en el censo de abril, como algunos tertulianos radiofónicos defienden en protesta contra la sospechosa subestimación de los latinos, también sería contraproducente no votar.

Los demás temas que preocupan a los hispanos - la economía, la sanidad, la dos guerras del país - están también presentes. Los latinos tienen que hacer que su voz se escuche en las urnas.

La comunidad debe seguir presionando por la reforma migratoria. La regularización de los inmigrantes sin papeles y el programa de trabajador invitado acarrearían beneficios económicos tangibles a todos los estadounidenses y ayudarían a restablecer el orden en la inmigración. Sin embargo, Gutiérrez y demás deben pensar esto: el líder sabio aguarda con paciencia el momento político oportuno para lanzar un ataque total. Ese momento es ahora, no.

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