Estados Unidos hizo una enmienda, la vigésimo segunda, sobre límites de reelección. Aunque la clase política paraguaya acepta ser tutelada por la embajada norteamericana sin ruborizarse, una reciente polémica dejó en claro que el modelo irradiado como ejemplo por Washington no es la perfecta democracia para encumbrados actores de la sociedad paraguaya y sus gerentes políticos.

Muchas cosas puede discutirle la clase política paraguaya a la norteamericana, pero no precisamente sobre las ventajas de la reelección.

El diputado Oscar Tuma había presentado un proyecto para enmendar la constitución paraguaya, extendiendo los límites a dos mandatos. En lugar de extenderla, la vigésimo Segunda Enmienda de la Constitución norteamericana, limitaba a dos los periodos posibles.

En la práctica se trata de lo mismo, qué limites dar a un mandato presidencial. Curiosamente, la clase política paraguaya se sintió superior a la norteamericana después de tantas décadas de autominiprecio ante ella.

Es más, llegaron a insultar al diputado Tuma por osar pretender que el Congreso paraguayo imite, por una vez, lo que el norteamericano hizo decenas de veces. Tuma lamentó la falta de madurez del mundillo político para manejar el tema, y el hecho de que se personalizara hasta mas no poder el tema. En lugar de discutir si era beneficioso para el país, solo se discutió a qué candidato beneficiaria la Enmienda.

El mismo presidente Horacio Cartes debió solicitar a los congresistas desistir del proyecto de la Enmienda, dado la división creada entre los opinantes.

Detrás del rechazo, estaba como siempre un pequeño círculo de empresarios acostumbrado a decidir a quién elevar a la primera magistratura de la nación, a obtener bajo presión todos los beneficios comerciales posibles una vez que logró ubicarlo al frente del estado, para luego emprender ataques injuriosos contra su persona en el contexto de una nueva campaña por impulsar a un sucesor acorde a las mismas expectativas.

Debe tenerse en cuenta que esta élite empresarial, que ni Mosca ni Pareto imaginaron, busca que el poder político sea un simple gerente de sus intereses, y considera estar posicionada por encima del bien y del mal. No existe para ellos artículo, Ley o Constitución cuando se proponen acrecentar su patrimonio cada vez más obsceno.

El sector empresarial aludido, tiene además por costumbre disputar la representatividad a las autoridades electas, y lo hace a través de sus medios de comunicación que dicen “ganar elecciones todos los días” a través de la “preferencia” del público que los lee, mira por TV o sintoniza.

Lo más hipócrita es que este sector dice temer la reelección por la experiencia sufrida con la dictadura de Stroessner, aunque hayan sido grandes beneficiarios de dicho régimen. Además, son los grandes beneficiarios de la ayuda norteamericana brindada por la National Endowment For Democracy o USAID, los que ahora cuestionan procedimientos aprobados en su Meca.

Una razón más para tener en cuenta las ventajas de la reelección, es la sola aparición de estos personajes nefastos intentando evitarla.