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Nos vemos obligados al flagrante dinamismo de una vitalidad impresionante

Cuánticos

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Aunque en los avatares cotidianos funcionamos presuntuosos, aferrados a unas fijaciones emitidas por nuestra sensibilidad; chocamos contra su existencia como elementos invariables. Lo que va de la realidad multiforme y cambiante, a la imagen que uno se forja de sí mismo o del conjunto. Asomados a esas profundidades, enlazamos con la materia del Universo, mientras seguimos preguntándonos por el rango imprevisto de las grandes cuestiones que nos inquietan. Entre la materia y las creencias personales se introduce la cuña de una VITALIDAD poco dada a las explicaciones. ¿Cuáles son sus ramificaciones? ¿Hasta dónde alcanzan?

La consistencia de la identidad individual surge en un torbellino de partículas en movimiento. Desde los descubrimientos cuánticos cambió el panorama conocido de las influencias ejercidas por cada entidad sobre las demás, incluso a través de grandes distancias o variaciones temporales. Accedemos a un mundo de efectos sorprendentes, del cual apenas atisbamos alguna confirmación, quizá navegamos a la deriva sin ningún sentido especial. El MISTERIO de la presencia humana en esas condiciones es apabullante, nos somete a una potente cura de humildad, siempre anhelantes de unos conocimientos a los que no alcanzamos. ¿A qué nos enfrentamos como entes existenciales?

De pequeños contactamos con ciertos latidos humanos, en un aprendizaje sin palabras, evidente, pero indefinido. Las conexiones adoptan un determinado automatismo. Los conocimientos dominan gran parte de la vida en las edades intermedias; el aumento de la edad, acarrea de nuevo desorientaciones. Y en los primeros días de Noviembre recordamos afectuosos el papel desempeñado por los ANTEPASADOS. Los niveles de influencias recibidos en dichas fases representan una amplia gama enrevesada. Sin mayores profundizaciones ya entramos de lleno en una notable complejidad, en la que una importante cantidad de informaciones escapa del bagaje de los sujetos individuales.

Del bagaje consciente se entiende, porque las múltiples dependencias van de las muy evidentes a las que desconocemos por la incapacidad natural de llegar a todo. Afincados en el propio cuerpo, percibimos el espejismo de la continuidad, mientras cambiamos hasta el último átomo de sus componentes. Las partículas intervinientes generan una fascinante figura de duración variable, aplicándose en unos mecanismos que apenas intuimos desde su orígen hasta la dispersión de sus efectos. Enzimas y moléculas convergen en las figuras CORPORALES diferenciadas; sus modificaciones o persistencias, apenas son entrevistas por los propios protagonistas. ¿Estructuras de llegada? ¿Nuevos puntos de partida?

Tendemos a centrarnos en los fenómenos palpables, por sus características o por la cercanía, personas o datos disponibles; desdeñando con excesiva frivolidad las repercusiones originadas a distancias irreconocibles. Lo cual suele conducirnos a unas actitudes prepotentes despegadas de la auténtica realidad. La PROXIMIDAD representa un pequeño factor, que valorado en exclusiva refleja una pequeñez insustancial al prescindir de cuanto le rodea. Lo vivimos hasta en la reducida convivencia doméstica, aquello percibido con fuertes sensaciones, está basado en una serie de elementos generadores. La voluntad introduce su potencial en la amplitud de circunstancias subyacentes.

No ya “Efecto mariposa” de resultados imprevistos producidos a grandes distancias, como consecuencia del aleteo inicial. Son incontables los fenómenos similares, en los cuales pequeñas modificaciones ponen en marcha verdaderas cadenas de repercusiones en serie de enormes proporciones. Cada GESTO aislado es percibido de múltiples maneras, engendra reacciones que promoverán actitudes concretas, acciones y repercusiones que no hubiéramos pensado. Aunque descuidemos su importancia, los efectos siguen su curso; quedando por resolver el grado de responsabilidad adquirido por los protagonistas. Un desplante puede variar el sentido de un nuevo gobierno y sus muchos efectos secundarios.

Metidos en estos curiosos fenómenos de largo alcance, cuando perdimos las señales de los comienzos, apenas intuimos los mecanismos actuantes y sólo distinguimos la superficie de cuanto acontece; es decir, en los avatares de la vida, aumenta la dificultad para la distinción entre verdades y leyendas. O quizá todo sean CERTEZAS de diversas categorías manifestadas por separado. Centradas en conceptos matemáticos, en percepciones emotivas, en los descubrimientos de la física, en los contactos de la vida diaria. Entraríamos así en el valor relativo de sus contenidos, que pudiera constituir la verdadera certeza radical, siendo el asombro su acompañante predilecto e inevitable.

Vuelvo a la consideración de los antepasados, sumo a los humanos contemporáneos y añado a los que nos sustituirán en el futuro; exista o no una comunidad de intereses, de comportamientos, explotamos una SUSTANCIA común, desde los componentes materiales a las fuerzas animadas de la vida. Ocurre sin embargo, que estamos obsesionados en el funcionamiento centrado en las diferenciaciones. Manejamos de manera torpe las mencionadas discordancias constitutivas; no encajamos con soltura las variedades interminables con la esencia común. Mientras, la realidad terca impone sus condiciones basadas en las características contrapuestas. Aunque, si nos empeñamos en ser insustanciales...

De donde la deducción es evidente, el auténtico descubrimiento es que somos ENIGMÁTICOS por naturaleza, en la doble versión orientada hacia uno mismo o para la comprensión de los demás. En suma, numerosos enigmas interminables. Con una preocupación notable, que alguien fuera capaz de conocerlos. ¿Cómo utilizaría esos conocimientos? ¿Qué sería de los demás? Los indicadores actuales no auspician nada bueno si esto llegara a suceder.

Si andamos mal servidos por las corrupciones infiltradas en los rasgos personales, si están difundidas hasta la saciedad en conceptos e intereses; subsiste el recurso del infinito mar de influencias subyacentes, inexploradas en su mayor parte. Desde las tradiciones recibidas y los usos cotidianos, el INCONFORMISMO origina unas exigencias de búsqueda de alternativas, no de simples protestas dirigidas... a nadie. La creatividad responsable consolida las buenas respuestas.

Por lo tanto, no están agotadas las reservas. Conocemos partes minúsculas del cosmos y poquito del ser humano, nos acogotan los interrogantes. Los efectos a distancia, las repercusiones de pequeñas actuaciones, las observaciones paradójicas, la materia oscura y las mentalidades esquivas, CRUJEN en sus múltiples expresiones. Lo que influyan nuestras aportaciones al conjunto y la recepción de conexiones múltiples, determinarán la fascinación existencial.

Cuánticos

Nos vemos obligados al flagrante dinamismo de una vitalidad impresionante
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 28 de octubre de 2016, 00:34 h (CET)
Aunque en los avatares cotidianos funcionamos presuntuosos, aferrados a unas fijaciones emitidas por nuestra sensibilidad; chocamos contra su existencia como elementos invariables. Lo que va de la realidad multiforme y cambiante, a la imagen que uno se forja de sí mismo o del conjunto. Asomados a esas profundidades, enlazamos con la materia del Universo, mientras seguimos preguntándonos por el rango imprevisto de las grandes cuestiones que nos inquietan. Entre la materia y las creencias personales se introduce la cuña de una VITALIDAD poco dada a las explicaciones. ¿Cuáles son sus ramificaciones? ¿Hasta dónde alcanzan?

La consistencia de la identidad individual surge en un torbellino de partículas en movimiento. Desde los descubrimientos cuánticos cambió el panorama conocido de las influencias ejercidas por cada entidad sobre las demás, incluso a través de grandes distancias o variaciones temporales. Accedemos a un mundo de efectos sorprendentes, del cual apenas atisbamos alguna confirmación, quizá navegamos a la deriva sin ningún sentido especial. El MISTERIO de la presencia humana en esas condiciones es apabullante, nos somete a una potente cura de humildad, siempre anhelantes de unos conocimientos a los que no alcanzamos. ¿A qué nos enfrentamos como entes existenciales?

De pequeños contactamos con ciertos latidos humanos, en un aprendizaje sin palabras, evidente, pero indefinido. Las conexiones adoptan un determinado automatismo. Los conocimientos dominan gran parte de la vida en las edades intermedias; el aumento de la edad, acarrea de nuevo desorientaciones. Y en los primeros días de Noviembre recordamos afectuosos el papel desempeñado por los ANTEPASADOS. Los niveles de influencias recibidos en dichas fases representan una amplia gama enrevesada. Sin mayores profundizaciones ya entramos de lleno en una notable complejidad, en la que una importante cantidad de informaciones escapa del bagaje de los sujetos individuales.

Del bagaje consciente se entiende, porque las múltiples dependencias van de las muy evidentes a las que desconocemos por la incapacidad natural de llegar a todo. Afincados en el propio cuerpo, percibimos el espejismo de la continuidad, mientras cambiamos hasta el último átomo de sus componentes. Las partículas intervinientes generan una fascinante figura de duración variable, aplicándose en unos mecanismos que apenas intuimos desde su orígen hasta la dispersión de sus efectos. Enzimas y moléculas convergen en las figuras CORPORALES diferenciadas; sus modificaciones o persistencias, apenas son entrevistas por los propios protagonistas. ¿Estructuras de llegada? ¿Nuevos puntos de partida?

Tendemos a centrarnos en los fenómenos palpables, por sus características o por la cercanía, personas o datos disponibles; desdeñando con excesiva frivolidad las repercusiones originadas a distancias irreconocibles. Lo cual suele conducirnos a unas actitudes prepotentes despegadas de la auténtica realidad. La PROXIMIDAD representa un pequeño factor, que valorado en exclusiva refleja una pequeñez insustancial al prescindir de cuanto le rodea. Lo vivimos hasta en la reducida convivencia doméstica, aquello percibido con fuertes sensaciones, está basado en una serie de elementos generadores. La voluntad introduce su potencial en la amplitud de circunstancias subyacentes.

No ya “Efecto mariposa” de resultados imprevistos producidos a grandes distancias, como consecuencia del aleteo inicial. Son incontables los fenómenos similares, en los cuales pequeñas modificaciones ponen en marcha verdaderas cadenas de repercusiones en serie de enormes proporciones. Cada GESTO aislado es percibido de múltiples maneras, engendra reacciones que promoverán actitudes concretas, acciones y repercusiones que no hubiéramos pensado. Aunque descuidemos su importancia, los efectos siguen su curso; quedando por resolver el grado de responsabilidad adquirido por los protagonistas. Un desplante puede variar el sentido de un nuevo gobierno y sus muchos efectos secundarios.

Metidos en estos curiosos fenómenos de largo alcance, cuando perdimos las señales de los comienzos, apenas intuimos los mecanismos actuantes y sólo distinguimos la superficie de cuanto acontece; es decir, en los avatares de la vida, aumenta la dificultad para la distinción entre verdades y leyendas. O quizá todo sean CERTEZAS de diversas categorías manifestadas por separado. Centradas en conceptos matemáticos, en percepciones emotivas, en los descubrimientos de la física, en los contactos de la vida diaria. Entraríamos así en el valor relativo de sus contenidos, que pudiera constituir la verdadera certeza radical, siendo el asombro su acompañante predilecto e inevitable.

Vuelvo a la consideración de los antepasados, sumo a los humanos contemporáneos y añado a los que nos sustituirán en el futuro; exista o no una comunidad de intereses, de comportamientos, explotamos una SUSTANCIA común, desde los componentes materiales a las fuerzas animadas de la vida. Ocurre sin embargo, que estamos obsesionados en el funcionamiento centrado en las diferenciaciones. Manejamos de manera torpe las mencionadas discordancias constitutivas; no encajamos con soltura las variedades interminables con la esencia común. Mientras, la realidad terca impone sus condiciones basadas en las características contrapuestas. Aunque, si nos empeñamos en ser insustanciales...

De donde la deducción es evidente, el auténtico descubrimiento es que somos ENIGMÁTICOS por naturaleza, en la doble versión orientada hacia uno mismo o para la comprensión de los demás. En suma, numerosos enigmas interminables. Con una preocupación notable, que alguien fuera capaz de conocerlos. ¿Cómo utilizaría esos conocimientos? ¿Qué sería de los demás? Los indicadores actuales no auspician nada bueno si esto llegara a suceder.

Si andamos mal servidos por las corrupciones infiltradas en los rasgos personales, si están difundidas hasta la saciedad en conceptos e intereses; subsiste el recurso del infinito mar de influencias subyacentes, inexploradas en su mayor parte. Desde las tradiciones recibidas y los usos cotidianos, el INCONFORMISMO origina unas exigencias de búsqueda de alternativas, no de simples protestas dirigidas... a nadie. La creatividad responsable consolida las buenas respuestas.

Por lo tanto, no están agotadas las reservas. Conocemos partes minúsculas del cosmos y poquito del ser humano, nos acogotan los interrogantes. Los efectos a distancia, las repercusiones de pequeñas actuaciones, las observaciones paradójicas, la materia oscura y las mentalidades esquivas, CRUJEN en sus múltiples expresiones. Lo que influyan nuestras aportaciones al conjunto y la recepción de conexiones múltiples, determinarán la fascinación existencial.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

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