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Sé que le amo,
sé que congeniamos,
que nos atraemos,
"el tren está pasando".
Si él quiere no diré no,
no sé quienes son sus padres,
no conozco su religión,
¿perder tiempo en preguntarle?,
pues vean, creo que no.
El tren pasa por mi puerta
y voy a subirme en el,
puede que no venga otro
por esta amable mujer,
cansada de esperar,
que puedo ser yo.
Si él quiere no diré no,
y luego de acompañarle sabré
lo que piensa de mi, sus planes,
o si me dirá adiós.
Eso también lo sabré.
Soneto dedicado a la Hermandad del Cristo de los Estudiantes de Córdoba que ha logrado esta imagen, tan cabal como conmovedora, que nos acerca, más aún, al Cristo Vivo del Sagrario.
A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen.
Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.
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