Las consecuencias de que el PSOE permita gobernar a Rajoy no serán pocas. Por ejemplo, en sus relaciones con Podemos, que amenaza al PSOE en muchos frentes y tiene una línea muy clara de desgastar a los socialistas, para erigirse en el auténtico partido de izquierdas.
Sin embargo, no me refiero sólo a la “amenaza” de ir acercándose o superar en votos y diputados a los socialistas, sino a la amenaza de las consecuencias que puede tener una abstención del PSOE que permita gobernar a Rajoy. Los de Pablo Iglesias pueden “romper la baraja” en diversas comunidades autónomas en que ahora gobiernan juntos, o gobierna el PSOE con el apoyo multiforme – casi todo en Podemos respira una mutación constante y variopinta, a veces incoherente – de la formación de Pablo Iglesias y otros partidos políticos.
Los pactos PSOE-Podemos en diversas comunidades autónomas penden de un hilo, y así lo han hecho saber diferentes líderes. Uno de ellos, Pablo Echenique, no es un líder autonómico solamente, en este caso secretario general en Aragón, sino que también es secretario de organización estatal, por lo que su advertencia tiene más peso. Habla el líder aragonés, y habla el líder nacional.
Ante esa situación, el socialista Ximo Puig, que preside la Generalitat Valenciana, gracias a un pacto – Acuerdo del Botánico – con Compromís y Podemos, ha dejado caer que la abstención para permitir gobernar a Rajoy no debería recaer en el PSOE únicamente, sino en varios partidos políticos. Es ingeniosa la propuesta, pero no parece viable.
Los socialistas están en un atolladero, un cierto suicidio a cámara lenta. Se lo han ganado a pulso, por méritos propios, aunque estén pidiendo perdón por el lamentable espectáculo del 1 de octubre, que acabó con la dimisión de Sánchez.
Por el bien del PSOE y también de España, espero que el PSOE detenga de verdad su hemorragia, recupere las señas de identidad y tenga paciencia. Paciencia deberá tener Rajoy gobernando, pero tanta o más el PSOE: sus nervios sólo beneficiarán a Podemos.