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Rodrigo Gil-Sabio

España o las crónicas marcianas

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Sencillamente perfecto. La selección de fútbol sala es un auténtico orgullo para nuestro deporte patrio. Resulta que tienen el mejor cocinero (propio), son los más elegantes, los que mejor se lo pasan, los únicos que ganan a todos y encima tienen hasta ‘poderes mágicos’, ya que son capaces de vencer incluso al surrealismo.

La jugada marciana del Europeo de Hungría no fue otra que uno de los penalties de cuartos de final frente a la potente Rusia. Resulta que tiraba el capitán Javi Rodríguez. Si marcaba, España estaba en semifinales. Y allá que se fue el bueno de ‘Rodri’ en busca de la portería rival.

Su cañonazo fue tan certero y brutal que hasta en mi casa sonó el ruido metálico de la barra trasera de la red que sujeta el arco de la portería. Instantáneamente dirigí la mirada a la piña que había hecho Rodri con sus compañeros. “¡¡¡Hemos ganado¡¡¡”, susurré de forma seca y convencida. Pero fue darme la vuelta y ver a un árbitro francés de cuyo nombre no sólo no quiero acordarme (con la cara dura me vale) a decirnos que no, que el balón había dado en el travesaño y que seguían tirando los rusos para ganar el partido.

“Esto aparece en You Tube, seguro”, exclamé al instante, predicción que se cumplió a la media hora del lance. Mis ojos no daban crédito. Pero quién pitaba, ¿El señor Galindo y Boris Izaguirre? Uno, que ve estos atropellos, piensa que lo mejor es retirarse o que el rival nos regale su penalty. Pero ni una cosa ni otra. Lo primero nos habría supuesto partido perdido, sanciones, etc.; y lo segundo era una quimera. Me imagino al ruso colocando la pelota y diciendo: “si marco soy un héroe nacional, pero si lo lanzo a fallar me tiro dos años en Siberia lanzándoles penalties con los grilletes puestos a los osos polares”. A lo Mortadelo y Filemón, vamos. Y claro, marcó.

La sangre fría de España posibilitó que tres jovenzuelos marcasen. Luis Amado hizo el resto y los rusos a la puñetera calle, por ambiciosos. A semifinales con goleada a los checos (8-1), y a la final con título ante la correosa Portugal (4-2). Exhibición de los de Venancio. Reconozco que este equipo me tiene enchufado desde hace más de una década en época de mundiales y europeos. Lo reclamo de nuevo: Juegos Olímpicos para esta gente, por favor. Nunca una medalla sería tan, tan posible como ésta. Y no es sólo por ganar si no más bien por cómo ganan, con los rivales rendidos a sus pies. Gracias a este grupo humano por hacer del deporte una excelencia. Y otra cosa, nos te vayas, Rodri, jugón…

España o las crónicas marcianas

Rodrigo Gil-Sabio
Rodrigo Gil
lunes, 1 de febrero de 2010, 08:46 h (CET)
Sencillamente perfecto. La selección de fútbol sala es un auténtico orgullo para nuestro deporte patrio. Resulta que tienen el mejor cocinero (propio), son los más elegantes, los que mejor se lo pasan, los únicos que ganan a todos y encima tienen hasta ‘poderes mágicos’, ya que son capaces de vencer incluso al surrealismo.

La jugada marciana del Europeo de Hungría no fue otra que uno de los penalties de cuartos de final frente a la potente Rusia. Resulta que tiraba el capitán Javi Rodríguez. Si marcaba, España estaba en semifinales. Y allá que se fue el bueno de ‘Rodri’ en busca de la portería rival.

Su cañonazo fue tan certero y brutal que hasta en mi casa sonó el ruido metálico de la barra trasera de la red que sujeta el arco de la portería. Instantáneamente dirigí la mirada a la piña que había hecho Rodri con sus compañeros. “¡¡¡Hemos ganado¡¡¡”, susurré de forma seca y convencida. Pero fue darme la vuelta y ver a un árbitro francés de cuyo nombre no sólo no quiero acordarme (con la cara dura me vale) a decirnos que no, que el balón había dado en el travesaño y que seguían tirando los rusos para ganar el partido.

“Esto aparece en You Tube, seguro”, exclamé al instante, predicción que se cumplió a la media hora del lance. Mis ojos no daban crédito. Pero quién pitaba, ¿El señor Galindo y Boris Izaguirre? Uno, que ve estos atropellos, piensa que lo mejor es retirarse o que el rival nos regale su penalty. Pero ni una cosa ni otra. Lo primero nos habría supuesto partido perdido, sanciones, etc.; y lo segundo era una quimera. Me imagino al ruso colocando la pelota y diciendo: “si marco soy un héroe nacional, pero si lo lanzo a fallar me tiro dos años en Siberia lanzándoles penalties con los grilletes puestos a los osos polares”. A lo Mortadelo y Filemón, vamos. Y claro, marcó.

La sangre fría de España posibilitó que tres jovenzuelos marcasen. Luis Amado hizo el resto y los rusos a la puñetera calle, por ambiciosos. A semifinales con goleada a los checos (8-1), y a la final con título ante la correosa Portugal (4-2). Exhibición de los de Venancio. Reconozco que este equipo me tiene enchufado desde hace más de una década en época de mundiales y europeos. Lo reclamo de nuevo: Juegos Olímpicos para esta gente, por favor. Nunca una medalla sería tan, tan posible como ésta. Y no es sólo por ganar si no más bien por cómo ganan, con los rivales rendidos a sus pies. Gracias a este grupo humano por hacer del deporte una excelencia. Y otra cosa, nos te vayas, Rodri, jugón…

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