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Una fábula ovejuna

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El BALIDO de la ovejita es enternecedor, imagen bucólica en sí misma, extendida por las amplias praderas. Siendo muchos los participantes en la ejecución de su sinfonía, no realizan una auténtica labor en equipo, para ello serían precisas elaboraciones mentales de otro calibre. La manifestación sonora podemos atribuirla como un canto a la libertad campestre, al hambre o la simple expresión de su vitalidad, incluso podemos considerar al quejido o al lamento como una de sus causas prominentes. ¡Quién sabrá de mayores significados! Quedando en general como un vocerío intrascendente de ánimo conformista.

Es curioso el ARRASTRE detectado en torno a estos menesteres. Los rasgos genéticos son potentes generadores de ánimos y conductas. Pero, los factores costumbristas impiden otras alegrías, la manada ejerce una modelación determinante. En ausencia de mayores potencias cerebrales, la perseverancia es rutinaria, sin necesidad del requerimiento de méritos especiales. No conviene perder de vista a los sucesivos condicionantes foráneos relacionados con el pastoreo, ellos impedirán el desmembramiento del rebaño, en número de integrantes y en la aparición de actitudes discrepantes. También es cierto que los arrastrados disfrutan de una liberación, no necesitan elucubrar sobre los caminos a seguir.

Ni llegan a plantearse el mayor valor de las mayorías o el significado de las minorías; en sus andanzas gozan de aquella libertad ingenua propia de las pocas luces mentales. Tanto las mayorías como los elementos individuales mezclan sus posiblidades; en una paradójica situación, de indudable contenido igualitario, con el muy limitado ejercicio de los caracteres individuales. Eso sí, sus LÍDERES lo son por simple manifestación de su fuerza, por la casualidad de estar situados en cabeza o por necesidades biológicas acuciantes, desde el hambre al miedo. Quizá existan otras formas de valoración para explicar los papeles correspondientes a estos conceptos, su necesidad o su irrelevancia.

Esto de seguir el camino trazado por la manada o por el cabestro de turno, es un factor importante por sus implicaciones. En dicha trayectoria no aparecen las tribulaciones del amor o de los odios. Lo que se pierde en poder de decisión, es ganancia en tranquilidad, sin duda. Claro que, siendo consecuentes, semejante indolencia no sabe de reclamaciones o fuertes disgustos. Saciados los instintos básicos, careen de otras ocupaciones. Constituyen una suerte de sociedad CONFORMISTA, caracterizad por la presencia mínima de sus componentes, cedieron la responsabilidad propia y cargan con la ejecución de las directrices ajenas, toda una complicidad encubierta. Por su pasividad, abierta a los desmanes.

Desde otra perspectiva, y a su favor, en la misma morfología de sus agrupaciones, el consabido REBAÑO; constituyen una formación homogénea, donde las derechas o izquierdas, adelantados o retrasados, son posiciones variables sin repercusiones graves. A su modo, el conjunto de sus integrantes cumple los criterios de sus condiciones.No es poca cosa a la vista de las posibles fragmentaciones, alocadas de resultados compromegtedores para todos. El fanatismo de los segregados, no sólo provocaría ofensas y humillaciones, sino crispación, agresiones, abusos y violencia. En ese sentido, sus pocas luces evitan ciertas turbulencias a costa de la reducción de su actividad mental, con la consiguiente pérdida de experiencias propias.

En la medida de sus inexistentes reflexiones, que sepamos, quizá reducidas a sensaciones muy limitadas; su valor existencial acaba centrado en sus características CORPORALES. Carne, leche, lana, entre sus parámetros fundamentales. Sin descartar ese fondo misterioso circunscrito a la presencia de cualquier ser vivo, sus orígenes y su significado. Desde luego, en su caso, esa reducción a la esfera corporal no supone un acto voluntario, pero es un fiel indicador de su constitución. En el funcionamiento de sus cuerpos influyen múltiples mecanismos, animados por fuerzas de raigambre ignota, con toda la carga de limitaciones comparativas en relación a distintas especies, incluida la humana.

En el contraste continuo de las ventajas de su pasividad, frente a las posibilidades de las actitudes participativas; entre las pérdidas de su creatividad, algunas son afortunadas por los riesgos suprimidos. ¿Un ejemplo? La ausencia de ESTRUCTURAS opresivas creadas por algunos elementos del grupo con afanes dominadores sobre el resto. Digamos que, para ser aplastados por esas nuevas formaciones, quizá no venga mal el seguidismo del rebaño. Para la conformación de instituciones, religiones, normativas o ritos intolerantes; cobra valor la sencillez ovejuna. Es una tesitura importante. Si pudieran elaborar.... Aunque, el para qué cobra una prestancia inusitada.

En cuanto a sus conocimientos, los adoptan con un fuerte acento de automatismo. Funcionan con lo que hay, intuiciones, miedos, impulsos primitivos o distinciones simples. En las observaciones iniciales pensamos en el carácter simplón de sus comportamientos, no atienden a mayores complicaciones. Pero, desde otro enfoque, prescinden del concepto MISTERIOSO de la vida en general, ignorancias e inquietudes de alcances infinitos. Es una liberación importante. Ni las tribulaciones de ciertas crencias sectarias, ni el Universo, ni las numerosas variantes de la enajenación maliciosa, ocupan sus actividades. Su simpleza aporta también aspectos satisfactorios en su balance evolutivo.

Pese a las notorias limitaciones, muestran rasgos entrañables a lo largo de sus vivencias. Nos enseñan el carácter testimonial de la MIRADAS. Aunque la más mentada sea la melancólica, con matices intrascendentes, adherida a su talante conformista, de tonos apagados; no es la única. Sus ojos inquietos afrontan las situaciones tensas, bien deriven de presiones externas o de impulsos interiores. Sus momentos finales apagan el brillo en las miradas mortecinas. No son insensibles. Reflejan las variaciones en su grado de atención.

El destino es implacable a su manera, en ocasiones contundente, pero también puede revelarse de manera taimada, plena de ambigüedades. Que los afectados se lo planteen o no, es otra cuestión. En los rebaños rige la notable ausencia de PLANTEAMIENTOS, por lo que el destino no remueve conciencias, simplemente actúa; manifiesta sus diferentes potenciales. No es lo mismo que un planteamiento se abandone al destino; con la renuncia a nuevas posibilidades, con la desidia de no participar. Los papeles existenciales ofrecen una notoria variedad.

Las variaciones son enriquecedoras, multiplican las posibilidades. La conformidad con sus situaciones adquiere estados de conciencia adaptados a cada especie. Como aquello de los TALENTOS, el juego vital reparte las propiedades. Mientras la superación en ese reparto es una utopía; por desgracia, los cambios regresivos permiten comportamientos impropios de los más capaces. Me temo que de ello sepamos mucho, aunque sólo hablemos de progreso.

Una fábula ovejuna

Rafael Pérez Ortolá
viernes, 21 de octubre de 2016, 00:09 h (CET)
El BALIDO de la ovejita es enternecedor, imagen bucólica en sí misma, extendida por las amplias praderas. Siendo muchos los participantes en la ejecución de su sinfonía, no realizan una auténtica labor en equipo, para ello serían precisas elaboraciones mentales de otro calibre. La manifestación sonora podemos atribuirla como un canto a la libertad campestre, al hambre o la simple expresión de su vitalidad, incluso podemos considerar al quejido o al lamento como una de sus causas prominentes. ¡Quién sabrá de mayores significados! Quedando en general como un vocerío intrascendente de ánimo conformista.

Es curioso el ARRASTRE detectado en torno a estos menesteres. Los rasgos genéticos son potentes generadores de ánimos y conductas. Pero, los factores costumbristas impiden otras alegrías, la manada ejerce una modelación determinante. En ausencia de mayores potencias cerebrales, la perseverancia es rutinaria, sin necesidad del requerimiento de méritos especiales. No conviene perder de vista a los sucesivos condicionantes foráneos relacionados con el pastoreo, ellos impedirán el desmembramiento del rebaño, en número de integrantes y en la aparición de actitudes discrepantes. También es cierto que los arrastrados disfrutan de una liberación, no necesitan elucubrar sobre los caminos a seguir.

Ni llegan a plantearse el mayor valor de las mayorías o el significado de las minorías; en sus andanzas gozan de aquella libertad ingenua propia de las pocas luces mentales. Tanto las mayorías como los elementos individuales mezclan sus posiblidades; en una paradójica situación, de indudable contenido igualitario, con el muy limitado ejercicio de los caracteres individuales. Eso sí, sus LÍDERES lo son por simple manifestación de su fuerza, por la casualidad de estar situados en cabeza o por necesidades biológicas acuciantes, desde el hambre al miedo. Quizá existan otras formas de valoración para explicar los papeles correspondientes a estos conceptos, su necesidad o su irrelevancia.

Esto de seguir el camino trazado por la manada o por el cabestro de turno, es un factor importante por sus implicaciones. En dicha trayectoria no aparecen las tribulaciones del amor o de los odios. Lo que se pierde en poder de decisión, es ganancia en tranquilidad, sin duda. Claro que, siendo consecuentes, semejante indolencia no sabe de reclamaciones o fuertes disgustos. Saciados los instintos básicos, careen de otras ocupaciones. Constituyen una suerte de sociedad CONFORMISTA, caracterizad por la presencia mínima de sus componentes, cedieron la responsabilidad propia y cargan con la ejecución de las directrices ajenas, toda una complicidad encubierta. Por su pasividad, abierta a los desmanes.

Desde otra perspectiva, y a su favor, en la misma morfología de sus agrupaciones, el consabido REBAÑO; constituyen una formación homogénea, donde las derechas o izquierdas, adelantados o retrasados, son posiciones variables sin repercusiones graves. A su modo, el conjunto de sus integrantes cumple los criterios de sus condiciones.No es poca cosa a la vista de las posibles fragmentaciones, alocadas de resultados compromegtedores para todos. El fanatismo de los segregados, no sólo provocaría ofensas y humillaciones, sino crispación, agresiones, abusos y violencia. En ese sentido, sus pocas luces evitan ciertas turbulencias a costa de la reducción de su actividad mental, con la consiguiente pérdida de experiencias propias.

En la medida de sus inexistentes reflexiones, que sepamos, quizá reducidas a sensaciones muy limitadas; su valor existencial acaba centrado en sus características CORPORALES. Carne, leche, lana, entre sus parámetros fundamentales. Sin descartar ese fondo misterioso circunscrito a la presencia de cualquier ser vivo, sus orígenes y su significado. Desde luego, en su caso, esa reducción a la esfera corporal no supone un acto voluntario, pero es un fiel indicador de su constitución. En el funcionamiento de sus cuerpos influyen múltiples mecanismos, animados por fuerzas de raigambre ignota, con toda la carga de limitaciones comparativas en relación a distintas especies, incluida la humana.

En el contraste continuo de las ventajas de su pasividad, frente a las posibilidades de las actitudes participativas; entre las pérdidas de su creatividad, algunas son afortunadas por los riesgos suprimidos. ¿Un ejemplo? La ausencia de ESTRUCTURAS opresivas creadas por algunos elementos del grupo con afanes dominadores sobre el resto. Digamos que, para ser aplastados por esas nuevas formaciones, quizá no venga mal el seguidismo del rebaño. Para la conformación de instituciones, religiones, normativas o ritos intolerantes; cobra valor la sencillez ovejuna. Es una tesitura importante. Si pudieran elaborar.... Aunque, el para qué cobra una prestancia inusitada.

En cuanto a sus conocimientos, los adoptan con un fuerte acento de automatismo. Funcionan con lo que hay, intuiciones, miedos, impulsos primitivos o distinciones simples. En las observaciones iniciales pensamos en el carácter simplón de sus comportamientos, no atienden a mayores complicaciones. Pero, desde otro enfoque, prescinden del concepto MISTERIOSO de la vida en general, ignorancias e inquietudes de alcances infinitos. Es una liberación importante. Ni las tribulaciones de ciertas crencias sectarias, ni el Universo, ni las numerosas variantes de la enajenación maliciosa, ocupan sus actividades. Su simpleza aporta también aspectos satisfactorios en su balance evolutivo.

Pese a las notorias limitaciones, muestran rasgos entrañables a lo largo de sus vivencias. Nos enseñan el carácter testimonial de la MIRADAS. Aunque la más mentada sea la melancólica, con matices intrascendentes, adherida a su talante conformista, de tonos apagados; no es la única. Sus ojos inquietos afrontan las situaciones tensas, bien deriven de presiones externas o de impulsos interiores. Sus momentos finales apagan el brillo en las miradas mortecinas. No son insensibles. Reflejan las variaciones en su grado de atención.

El destino es implacable a su manera, en ocasiones contundente, pero también puede revelarse de manera taimada, plena de ambigüedades. Que los afectados se lo planteen o no, es otra cuestión. En los rebaños rige la notable ausencia de PLANTEAMIENTOS, por lo que el destino no remueve conciencias, simplemente actúa; manifiesta sus diferentes potenciales. No es lo mismo que un planteamiento se abandone al destino; con la renuncia a nuevas posibilidades, con la desidia de no participar. Los papeles existenciales ofrecen una notoria variedad.

Las variaciones son enriquecedoras, multiplican las posibilidades. La conformidad con sus situaciones adquiere estados de conciencia adaptados a cada especie. Como aquello de los TALENTOS, el juego vital reparte las propiedades. Mientras la superación en ese reparto es una utopía; por desgracia, los cambios regresivos permiten comportamientos impropios de los más capaces. Me temo que de ello sepamos mucho, aunque sólo hablemos de progreso.

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