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Antonio Álvarez

Solidaridad

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Tenemos coches que valen millones para ir de casa al trabajo. Nos compramos zapatos de piel de cocodrilo para subir en ascensor. Miramos los escaparates en busca de lo más bonito y barato, pero siempre pensando en ir a la moda, en busca de un estatus social. Quizá sean los futbolistas los deportistas más presumidos con sus chequeras más abultadas, sus abrigos mejor forrados o sus anillos más brillantes. Quizá sean ellos, que en algunos casos han salido de la miseria, los que menos se acuerden de ella, los que menos quieran ver el horror, la pobreza.

Digo quizá, porque habrá a quien así le ocurra y así lo piense. Sin embargo, hay momentos en los que ellos, presumidos, elitistas, narcisistas, nos den una lección a todos. Haití ha sufrido una de las iras de esos dioses caprichosos que casi siempre se ensañan con los más débiles, puede que para darnos a todos en el corazón, o puede que por azar. Pero ahí están los multimillonarios deportistas para recordarnos que también son humanos, que aquí todos estamos a una.

Hugo Leal, aquel jugador portugués que pasó por el Atlético de Madrid y que apuntaba a mucho más de lo que fue, ahora es futbolistas de la Unión Deportiva Salamanca. Leal acudió el lunes a la llamada de Unicef al Ser Deportivos de la ciudad charra para subastar su camiseta. Consiguió que en media hora valiera 600 euros. Sin embargo, lo más emocionante fue ver llorar a Hugo cuando hablaba sobre las víctimas. No conocerá a ninguna, seguro, pero el día 12 no tembló el suelo de Haití, nos tembló el corazón a todos. Ahora el mundo, como Hugo, nos pide solidaridad.

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Antonio Álvarez
Antonio Álvarez
jueves, 21 de enero de 2010, 09:16 h (CET)
Tenemos coches que valen millones para ir de casa al trabajo. Nos compramos zapatos de piel de cocodrilo para subir en ascensor. Miramos los escaparates en busca de lo más bonito y barato, pero siempre pensando en ir a la moda, en busca de un estatus social. Quizá sean los futbolistas los deportistas más presumidos con sus chequeras más abultadas, sus abrigos mejor forrados o sus anillos más brillantes. Quizá sean ellos, que en algunos casos han salido de la miseria, los que menos se acuerden de ella, los que menos quieran ver el horror, la pobreza.

Digo quizá, porque habrá a quien así le ocurra y así lo piense. Sin embargo, hay momentos en los que ellos, presumidos, elitistas, narcisistas, nos den una lección a todos. Haití ha sufrido una de las iras de esos dioses caprichosos que casi siempre se ensañan con los más débiles, puede que para darnos a todos en el corazón, o puede que por azar. Pero ahí están los multimillonarios deportistas para recordarnos que también son humanos, que aquí todos estamos a una.

Hugo Leal, aquel jugador portugués que pasó por el Atlético de Madrid y que apuntaba a mucho más de lo que fue, ahora es futbolistas de la Unión Deportiva Salamanca. Leal acudió el lunes a la llamada de Unicef al Ser Deportivos de la ciudad charra para subastar su camiseta. Consiguió que en media hora valiera 600 euros. Sin embargo, lo más emocionante fue ver llorar a Hugo cuando hablaba sobre las víctimas. No conocerá a ninguna, seguro, pero el día 12 no tembló el suelo de Haití, nos tembló el corazón a todos. Ahora el mundo, como Hugo, nos pide solidaridad.

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