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Al unísono su amor y el mío
bifurcados los caminos,
no aguantamos.
Sueño sin fin,
alegría
sin testigos,
vasos llenos de ignorancia,
rosas rojas
sin fragancia,
lirios,
amapolas,
falsas señoras,
encrucijadas,
vientos fuertes,
arrogancias,
valores en el alma
casi nada
cubren mi vida
ama sin suerte,
y de repente
sube mi alma, vaya imposible quizás,
a la mañana.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
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