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La guerra a las drogas, fraudulenta y perdida desde hace décadas, es pretexto para cotidianas extorsiones de ciudadanos honestos

La policía corrupta en guerra con Cynthia Nuñez

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Esta semana fue noticia el intento de policías de plantar drogas en el vehículo de una talentosa diseñadora de calzados, Tanya Villalba, muy reconocida en la sociedad paraguaya, que acabó finalmente con la comprobación del montaje por parte de los uniformados que incluso falsificaron documentos para justificar el atropello.

Como corresponde, los exponentes de las “fuerzas del orden” acabaron tras las rejas, con el beneplácito de la ciudadanía, ya harta de ser extorsionada por policías que buscan recaudar ilícitamente con cualquier pretexto extorsionando a ciudadanos honestos.

A propósito, un tiempo atrás escribí en esta columna sobre la persecución a mi amiga la señora Cynthia Nuñez, a quien muchas veces acompañé en curiosos incidentes de los cuales puedo dar fe.

Por lo general, se trataba de persecuciones protagonizadas por vehículos sin patente, por lo general con parabrisas y vidrios de ventanillas polarizados, que ocasionalmente transportaban a personas que saboteaban partes mecánicas de su automóvil , y por si todo fuera poco, propiciaban incidentes para llamar a camarógrafos de TV y otras vertientes de prensa, con el objeto de montar situaciones cuya intención era invariablemente comprometer su integridad moral e incluso física.

Ya en enero de 2016, publiqué en esta columna un artículo titulado “Rémoras del estado policiaco en Paraguay”, donde relaté algunos de estos insólitos hechos acontecidos. Mas recientemente, con autorización de la interesada, revelé su identidad e hice la relación entre los hechos y el contexto socio-político en el cual se dieron.

Para comprender los hechos debe tenerse en cuenta que la policía paraguaya tiene un tenebroso pasado, se trata de una institución trasnochada que cree vivir todavía bajo una dicadura, y no escatima esfuerzos cuando desea obtener dinero bajo extorsión.

E s capaz de usar la fuerza y violar propiedades privadas sin orden judicial alguna, y sin sorprender in fraganti en absolutamente nada a su víctima propiciatoria. Lógicamente me negué a caer en su chantaje, cuando interrumpieron sin motivo alguno mi circulación, como lo haría cualquiera que conoce sus derechos.

Fue entonces que, de acuerdo a sus rústicos y retrógrados códigos, procedieron con violencia contra mí e intentaron violar mi domicilio.

Como si fuera que estaban procediendo contra algún peligroso criminal, pidieron refuerzos y en pocos minutos se presentaron más patrulleras. También fingieron desconocer mi domicilio, siendo que se trata de policías de mi barrio, del cual soy habitante hace cuarenta años, y siendo que inclusive reciben donaciones de mi familia.

El único objetivo era extorsionar de forma alevosa y descarada, como en tantas otras oportunidades.

Lo más patético de todo fue que intentaron extorsionarme con la amenaza de convocar a un periodista que por lo visto tienen a su servicio, pensando que lograrían atemorizarme con tan ridículo planteamiento. Cumplieron su amenaza, y un periodista de TV se hizo presente con inusual velocidad, con el evidente propósito de auxiliar a los policías corruptos a lograr su propósito de sacarme dinero.

Con respecto a estos incidentes, planteo lo siguiente al lector: En ningún momento la policía, que me persiguió por unas tres cuadras mientras daba una vuelta a la manzana en la cual vivo, atinó a usar sus armas de fuego. ¿Porqué no lo hicieron? La respuesta es simple: Habían intentado detener mi vehículo sin motivo alguno, sin orden competente, y sabían que yo no era ningún criminal. Teniendo en cuenta que la prensa no es, bajo ningún aspecto ni punto de vista, auxiliar de organismos de seguridad como la policía, ¿Qué necesidad tienen unos uniformados que cuentan con vehículos y armas para reducir delincuentes de convocar a la prensa para que los auxilia mientras hacen su trabajo?

Debo mencionar que de acuerdo con testimonios que recabé en el mundillo periodístico paraguayo, que no me es ajeno, circula el rumor de que el periodista que se presentó a pedido de los policías corruptos, es conocido por recibir comisiones de éstos para realizar apariciones nocturnas en escenarios donde es posible extorsionar a noctámbulos.

Por último, teniendo en cuenta el viejo contencioso existente entre la familia de la señora Cynthia. Nuñez y un célebre tiranuelo de la prensa paraguaya, no es temerario tener en cuenta este factor como una de las posibles causas de lo acontecido.

La detención de los policías que intentaron extorsionar a Tanya Villalba, en fin, abren una luz de esperanza para que alguna vez el saneamiento alcance a la anticuada y autoritaria policía de Paraguay, país donde como dijera Augusto Roa Bastos, el poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes.

La policía corrupta en guerra con Cynthia Nuñez

La guerra a las drogas, fraudulenta y perdida desde hace décadas, es pretexto para cotidianas extorsiones de ciudadanos honestos
Luis Agüero Wagner
viernes, 14 de octubre de 2016, 08:10 h (CET)
Esta semana fue noticia el intento de policías de plantar drogas en el vehículo de una talentosa diseñadora de calzados, Tanya Villalba, muy reconocida en la sociedad paraguaya, que acabó finalmente con la comprobación del montaje por parte de los uniformados que incluso falsificaron documentos para justificar el atropello.

Como corresponde, los exponentes de las “fuerzas del orden” acabaron tras las rejas, con el beneplácito de la ciudadanía, ya harta de ser extorsionada por policías que buscan recaudar ilícitamente con cualquier pretexto extorsionando a ciudadanos honestos.

A propósito, un tiempo atrás escribí en esta columna sobre la persecución a mi amiga la señora Cynthia Nuñez, a quien muchas veces acompañé en curiosos incidentes de los cuales puedo dar fe.

Por lo general, se trataba de persecuciones protagonizadas por vehículos sin patente, por lo general con parabrisas y vidrios de ventanillas polarizados, que ocasionalmente transportaban a personas que saboteaban partes mecánicas de su automóvil , y por si todo fuera poco, propiciaban incidentes para llamar a camarógrafos de TV y otras vertientes de prensa, con el objeto de montar situaciones cuya intención era invariablemente comprometer su integridad moral e incluso física.

Ya en enero de 2016, publiqué en esta columna un artículo titulado “Rémoras del estado policiaco en Paraguay”, donde relaté algunos de estos insólitos hechos acontecidos. Mas recientemente, con autorización de la interesada, revelé su identidad e hice la relación entre los hechos y el contexto socio-político en el cual se dieron.

Para comprender los hechos debe tenerse en cuenta que la policía paraguaya tiene un tenebroso pasado, se trata de una institución trasnochada que cree vivir todavía bajo una dicadura, y no escatima esfuerzos cuando desea obtener dinero bajo extorsión.

E s capaz de usar la fuerza y violar propiedades privadas sin orden judicial alguna, y sin sorprender in fraganti en absolutamente nada a su víctima propiciatoria. Lógicamente me negué a caer en su chantaje, cuando interrumpieron sin motivo alguno mi circulación, como lo haría cualquiera que conoce sus derechos.

Fue entonces que, de acuerdo a sus rústicos y retrógrados códigos, procedieron con violencia contra mí e intentaron violar mi domicilio.

Como si fuera que estaban procediendo contra algún peligroso criminal, pidieron refuerzos y en pocos minutos se presentaron más patrulleras. También fingieron desconocer mi domicilio, siendo que se trata de policías de mi barrio, del cual soy habitante hace cuarenta años, y siendo que inclusive reciben donaciones de mi familia.

El único objetivo era extorsionar de forma alevosa y descarada, como en tantas otras oportunidades.

Lo más patético de todo fue que intentaron extorsionarme con la amenaza de convocar a un periodista que por lo visto tienen a su servicio, pensando que lograrían atemorizarme con tan ridículo planteamiento. Cumplieron su amenaza, y un periodista de TV se hizo presente con inusual velocidad, con el evidente propósito de auxiliar a los policías corruptos a lograr su propósito de sacarme dinero.

Con respecto a estos incidentes, planteo lo siguiente al lector: En ningún momento la policía, que me persiguió por unas tres cuadras mientras daba una vuelta a la manzana en la cual vivo, atinó a usar sus armas de fuego. ¿Porqué no lo hicieron? La respuesta es simple: Habían intentado detener mi vehículo sin motivo alguno, sin orden competente, y sabían que yo no era ningún criminal. Teniendo en cuenta que la prensa no es, bajo ningún aspecto ni punto de vista, auxiliar de organismos de seguridad como la policía, ¿Qué necesidad tienen unos uniformados que cuentan con vehículos y armas para reducir delincuentes de convocar a la prensa para que los auxilia mientras hacen su trabajo?

Debo mencionar que de acuerdo con testimonios que recabé en el mundillo periodístico paraguayo, que no me es ajeno, circula el rumor de que el periodista que se presentó a pedido de los policías corruptos, es conocido por recibir comisiones de éstos para realizar apariciones nocturnas en escenarios donde es posible extorsionar a noctámbulos.

Por último, teniendo en cuenta el viejo contencioso existente entre la familia de la señora Cynthia. Nuñez y un célebre tiranuelo de la prensa paraguaya, no es temerario tener en cuenta este factor como una de las posibles causas de lo acontecido.

La detención de los policías que intentaron extorsionar a Tanya Villalba, en fin, abren una luz de esperanza para que alguna vez el saneamiento alcance a la anticuada y autoritaria policía de Paraguay, país donde como dijera Augusto Roa Bastos, el poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes.

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