Pasados unos días de la explosión del Comité Federal del PSOE y, por ello, de la dimisión de su Secretario General, todo hace pensar que Pedro Sánchez permanecerá en el Congreso de los Diputados manteniendo su escaño pues ya ha transcurrido un cierto tiempo para renunciar a él; ya sabemos que el escaño pertenece a su señoría y no al partido. Así y todo es lícito pensar si su permanencia en el hemiciclo es conveniente para su propio partido y también para él; pienso que no y por ello debería dejarlo. Pudiera ser que esté reflexionando sobre tal cuestión y al final su decisión sea la correcta políticamente.

Tras ser defenestrada su teoría de “No y que parte del no quiere que le explique” más la muy posible confirmación por el Federal de aprobar una abstención en la próxima investidura de Mariano Rajoy, su presencia y en especial su voto puede ser una foto perfecta de la división del partido socialista o una claudicación de su teoría que no es necesaria y, para más inri, vendría a añadir más tensión en las filas socialistas y un hipócrita alimento a la formación de Pablo Iglesias, “Podemos”, que espera como agua de mayo un mayor cataclismo en el centenario colectivo.

Si, como ha manifestado, piensa desde el escaño defender mejor al pueblo español y al PSOE, él es sabedor que en muy pocas ocasiones se instalará en la Tribuna de oradores para hacer realidad su tarea; y si usa su presencia como trampolín para ser proclamado candidato a la Presidencia del Gobierno en unas próximas primarias socialistas, él sabe, pero que muy requetebién, que no es esa la tarea del Diputado a Cortes, o sea, valerse del escaño para cuestiones extrañas a la aprobación o rechazo de leyes.

No trato de hacer leña del árbol caído, muy al contrario, como decía Schopenhauer: “No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué punto se dirige.” Y estimo que Pedro Sánchez no tiene por finalidad ser diputado raso.