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El agua de mi brisa,
airea a estos mil tormentos,
antes mudos y mil lágrimas caen hoy por mis mejillas.
El agua de mi brisa,
ríos de lloros alegres,
ríos de lloros algo tristes.
El agua de mi brisa,
los ojos mudos y secos gritaron hoy su dolor,
mil tormentos lloran callados ahora por este mal viejo de mi alma.
El agua de mi brisa,
murió hoy...
lentamente, mil lloros mudos por este alma que se va.
Soneto dedicado a la Hermandad del Cristo de los Estudiantes de Córdoba que ha logrado esta imagen, tan cabal como conmovedora, que nos acerca, más aún, al Cristo Vivo del Sagrario.
A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen.
Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.
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