El deporte se parece mucho a los estudios. Y se parece en la recompensa que hay para los que estudian, para los que se esfuerzan, para los que no son vagos. El Estudiantes de baloncesto, que firmó en el inicio de la temporada –a primeros de noviembre- el peor arranque de su historia, se ha metido en la fase final de la Copa del Rey tras una remontada histórica en la que casi no creían ni los propios jugadores.

Pero Estudiantes ha hincado los codos, se ha puesto el mono de trabajo y, con humildad y dedicación plena, ha ido sumando victorias milagrosas hasta alcanzar el ansiado corte de la disputa de la fase final de la Copa del Rey. Desde luego, un premio muy sabroso a tanta desdicha de los primeros meses de competición, donde todo eran derrotas, malas caras e incluso una epidemia en el equipo de Gripe A. Que ya es mal fario.

Muy bien por los jugadores, por el técnico y sobre todo, por Nacho Azofra en su faceta fuera de las pistas como director deportivo. Un hombre sereno y astuto, como era su juego, que ha sabido destensar la cuerda en momentos realmente de zozobra.

Y si de zozobra hablamos, hay que referirse al caso contrario, al Unicaja de Málaga, uno de los equipos de relumbrón de nuestro país que se ha visto descompuesto… y sin Copa. Su técnico, el gran Aíto García Reneses, ha dicho una frase demoledora: “Si en el primer partido te van a pegar una paliza, no vale la pena ir a la Copa”. Y, aunque suene feo, tiene toda la razón. Su equipo se ha hundido sin remisión, la afición está de uñas, y no es lógico que un club que maneja uno de los mejores presupuestos esté así.

Y, entre medias, el intermitente Real Madrid, con un arranque espectacular con una docena de victorias que auguraban un año triunfal para los nuevos pupilos del maestro Messina. Pero hete aquí que han firmado un diciembre horroroso, con una dolorosa paliza encajada en casa ante un Barça muy superior. Y esos partidos son de los que duelen.

Parece que los blancos van remontando, pero el FC Barcelona se postula para ganar de calle Liga y Copa, y para estar en condiciones de disputar la final de la Final Four y ganarla si la historia no hace de las suyas. El Madrid debe ser siempre la alternativa, aunque los mecanismos de juego todavía no tienen el alto porcentaje efectividad que plantea su técnico.

En fin, baloncesto puro con muchos intereses en juego y con una Copa que alimenta el morbo de ver grandes rivalidades. Desde luego, el bueno de Andrés Montes estaría feliz de poder vivir una próxima edición de Copa con grandes alternativas al título. Y, mientras, Basile igualando los ocho triples de Epi en un partido, que lo hizo en 1990. Hay algunos que lo tiran todo…